En
1938, el clima político de Europa obligó a Erich Wolfgang Korngold a abandonar
Austria y a establecerse definitivamente en Hollywood, donde su prestigio como
músico obligó a la Warner a darle toda clase de facilidades. Su relación con el
director Michael Curtiz produjo otras obras destacadas del género de capa y
espada, como El capitán Blood (1935) y El halcón del mar (1940),
pero Robín de los bosques (1938) es su obra más perfecta, con un raudal
de música orquestal que engrandece y da personalidad a todo el film.
Como
en todas sus obras, el músico hace gala de un estilo sinfónico grandioso e
imaginativo, fruto de la influencia de Wagner y Strauss, que no se limita a
subrayar los títulos de crédito o escenas concretas, sino que se halla presente
durante casi todo el film, simultaneándose incluso con los diálogos.
Cuando
el proyecto fue propuesto a Korngold, la primera reacción de éste fue rehusar
el encargo, por considerar que no era la persona adecuada para un fin de tanta
acción. Finalmente cambió de opinión, y creó una extensa partitura merecedora
de su segundo Oscar a la Mejor Música Original.
El
tema principal de la obra refleja los valores del personaje central
interpretado por Errol Flynn: la fuerza, el heroísmo y la nobleza son sus notas
principales, en una vigorosa melodía que se aplica también a los seguidores de
Robin Hood. Diferentes variantes del mismo tema aparecen a lo largo de todo el
film, destacando la forma de vals que adopta para la secuencia del banquete en Sherwood
o un tono sigiloso para cuando Robin y sus hombres acuden a la ceremonia de
coronación disfrazados de religiosos.
La
gran labor realizada por Korngold halla su mayor manifestación en las
secuencias de acción, en las que la música, haciendo gala de un extraordinario
colorido orquestal, sigue e incluso a veces supera el ritmo de las imágenes; la
huida inicial del castillo, el rescate de Robin cuando está a punto de ser
ahorcado y el duelo final son escenas realzadas por un vibrante subrayado,
aunque quizá el pasaje más brillante se halle en el ataque por sorpresa en el
bosque a la caravana que encabeza Sir Guy de Gisbourne, con breves efectos
sonoros que ilustran el salto de los hombres de Sherwood desde las copas de los
árboles; tras el ataque, la victoria de éstos es celebrada con una triunfante
versión del tema principal.
La
popular relación entre Robin y lady Marian goza de su correspondiente tema de
amor, aunque en este caso su lirismo se ve superado por el solemne y emotivo
pasaje que envuelve al esperado rey Ricardo (Ian Hunter) cuando éste se
desprende de la túnica de monje y descubre su verdadera identidad a Robin y sus
hombres.
Otros fragmentos fascinantes (la entrada inicial de Robin en el castillo, el torneo de arqueros, o la ceremonia de coronación del príncipe Juan) convierten esta partitura en una atractiva combinación de aventura, grandiosidad y romanticismo, características que hasta aquel momento parecían reservadas únicamente a la ópera.
Os dejamos con el tema principal del esta espléndida banda sonora original.
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