Fue cantante y actriz.
Activista en pro de los derechos animales. La viva representación del optimismo
estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial. La pizpireta por antonomasia del
cine de Hollywood, que de sus mohines hizo una marca de la casa, y de sus
medias melenas rubias, un casco de batalla. Doris Mary Ann von Kappelhoff
obtuvo un éxito sorprendente con esas armas, sino fuera porque a ellas añadió
una ingente capacidad de trabajo y sacrificio. Y un nombre artístico, Doris
Day, que dejó atrás el inmanejable Von Kappelhoff. Day falleció el pasado 13 de
mayo de 2019, a los 97 años en su casa en Carmel (California) por
complicaciones derivadas de una neumonía, según ha informado su fundación para
el cuidado de los animales. Hizo 39 películas, pero su labor en televisión, sus
discos, y la buena selección que hizo de esos filmes le granjearon una
popularidad extraordinaria, que le llevó a trabajar con maestros como Michael
Curtiz o Alfred Hitchcock.
Nacida en 1922 en
Cincinnati (Ohio), hija de descendientes alemanas, la carrera de Day despegó en
la canción: en las dos décadas transcurridas entre 1947 y 1967 grabó más de 650
temas y 29 álbumes de estudio, según su web. Su padre fue profesor de música y
organista y él impulsó la pasión de Day por la canción. Buena bailarina, un
accidente de coche, en el que se fracturó su pierna derecha, acabó con su
incursión en este campo. Barney Rapp, director de orquesta para el que
trabajaba cuando tenía 15 años, le propuso que se cambiara el nombre y adoptara
el de Day porque el suyo era poco comercial. Como vocalista del grupo Les Brown
& His Band of Renown grabó la canción “Sentimental Journey”, que se
convirtió en un himno para los estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial y
catapultó su carrera: en 1946 ya era la cantante mejor pagada del mundo gracias
a su contrato con Columbia Records e inició su carrera en el cine.
Según su autobiografía,
la noche antes de dejar Nueva York, donde residía, para irse de gira, en una
fiesta se atrevió a entonar “Embraceable You”, de los Gershwin, y allí la
escuchó Michael Curtiz, que le pidió que hiciera una prueba de cámara para su
siguiente proyecto, “Romanza en alta mar”. Así entró Day por la puerta grande
de Hollywood. Contratada por Warner Brothers hasta 1954, fue enlazando
películas a su medida como “Mi sueño eres tú”, “El trompetista” –donde
coincidió con otra leyenda aún viva de Hollywood, Kirk Douglas-, “Té para dos”
u “Operación matrimonio”, casi siempre a las órdenes de David Butler, que sabía
exprimir su talento musical.
Sin embargo, a Day le
gustaban los riesgos, trabajaba al máximo para no quedarse atrás ni olvidada.
Tras el exitazo “Doris Day en el Oeste” (1955), en el que encarnaba a Juanita
Calamidad, interpretó a la cantante de jazz Ruth Etting en “Quiéreme o déjame”,
junto a James Cagney, que la actriz consideraba su mejor interpretación. Así
llegó “El hombre que sabía demasiado” (1956), con la que Alfred Hitchcock hizo
en Hollywood un remake de su propio thriller británico y en la que Day cantaba
¿Qué será, será?, tema que ganó el Oscar a la mejor canción y en una de las
baladas más famosas de la carrera de su intérprete. Hitchcock sacó partido de
la canción, aparentemente inocente, para transmitir un mensaje entre los
protagonistas del thriller. Fue en esta película, al ver cómo se trataba a los
animales, cuando se despertó en Day su militancia en contra del abuso animal,
contra el que en 1978 montaría su propia fundación,
Day rodó otro drama, “El
diabólico señor Benton”, pero las malas críticas le devolvieron a la comedia
ligera y musical, con la que obtuvo repetidos éxitos en la década de los
sesenta: “La indómita y el millonario”, con Jack Lemmon; “Juego de pijamas”; “Confidencias
de medianoche”, con Rock Hudson y su única candidatura al Oscar; “No os comáis
las margaritas”, con David Niven; “Pijama para dos” y “No me mandes flores”, de
nuevo con Hudson; “Suave como el visón”, dirigida por Delbert Mann y con el
acompañamiento de Cary Grant; o “Su pequeña aventura” y “Apártate, cariño”,
ambas con James Gardner.
Su estilo pizpireto no
sobrevivió al terremoto del Nuevo Hollywood. En 1968, rodó su última película, “El
novio de mamá”, y empezó su programa de televisión The Doris Day Show, que se
mantuvo en pantalla hasta 1973 y con el que pudo solucionar sus problemas
económicos provocados por las deudas de su representante y tercer esposo, Marty
Melcher. Con problemas constantes en su espalda, solo pudo escribir –su
autobiografía de 1976 levantó gran polvareda al revelar su vida amorosa y sus
complicadas relaciones con sus cuatro maridos- y centrarse en su actividad en
defensa de los animales, que le valió en 2004 la Medalla de la Libertad de la
Casa Blanca. Además, junto con su único hijo, Terry Melcher (fallecido en
2004), al que tuvo con 19 años, regentó un lujoso hotel para perros, al más
puro estilo kitsch. En 2011, con 89 años, publicó su 29º álbum musical, My
Heart.
El pasado mes de abril,
por su 97º cumpleaños, Day concedió una entrevista a The Hollywood Reporter, en
la que confesaba cuánto añoraba a Hudson, su sorpresa por el cariño que aún
recibía de sus fans y su irreductible pasión por la defensa de los animales.
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