‘Alma viva’, primer largometraje de la realizadora luso-francesa Cristèle Alves Meira (Montreuil, 1983), es una declaración de amor a la tierra de sus padres -que como tantos otros, tuvieron que emigrar para ganarse la vida- la región portuguesa de Trás-os-Monte. Una historia rural en clave de tragicomedia con tintes de realismo mágico, rodada en el pueblo de su madre y de su abuela materna, la trama es en parte autobiográfica, al menos en el punto de partida de la trama.
Coproducción de Portugal, Francia y Bélgica, gira en torno a pequeña Salomé, que, como cada verano, regresa de vacaciones a su pueblo familiar, enclavado en las montañas portuguesas. Allí disfruta, con sus tías y primos, de un ambiente alegre y festivo, hasta que se produce de manera inesperada la muerte de su adorada abuela, con la que tenía una gran conexión. Mientras los adultos se dedican a pelearse entre ellos y con la gente del pueblo antes del entierro, Salomé comienza a sentirse perseguida por el espíritu de sus ancestros. La película pone en el mismo plano las caras opuestas de una moneda: la muerte y la vida, la alegría y el dolor, la solidaridad y la inquina… Todo se conjuga y convive en tono de tragicomedia. “Los vivos cierran los ojos a los muertos, pero muchas veces son los muertos quienes abren los ojos a los vivos”, es una frase que oímos en ‘Alma viva’.
Su directora manifiesta su interés por construir historias de una forma naturalista, donde todo resulte “verosímil” y “muy real”; y deja patente su admiración por el cine de Abbas Kiarostami, al que considera “un ejemplo para mí, pues era capaz de conseguir que lo ordinario pareciera extraordinario de una forma magistral”. Debutante en el largometraje, esta cineasta comenzó su trayectoria como actriz y directora teatral y cuenta con alguna experiencia en el campo del cortometraje.
Afirma Alves Meira que “hay un renovado interés por los rituales, la magia y las supersticiones. Estos cuentos de brujas, de otros tiempos, siguen provocando nuestra imaginación, pero a veces se malinterpreta la fascinación que despiertan. Esta no es una película de género. Es una película sobre el campo, casi antropológica, inspirada en experiencias reales de la brujería con las que he tenido un estrecho contacto. Pasé mi infancia escuchando historias de mala suerte y maldiciones”.
Sobresaliente la joven Lua Michel, hija de la directora, en el papel de Salomé, la niña protagonista indiscutible, que encabeza un reparto en el que predominan los actores no profesionales, vecinos de la zona, que aportan naturalidad a este drama rural con toques de comedia costumbrista.
Esta cinta ha obtenido 6 de los 13 Premios Sophia de la Academia Portuguesa de Cine a los que estaba nominada: Mejor Película, Actriz, Actriz Secundaria, Guion Original, Fotografía y Caracterización/Efectos Especiales. Ganó el Premio Pilar Miró a la Mejor Nueva Dirección en la pasada edición de la Seminci y fue candidato por Portugal a los Oscar a la Mejor Película Internacional, y participó en la Semana de la Crítica de Cannes 2022.
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