Título
original: Heojil kyolshim. Dirección: Park
Chan-wook. País: Corea del Sur. Año: 2022. Duración: 138 min. Género:
Drama, Intriga.
Guión: Jeong Seo-Gyeong, Park Chan-wook.
Música: Cho Young Wuk. Fotografía: Kim Ji-yong. Producción:
Moho Films, CJ Entertainment.
Mejor Director del
Festival de Cine de Cannes 2022. Nominada al Globo de oro 2022 a la Mejor
Película de habla no inglesa.
Fecha del estreno: 20 Enero 2023 (España).
Reparto:
Tang Wei, Park Hae-Il, Park Yong-woo, Yoo
Seung-mok, Kim Shin-young, Lee Jung-hyun, Seo Hyun-woo, Park Jung-min, Ha-dam
Jeong, Go Min-si, Go Kyung-pyo, Jung Yi-seo, Lee Hak-Joo.
Sinopsis:
Hae-Joon, un veterano
detective, investiga la sospechosa muerte de un hombre en la cima de una
montaña. Pronto, comenzará a sospechar de Sore, la mujer del difunto, mientras
la atracción que siente por ella le desestabilizará.
Comentarios:
Park Chan-wook hace un cine de precisión de relojero suizo, minucioso, de una calculadísima belleza formal y en el que cada encuadre, cada plano, cada detalle y transición es un festín para la curiosidad del ojo y para espolvorear sentimientos. El cine coreano lleva años sirviéndonos un menú fabuloso, desde lo enorme, como Bong Joon-ho (‘Parásitos’), hasta lo diminuto, lo medular, como Hong Sang-soo… Un océano, y por encima del nivel del océano está Park Chan-wook, el de ‘Oldboy’, el de ‘La doncella’, y ahora el de esta película que juega con la sustancia del drama, de la intriga, de lo romántico, con una elegancia y una narrativa prodigiosas para acompañar a una historia que se adentra hasta lugares de la pasión, la tensión, el crimen y el sacrificio pocas veces visitados.
El argumento no es limpio, ni transparente y contiene en él personajes vidriosos, recargados de cabeza y corazón: un policía que investiga un posible crimen y la esposa del hombre muerto y principal sospechosa, una mujer de aspecto fascinante y que se expresa con dificultad en coreano (es china). La trama es policial y el fondo de la trama es irresponsablemente sentimental: interrogatorio, vigilancia, pesquisa, sospecha, atracción… sustantivos que la increíble planificación de la cámara conjuga como si fueran verbos. El mecanismo interno de los planos, con el foco como acento de la imagen; la sutil y poética utilización del espacio y de los tiempos que le permiten al espectador reorganizar la lógica (él y ella nos piensan en ocasiones los sucesos, los deseos y los dobladillos de la trama); la enorme capacidad de transmisión de la pareja protagonista, que manejan la seducción, la tensión sexual, la respiración acompasada y el aroma constante a fatalidad, y la intuición de insana generosidad y excesivo sacrificio.
La actriz china Tang Wei y el actor coreano Park Hae-II no necesitan picahielos para subirse a la cima del vértigo pasional, ni necesitan cama y dosel, sino detalles nimios como el roce de dos manos esposadas o el goce de vigilar o ser vigilado, para contaminar de química fatal su relación. Solo el inventario de pormenores de emoción íntima entre ellos, mediante la composición, la luz, la atmósfera y la interpretación, convertirían esto en algo pelmazo y puede que hasta cursi, cosa que no ocurre nunca en la pantalla al detectarlos y sentirlos. Por no hablar del camino que recorre el desenlace, tal vez de los más profundos, embarrados y desgarradores, también hermosos, del último cine. (Oti Rodríguez Marchante)
Recomendada.
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