Título
original: Chronique d'une liaison passagère. Dirección: Emmanuel Mouret. País: Francia. Año: 2022. Duración: 100
min. Género: Comedia.
Guión: Emmanuel Mouret, Pierre
Giraud. Fotografía: Laurent Desmet. Producción: Moby Dick Films.
Sección “Albar” en el
Festival de Cine de Gijón 2022.
Fecha del estreno: 24 Marzo 2023
(España)
Reparto: Sandrine Kiberlain
(Charlotte), Vincent Macaigne (Simon), Georgia Scalliet (Louise), Maxence Tual
(Manu), Stéphane Mercoyrol (Carlos), Eric Wrembel (Barman).
Sinopsis:
Una madre soltera y un
hombre casado se vuelven amantes. Están comprometidos a verse solo por una
aventura y no a encontrar ninguna esperanza de amor, sabiendo muy bien que la
relación no tiene futuro. Sin embargo, cada vez se sorprenden más por su comprensión,
su complicidad y el bienestar que experimentan juntos.
Comentarios:
Las cosas que decimos, las cosas que hacemos nos alegró el difícil verano cinematográfico de 2021. En el amor y en el deseo —que pueden o no ser lo mismo, darse la mano o darse de tortas—, ya sea en las relaciones de pareja o en las adúlteras, con no pocas gamas de grises dependiendo de cuánto de verdad o de impostura haya en ellas, se suele caer en la verborrea. Decimos que hacemos o vamos a hacer muchas cosas, pero luego la indolencia, la fragilidad, el miedo, el recuerdo, la inexperiencia, la timidez y hasta lo inconcebible nos hace caernos del guindo. Se nos va la fuerza por la boca, nos vino a decir Emmanuel Mouret en su a la vez pomposa y grácil película romántica.
Dos años después, Crónica
de un amor efímero viene para confirmarnos algunas cuestiones y para
completar un panorama de infidelidad en el que el tono y la puesta en escena
son tan relevantes como la palabra, que, como suele ser habitual en su cine, no
para quieta. Aquí se habla y se habla, con la novedad de que en su nueva obra
solo hay dos personajes: una pareja adúltera por la que no pondríamos un euro
en una casa de apuestas acerca de su feliz futuro, pero que, con su
incomprensible e irresistible poder de seducción basado en la diferencia, o más
allá, casi en el antagonismo, se convierte en perfecta gracias a la fuerza de
la ligereza.
Porque es el tono el que
acaba configurando lo esencial en el trabajo de Mouret. La ligereza de una
parte de Las cosas que decimos, las cosas que hacemos ha enterrado por
completo sus ambiciones, su gravedad, su afectación. Aquí se llega a la
profundidad únicamente a partir de la levedad. “La relación extraconyugal
perfecta es la sexual”, se dice en Crónica de un amor efímero. Momentos
de placer sin atadura alguna. Él, casado y con hijos, comienza siendo bastante
insoportable y al final te lo llevarías a casa. Feo, torpe, indeciso. Una
persona normal, como usted y como yo. Ella, separada y también con prole, es
decidida, espontánea, libre. Una mujer de hoy, quizás. Y en la película todo lo
que no son ellos queda fuera: los hijos, los amigos, las parejas actuales o del
pasado. Se habla de estos, pero nunca salen; solo importan como cortejo
invisible y sin relevancia de una relación que va a más. Por quedar fuera,
hasta el sexo queda siempre en el exterior de la imagen, con elipsis elegantes,
preciosas, compuestas junto a transiciones entre secuencias, casi interludios
musicales, en los que suenan Haendel, Mozart y Shostakovich, al lado de
clásicos franceses como Juliette Gréco, Serge Gainsbourg y Jane Birkin.
A él lo interpreta con
gracia, dulzura, tontería y tristeza Vincent Macaigne, que parece recién salido
de una película de Woody Allen. De hecho, podría ser Woody. A ella la
interpreta con desparpajo, insolencia, ternura y dolor la veterana Sandrine
Kiberlain, que también podría ser Diane Keaton en una historia de Allen. Y, sin
embargo, pese a las concomitancias con Annie Hall y algún otro título
del maestro de la ligereza trascendente, hay un referente que le encaja aún
mejor. Y no es Éric Rohmer, por mucho que haya otros críticos que lo nombren,
pues por esta vez el autor de las Comedias y proverbios, pese a sus
semejanzas, que también las tiene, deja paso al gran nombre a reivindicar con Crónica
de un amor efímero: Sacha Guitry, director desgraciadamente olvidado o
desconocido por la mayoría de las nuevas generaciones de cinéfilos y
especialistas. Esa narración a base de viñetas casi independientes, que se suman
a un conjunto libre y desprejuiciado, humorístico e intenso, es la del autor de
las maravillosas Désiré (1937), Ils étaient neuf célibataires
(1939), La poison (1951) y Asesinos y ladrones (1957),
extraordinarias comedias ligeras de relaciones amorosas, en las que se mira
Moret para retratar el tantas veces absurdo reducto del amor.
“Me daba miedo
trastocarte la vida”, dice ella. “Vamos a disfrutarnos sin pensar en el
futuro”, concluyen ambos. Los encuentros furtivos de dos personas vulgares y
corrientes que se desean y se cobijan, filmados por Mouret con la inteligencia
del que parece estar retratando una menudencia. (Javier Ocaña)
Recomendada.
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