Encabezó el cartel de
"Rashomon", de Akira Kurosawa, que tras ganar el León de Oro y el
premio al mejor director en el Festival de Venecia, comenzó a dar a conocer el
cine japonés en todo el mundo. Trabajó con otros realizadores de su país, y en
Hollywood, donde llegó a compartir la pantalla con Glenn Ford y Marlon Brando.
Machiko Kyo ha falleció a los 95 años de edad el 12 de mayo de 2019, como
consecuencia de un infarto de miocardio.
Nacida el 25 de marzo de
1924, en Osaka, Yano Motoko (su verdadero nombre) inició su singladura como
bailarina en el teatro, cuando tenía trece años. A los veinticinco debuta en el
cine, como bruja en “Hana kurabe tanuki-goten”, de Keigo Kumura. Interpreta su
primer papel importante en “Rashomon”, de 1950, donde fue la esposa de un samurái
asesinado. El film marcó un hito, al contar los hechos desde las perspectivas
de cuatro implicados, no sólo del personaje de Machiko Kyo, sino también del
asaltante, el asesinado y un testigo. No sólo triunfó en el certamen italiano,
sino que recibió una candidatura al Oscar a la dirección artística, y un premio
especial de la Academia por ser el film extranjero más relevante estrenado en
Estados Unidos en 1951.
Tras la cinta se hizo muy
popular en su país, por lo que participó en otras películas que alcanzaron
repercusión internacional, como el melodrama fantasmal “Cuentos de la luna
pálida”, de otro de los grandes, Kenji Mizoguchi, donde fue la enigmática
princesa Lady Wakasa. Repitió con este realizador al frente del reparto de “La
emperatriz Yang Kwei-Fei” y “La calle de la vergüenza”.
La meca del cine recurrió
a ella como principal actriz de “La casa de té de la luna de agosto”, junto a
Marlon Brando y Glenn Ford, su único título fuera de su país natal, donde dio
vida a Flor de Loto, una joven geisha. Por este rol recibió una nominación al Globo
de Oro.
Nunca contrajo
matrimonio, aunque en la época de mayor esplendor de su carrera Machiko Kyo
mantuvo un romance con Masaichi Nagata, productor y presidente de Daiei, uno de
los grandes estudios del país. El idilio tuvo mucha repercusión en los medios
de comunicación locales.
La
veterana intérprete se retiró del cine en 1984, tras Kesho, de Kazuo Ikehiro.
Once años más tarde recibió el Premio Honorífico, por el conjunto de su
carrera, de la Academia de Cine Japonés. En 2000 hizo un paréntesis en su
jubilación para aparecer brevemente en “Haregi, koko ichiban”, una serie
televisiva.
Descanse en paz.
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