lunes, 14 de agosto de 2023

Un año, una noche (Isaki Lacuesta, 2022)

 

Título original: Un año, una noche. Dirección: Isaki Lacuesta. País: España. Año: 2022. Duración: 120 min. Género: Drama.

Guión: Isa Campo, Isaki Lacuesta, Fran Araújo (basado en el libro de Ramón González). Música: Raül Refree. Fotografía: Irina Lubtchansky. Producción: Mr. Fields and Friends, Bambú Producciones, La Termita Films, Noodles Production.

Sección Oficial del Festival de Cine de Berlín 2022.

Fecha del estreno: 21 Octubre 2022 (España).

 

Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Noémie Merlant, Quim Gutiérrez, Alba Guilera, Natalia de Molina, C. Tangana, Enric Auquer, Blanca Apilánez, Bruno Todeschini, Sophie Broustal.

 

Sinopsis:

Ramón y Céline son una joven pareja que se encuentra en el local Bataclan de París la noche del 13 de noviembre de 2015. Durante el asalto terrorista, ambos logran, cada uno por su lado, entrar en el camerino de los músicos y refugiarse allí. Al salir ya no son los mismos. Y no saben si podrán volver a serlo...

 

Comentarios: 

"En la noche dichosa", se lee en el célebre poema de san Juan de la Cruz. "En una noche oscura, / con ansias en amores inflamada", arranca el texto del místico. Todo él, desde estos dos versos de mármol hasta el desmayo de "entre las azucenas olvidado", está construido sobre la contradicción del deseo negado, de la luz que no llega, de la oscuridad que ansía dejar de serlo. Es esperanza y desesperación. Noche oscura y noche dichosa. No está demostrado que el poeta estuviera en la sala Bataclan el 13 de noviembre de 2015, pero sí queda confirmado que, quizá con algún retraso, se puede hablar ya de que el poema tiene por fin su adaptación cinematográfica. Más ascética que mística, más aristotélica que platónica, más carnal que espiritual, pero adaptación al fin.

Para situarnos, Un año, una noche hace pie en el libro de recuerdos y heridas de Ramón González. Él estuvo en la sala Bataclan el día del atentado. Él salió a pie del concierto malhadado en el que quedaron acribillados cerca de 90 personas. "A oscuras y en celada", ansiando la luz. Él quiso que nada de su memoria manchada de sangre se perdiera y, apenas llegó a casa, se lanzó a escribir convencido de que el paso del tiempo era su enemigo. Él se niega a ser definido como un superviviente por la sencilla razón de que su intención es sólo vivir, recuperar la vida; llegar a la luz desde la oscuridad que, hirviendo, le quemaba.

La película de Isaki Lacuesta antes que sólo calcar la intención y sentido del relato de González lo completa, lo ordena y le da sentido. Aún más. La estrategia del director consiste en retratar a la pareja interpretada cerca de la perfección por Noémie Merlant y Nahuel Pérez Biscayat en todos los tiempos posibles durante lo que dura un año. Se les ve justo después de la masacre y acto seguido enfangados en los trabajos y los días de unas semanas después, de unos meses, de un año. Cargan con un peso que les hunde y les coloca delante de los ojos la simple evidencia del peso, del peso de la vida. Todo es ofrecido a la vez, sin cronologías y mapas establecidos, en un puzzle prodigioso de cine profundamente sombrío y clarividente a la vez; de cine edificado sobre la más íntima paradoja donde el desasosiego convive con la calma, la angustia con la esperanza, la realidad con el deseo y el pasado con el futuro. "¡Oh noche, que guiaste!".

Lacuesta se las arregla para componer su trabajo más ambicioso y menos derivativo. Con una precisión más propia de la lira (8 liras de 5 versos componen el poema), Un año, una noche no abandona en ningún momento su intención ni su sueño. La puesta en escena obsesiva detrás del caminar por fuerza errático de los protagonistas nunca opaca ni altera el propósito de una obra siempre pendiente de una encendida reivindicación de lo más a mano, de lo cercano, de lo simplemente imprescindible.

Él prefiere replantearse la vida desde sus fundamentos. Después de lo vivido tan cerca de la muerte, todo cobra un nuevo sentido. Y en la permanente exteriorización de un trauma que no acaba, termina por ahogarlo todo. Por ahogarse del todo. Ella, en cambio, finge que no ha pasado nada. En su pundonor y en su lógica, no puede permitir que la brutalidad de los brutos determine ni un segundo de lo que queda por vivir. Y así, en la constante obligación del olvido, acaba por olvidarlo todo. Por olvidarse del todo. De la misma manera que Isaki trenza los tiempos del pasado al futuro y vuelta a empezar, enreda a los dos personajes convertidos en arquetipos en un baile hipnótico de miedo y audacia, de pánico y sosiego, de revolución y precipicios. De luz y de su contrario.

Él es una especie de Funes el memorioso condenado a recordarlo todo y entregado, por tanto, a hacer de cada instante en el Bataclan la medida de todo lo demás y de todo lo que vendrá. Él vive detenido en la incapacidad de obrar. Ella recuerda en cambio al personaje ideado por Beckett que hace del constante obrar y hablar su única razón de ser. Ella, a fuerza de no tener memoria, acaba por carecer también de vida. Si se quiere, igual que el propio poema, de lo que se habla no es de nada más que de la propia posibilidad de narrar, de contar, de hablar, de vivir. Y hacerlo a pesar de todas las contradicciones, de todas las crueldades, de todo. Un año, una noche quiere en todo momento poner a la vista del espectador la forma cómo la memoria ordena el pasado, condiciona el presente y define, sin duda, el futuro. "Quedé y olvidéme, / el rostro recliné sobre el Amado; / cesó todo, y dejéme, / dejando mi cuidado/ entre las azucenas olvidado". Otra vez: Entre las azucenas olvidado. (Luis Martínez)

Recomendada.




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