martes, 8 de septiembre de 2015

100º Aniversario del nacimiento de Ingrid Bergman (I)



Recogemos hoy el magnífico artículo del escritor Eduardo Mendicutti sobre la gran diva sueca titulado “La chica que era más alta que Bogart”, así como una selección de los doce trabajos más significativos de Ingrid Bergman, para celebrar que el día 29 de agosto de 2015 habría cumplido 100 años.

Bogart y Bergman
Michael Curtiz, el director de Casablanca (1942), decidió que, cuando él y ella apareciesen juntos, de pie, en un mismo plano, él estaría sobre una tarima o unos ladrillos, y, si estaban sentados, él debería sentarse sobre unos cojines. Él era Humphrey Bogart, claro, y ella, Ingrid Bergman. Ella era considerablemente más alta que él. Quizás Bogart estaba ya acostumbrado a esa pequeña humillación a costa de su estatura, porque, de hecho, no pocas de las actrices de aquel Hollywood de los 50 y 60 del siglo pasado (empezando por la propia señora de Bogart, Lauren Bacall) le sacaban media cabeza, como mínimo, y lo de los ladrillos se ha sabido después de otros actores (de Alan Ladd, por ejemplo), y del propio Bogart con otras compañeras de reparto, pero me barrunto yo que con aquella muchacha sueca que prácticamente empezaba en la Meca del Cine, y con aquella arrebatada historia en la que él se sacrificaba por la virtud de ella, el truquito de la tarima, los ladrillos y los cojines debajo del culo tuvo que sentarle como una patada en el estómago. De cáncer de estómago murió Bogart, a los 57 años.

Ingrid Bergman
Ingrid Bergman vivió 67 años justos (29 de agosto de 1915 - 29 de agosto de 1982), y brilló en las pantallas de todo el mundo, incluidas las domésticas de televisión, durante 27 años, desde que rodó Casablanca hasta que ganó el Emmy a la mejor actriz protagonista en una miniserie o un telefilm por Una mujer llamada Golda (1982). Entre medias, una carrera llena de éxitos artísticos y comerciales, 3 premios Oscar, 5 Globos de Oro, y un sinfín más de galardones y nominaciones. Y un Globo de Oro póstumo, en 1983, por el citado telefilm sobre Golda Meir. Ingrid Bergman siguió trabajando hasta pocos meses antes de morir. Gracias a todos los personajes de su carrera, quizás Ingrid Bergman llegó a saber de verdad quién era: "Soy más yo misma cuando soy otra persona", dijo.

Según una encuesta del American Film Institute sobre los primeros 100 años del cine, Ingrid Bergman es la cuarta estrella femenina más importante de la historia, por detrás sólo de Katharine Hepburn, Bette Davis y Audrey Hepburn. Según la encuesta, la estrella masculina más importante es Humphrey Bogart. En esos 100 años, han pasado ante nuestros ojos y se nos han colado en el corazón decenas de actores y actrices hermosos, atractivos a su manera, dulces, ásperos, con enorme potencia sexual, con un halo erótico tranquilizador, fríos, ardientes, guapos pero desangelados, inquietantes, tranquilizadores, inolvidables, olvidados..., pero Bergman y Bogart, en esa película, Casablanca, son sin lugar a dudas la pareja que más y mejor han hecho que nos sintiéramos enamorados, radiantes, invencibles, vulnerables, desdichados, inolvidables para alguien, condenados de por vida a añorar un lugar imprescindible y fugitivo llamado París, deseosos de emprender en cualquier momento el viaje a ese lugar siempre inalcanzable pero siempre necesario. De hecho, es la pareja (junto con la anónima del beso fotografiado por Robert Doisneau en la capital francesa liberada tras la Segunda Guerra Mundial) que más ha hecho por París. ¿Quién no recuerda la frase de Ricky (Bogart) a Ilsa (Bergman), en el momento de aquel adiós embriagado por el desconsuelo y por la niebla?: "Siempre nos quedará París". Por cierto: ¿no habría quedado rara, inverosímil, esa secuencia con Bogart diciéndole la memorable frase a Bergman mientras la miraba de abajo arriba, por culpa de la estatura? Suficiente para que Casablanca no fuese todo lo venerada que es y, quizás, para que Bogart y Bergman hubieran caído hasta puestos anodinos en la lista de las estrellas más importantes de los primeros 100 años del cine. Este agosto de 2015, Bergman habría cumplido 100 años.

Ingrid Bergman
A partir de Casablanca, Ingrid Bergman se convirtió en una de las actrices favoritas de millones de espectadores de todo el mundo, y, en particular, de millones de espectadores norteamericanos. Hasta que Italia se cruzó en su camino; en concreto, Roma, città aperta (1949), de Roberto Rossellini. Ese año, Bergman vio la película (probablemente en algún cine de Los Ángeles, probablemente acompañada de su primer marido, el dentista sueco Petter Lindström) y quedó tan impresionada que escribió a Rossellini, ofreciéndose a trabajar con él cuándo, dónde y cómo él quisiera. Por entonces, las cartas transatlánticas tardaban siglos en llegar a su destino, pero Rossellini voló enseguida a Los Ángeles para conocer a aquella sueca tan fervorosa e impulsiva, además de tan bella, tan excelente intérprete y con tanto gancho para la taquilla. Bergman ya había ganado su primer Oscar con Luz que agoniza (1944), en la que sufría horrores por la perfidia lenta y calculadora de Charles Boyer. Los españoles de la época conocieron esa película como Luz de gas, y el éxito por aquí fue de tal calibre que del título español nació el reproche "hacerle a alguien luz de gas" (confundir a alguien de forma persistente hasta enloquecerlo), con sus distintas variantes. El caso es que en Los Ángeles el señor Rossellini congenió muy bien con el matrimonio Lindström, pero un año más tarde, ya en Italia, acabaría congeniando escandalosamente bien con la señora Lindström.
Ingrid Bergman y Alfred Hitchcock
En 1950, después de haber soportado ya por partida triple al gran Alfred Hitchcock - en Recuerda (1945), Encadenados (1946), y Atormentada (1949) - con resultados espectaculares, Ingrid Bergman rodó en Italia con Rossellini “Stromboli”, se enamoró de él y tuvieron un hijo. El escándalo fue mayúsculo. Todas las Iglesias habidas y por haber la condenaron (con Rossellini, el macho de la función, casi no se metieron, la verdad), recibió cartas de antiguos fans enfurecidos que la llamaban de todo y pedían para ella la hoguera no por santa, como su Juana de Arco (1948) de Victor Fleming, sino por puta y bruja y, por supuesto, por mala madre, puesto que Bergman abandonó en Los Ángeles al señor Linström y a la pequeña hija de ambos, Pía, y acabaron declarándola persona non grata en territorio estadounidense.

Continuará…


2 comentarios:

  1. Me ha encantado el artículo, siempre hay algo que aprender sobre Ingrid Bergman, Y también lo de... CONTINUARÁ ¿Continuaremos nosotros ?

    ResponderEliminar
  2. Hola, Ana.
    Lo de "continuará" es porque mañana mismo publicamos la segunda entrega sobre el 100º aniversario de esta gran actriz.
    Un beso.

    ResponderEliminar