sábado, 12 de agosto de 2023

Todo a la vez en todas partes (The Daniels: Daniel Kwan, Daniel Scheinert, 2022)

 

Título original: Everything Everywhere All at Once. Dirección: Dan Kwan, Daniel Scheinert, Daniels. País: USA. Año: 2022. Duración: 139 min. Género: Comedia, Acción, Ciencia-Fición.  

Guión: Dan Kwan, Daniel Scheinert. Fotografía: Larkin Seiple. Música: Son Lux. Producción: AGBO, Hotdog Hands, Ley Line Entertainment, Year of The Rat, IAC Films.

Fecha del estreno: 3 Junio 20222 (España)

 

Reparto: Michelle Yeoh, Jamie Lee Curtis, Jonathan Ke Quan, James Hong, Anthony Molinari, Audrey Wasilewski, Stephanie Hsu, Peter Banifaz, Brian Le, Andy Le, Tallie Medel, Jenny Slate, Harry Shum Jr., Biff Wiff, Aaron Lazar, Sunita Mani, Narayana Cabral, Chelsey Goldsmith, Craig Henningsen.

 

Sinopsis:

Cuando una ruptura interdimensional altera la realidad, Evelyn, una inmigrante china en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que solo ella puede salvar el mundo. Perdida en los mundos infinitos del multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo.

 

Comentarios:

Después de desconcertar en el festival de Sitges, donde obtuvo el premio a la mejor película y al mejor actor, y de pasar brevemente por los cines españoles casi como un fantasma un tiempo después, Swiss Army Man (2016), debut en el largometraje de Daniel Kwan y Daniel Scheinert, apodados The Daniels, quedó irremisiblemente en el recuerdo de los contados espectadores que la vieron (1.207, según datos del Ministerio de Cultura). Incluso, como este crítico, en los que intuyeron poco más que una extravagante idea demasiado alargada, disfrazada de sarcasmo, absurdo y una inclasificable forma de realismo mágico. En aquella película, protagonizada además por dos estrellas, Paul Dano y Daniel Radcliffe, había, sin embargo, singularidad, autenticidad y una mirada inaudita a la vida y al cine.

Hete aquí que los Daniels se han superado con su siguiente obra: Todo a la vez en todas partes, ditirámbica comedia de acción ambientada en el, a estas alturas, casi cotidiano multiverso, gran éxito de público y de crítica en Estados Unidos, con la que vuelven a epatar al personal. Una historia delirante, escatológica, descerebrada y procaz, que pretende una vez más, como en Swiss Army Man, equilibrar lo cómico y lo sentimental, lo humano y lo sobrenatural, en un trabajo excesivamente alargado en su metraje que, aunque discurra a velocidad de vértigo, acaba resultando de una dispersión a prueba de paciencias.

Explicar la película puede ser casi tan absurdo como intentar comprenderla del todo, pero allá vamos, en unas líneas: una inmigrante china en EE UU, dueña de una lavandería —con un marido apocado, una hija lesbiana en una comunidad con tintes homófobos y un padre que no rige ya demasiado—, descubre en una oficina de impuestos que es la encargada de salvar el mundo gracias a su poder para dar equilibrio a los diversos universos. No piensen demasiado en Marvel ni en los superhéroes, porque tiene poco que ver, pese a las sobredosis de acción. Si acaso, vuelvan la vista a Matrix, aunque metida en una batidora de surrealismo y slapstick, de ternura y estupefacción. La obra de los Daniels está tan sobrecargada de ideas que es evidente que le sobran, pues no todas son buenas. Aunque siempre mejor que sobren a que falten.

Así, quizá uno de los grandes problemas con Todo a la vez en todas partes es que se empeña demasiado en el mecanismo, y en su explicación: “Creaste un algoritmo que calcula qué acciones estadísticamente improbables te colocarán en un orden al borde el cúmulo local”, dice una de las frases. “El algoritmo de trayectoria estocástica funciona con funciones aleatorias”, dice otra. Obviamente, es demasiado, pero el remate puede hacer entender al lector ante qué tipo de envite estamos: “Evelyn, intenta saltar a otro universo. Hazte pis encima, suele salir bien”.

Ahora bien, pese a la dificultad para seguir su endiablado ritmo, y a la discutible gracia de todos los gags, hay que agradecer a los Daniels su imparable inventiva (¡ese pequeño segmento animado!), la estridencia del conjunto, su valentía y su libertinaje. Y, en fin, su apología de la bondad, la amabilidad y la ternura, en un mundo (o multiverso) en el que ya apenas caben tales capacidades. (Javier Ocaña)

Recomendada (con reservas).



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