Título original: Les vacances de Monsieur Hulot. Dirección: Jacques Tati. País: Francia. Año: 1953. Duración: 95 min. Género: Comedia. Producción: Fred Orain. Guión: Jacques Tati, Henri Marquet, Pierre Aubert y Jacques
Lagrange. Música: Alain Romans. Fotografía: Jacques Mercanton y Jean Mouselle. Diseño de producción:
Henri Schmitt. Reestreno en España:
7 Agosto 2015.
Intérpretes: Jacques Tati (M. Hulot), Nathalie Pascaud
(Martine), Michèle Rolla (Tía), Valentine Camax (Mujer inglesa), Louis Perrault
(Fred), André Dubois (Comandante), Lucien Fregis (Propietario hotel), Raymond
Carl (Camarero).
Sinopsis:
En un balneario de la costa atlántica, los veraneantes son incapaces de
apartarse de sus rutinarias costumbres urbanas. Hasta que llega monsieur Hulot
al volante de su viejo cacharro y rompe la calma estival. Para gran alegría de
los niños, Hulot ofrecerá a los huéspedes del hotel unas vacaciones
inolvidables.
Fotograma de Las vacaciones de M. Hulot |
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A Contracorriente Films estrenó el pasado mes de agosto en cines la
versión restaurada de 'Las vacaciones del señor Hulot' ('Les vacances de
Monsieur Hulot'), de Jacques Tati. Su estreno original en España se produjo en
1954, y ahora en 2015 se re-estrenará una versión restaurada y en formato DCP.
Además, junto con la película se proyectará también en su versión restaurada y
en DCP el cortometraje 'Escuela de carteros' ('L’école des facteurs'), filmado
por Tati en 1946.
El estreno en cines de 'Las vacaciones del señor Hulot' y el cortometraje
'Escuela de carteros' coincide con el lanzamiento de la edición “JACQUES TATI.
INTEGRAL” en formato Blu-ray. A la venta, por primera vez en alta definición,
toda la obra de Jacques Tati en una edición única y sin precedentes de 7 discos
que incluye sus 6 largometrajes restaurados, todos sus cortometrajes, más de 6
horas de contenidos adicionales y un libreto de 56 páginas.
Jacques Tati, descendiente de rusos, fue uno de los genios del humor más
reseñables de todos los tiempos, al igual que Charles Chaplin y Buster Keaton,
por cuyo trabajo se vio influenciado en distinto grado. Como ellos, fue un
artista integral de generoso talento que interpretaba, escribía y dirigía sus
propios proyectos. Pero pese a haber alcanzado un gran éxito en Europa y en
todo el continente americano, su nombre nunca resonó con la misma popularidad
que la conseguida por los otros dos, tal vez a causa de su origen galo, de su
empeño por mantener la independencia artística, y de que su producción, en
cuanto a largometrajes se refiere, no fue tan extensa si se compara con la obra
de Chaplin y Keaton, dado que era un perfeccionista nato y le gustaba madurar
sus creaciones a lo largo de varios años. Por suerte, nunca es tarde para
seguir reivindicándole como se merece.
"Las vacaciones de M. Hulot", realizada tras la
multigalardonada "Jour de fête" (Día de fiesta), fue la carta de
presentación de este entrañable personaje que le consagró a la fama y cuyas
peripecias encontraron continuidad en otros films. El memorable Monsieur Hulot,
una figura alta y delgada de andares extraños y notable flexibilidad, lucía una
apariencia más anglosajona que francesa, con su sempiterna pipa, su sombrero,
su gabardina y su paraguas o bastón, de los que nunca se desprendía y que se
convirtieron en sus señas de identidad. Solterón maduro, extremadamente educado,
de buen corazón y gran voluntad, pero también patoso, algo despistado e
inoportuno, reflejaba a la perfección a ese tipo de hombre común, anodino,
solitario, inadaptado, que intenta acercarse con su buen talante a los demás
pero no acaba de encajar en las reuniones sociales, donde es confundido por un
excéntrico o un molesto acompañante. Sólo las almas puras, como la suya, disfrutarán
de su amistad. Hulot ha dejado su inconfundible huella en otras figuras cómicas
posteriores, como el Mr. Bean de Rowan Atkinson y algunos de los caracteres que
encarnó otro grande, Peter Sellers, por ejemplo el hindú Hrundi V. Bakshi de
"El guateque".
Esta hilarante película que tenemos entre manos recibió el Premio Louis
Delluc en 1953, el Gran Premio de la Crítica Internacional en el Festival de
Cannes del mismo año y fue nominada al Mejor Guión en los Oscars de la Academia
de 1956. Rodada en la playa bretona de Saint-Marc, con un reparto desconocido,
sigue la rutina cotidiana de un grupo de veraneantes adinerados que se instalan
en un complejo termal de la costa atlántica para pasar unos días de relax junto
al mar, sin abandonar del todo sus costumbres de la ciudad. Hasta allí llega el
Sr. Hulot al volante de su ruidoso y ruinoso coche. Desde el principio, su
presencia y su forma de conducirse evidencian que desentona en aquel ambiente.
La torpeza del pobre hombre, su excesiva prudencia y ciertos malentendidos
bienintencionados provocarán una cadena de pequeñas catástrofes que romperán la
calma de sus compañeros. Eso sí, finalmente acabarán pasando unas vacaciones
como nunca habrían esperado tener.
Según la crítica Tònia Pallejà, el universo Tati podría encerrarse en una
bola de cristal, como esos souvenirs en los que milagrosamente nieva sobre
ciudades extranjeras cuando les damos la vuelta. Su mundo es una diáfana y
delicada burbuja donde a uno le gustaría perderse; soleado y cristalino, parece
concebido por una mente infantil, pura, libre de prejuicios, donde domina el
candor, la ingenuidad, y no hay espacio para la maldad. Por eso no debe
sorprender la importancia que les concede a los niños, y de manera equiparable
a los animales, aunque su papel sea meramente secundario, porque se identifica
bien con ellos. Hay una secuencia en el film que recoge a la perfección este
espíritu: un pequeño compra un par de helados en un puesto de la playa; es tan
bajito que ni siquiera llega al mostrador y sólo se nos muestra su mano agarrando
el dinero; después sube con dificultad un largo tramo de escaleras de piedra,
con un cucurucho en cada mano... Todos tememos que se le vayan a caer. Al
final, su satisfacción es la nuestra.
Fotograma de Las vacaciones de M. Hulot |
Sin embargo, tras esta apariencia inocente e inofensiva, y con total naturalidad,
Tati va construyendo una crítica vitriólica contra la sociedad burguesa del
momento, algo que se irá incrementando, y a la vez acentuando, en sus
siguientes películas, como "Mi tío", la visionaria
"Playtime" y "Traffic". El autor, gran observador de su
entorno, es una esponja infinita que absorbe cual antropólogo inocente los
signos de su tiempo y los síntomas de la naturaleza humana. Con sensibilidad y
precisión retrata un fresco de la época y de sus gentes, y ataca sus peores
hábitos y vicios asociados a la tecnificación de la vida moderna y al
encorsetamiento de la clase media, esclavos de su condición, artificiales y
pretenciosos. Sus personajes, que rayan la caricatura, son estereotipos
absolutamente reconocibles en cualquier civilización industrial avanzada, y ahí
radica el gran poder de vinculación que atrapa al espectador. La vieja y amable
soltera, los sufridos camareros, la bella joven que viaja con su familia y se
ve rodeada de moscones, el marido que anda varios pasos tras su dominante
esposa, el pesado idealista de izquierdas, el avinagrado militar... y así un
largo etcétera. Todos resultan creíbles y cumplen una función. Tati no descuida
a ninguno de los secundarios, cada uno de ellos tiene un interés y la
oportunidad de lucirse al mismo nivel.
La línea argumental que vertebra la cinta se antoja simple, pero esto es
también una falsa impresión. A través de la irrupción de este elemento
perturbador (Monsieur Hulot) en un entorno que en principio le es ajeno (el
centro turístico), se ofrece la posibilidad de engarzar una serie de divertidos
y precisos gags visuales, en la línea del slapstick, que denotan un minucioso
estudio de los mecanismos y resortes de la comedia. Tati piensa en imágenes, y
asistimos a este continuo discurrir, ágil, fresco y transparente, con el
asombro de quien se halla ante un engranaje perfecto que hace diana allá donde
se había propuesto.
Fotograma de Las vacaciones de M. Hulot |
La obra de Tati, a pesar de ser sonora, se podría considerar una especie
de prolongación del cine mudo, y no sólo por la abundante mímica que despliegan
los actores para transmitirnos sus sentimientos, intenciones y actitudes,
llegando a sustituir a la palabra hablada, que se hace del todo innecesaria por
su expresiva gestualidad. En "Las vacaciones de M. Hulot" apenas hay
diálogos en el sentido habitual del término. Las conversaciones que escuchamos,
murmullos, frases aisladas, exclamaciones o asentimientos rudimentarios, en
ocasiones casi ininteligibles, forman parte, intencionadamente, del ruido
ambiental, de esa “banda sonora” donde también confluyen una iterativa pieza
musical deliciosa y la destacada profusión de otros sonidos que resultan de la
acción, como colisiones, golpes, crujidos, etc. Esta concepción de lo sonoro es
prodigiosa y reafirma esa sensación de retrato coral de un entorno determinado
que viene marcada por el variopinto número de caracteres que se congregan en la
trama y por la espléndida puesta en escena, tan auténtica y detallada.
Algunos de los habilidosos gags que Hulot exhibe aquí tienen como
protagonista el deporte. Uno de los más desternillantes se produce durante un
partido de tenis, cuando el infeliz vence a todos sus oponentes sin haber
jugado antes, limitándose a repetir una combinación de dos movimientos que cree
obligados. En realidad, Tati fue un destacado atleta en su juventud y comenzó
en los escenarios teatrales parodiando mediante mímica diversos deportes individuales
o de equipo, material humorístico que vuelve a recoger cuando salta al cine.
Fotograma de Las vacaciones de M. Hulot |
En "Las vacaciones de M. Hulot" también empiezan a vislumbrarse
otras constantes que irían cobrando mayor fuerza en sus títulos venideros, y
que ya había apuntado, esto es, su amor y respeto hacia los niños y los
animales. Su relación con los animales, sobre todo con los domésticos, se
ubicará en unas coordenadas no demasiado distantes de su tierna mirada hacia la
infancia. Ahora será tan sólo un perro echado sobre una carretera que impide el
paso a los vehículos o un caballo que le acarrea problemas, pero más adelante,
en "Mi tío", nos presentará a un grupo de canes vagabundos y a un
agradecido canario al que Hulot le procurará sol.
"Las vacaciones de M. Hulot" reúne inteligencia,
entretenimiento, sensibilidad, análisis y emoción; magia y poesía; es una
fascinante danza escenificada en el cine y una lúcida expresión de vida en la
que late la sabiduría del genio y el corazón del ser humano. A pesar del tiempo
pasado desde su realización, el filme sigue consiguiendo una carcajada
colectiva de hora y media de duración. Descúbrela si todavía no la conoces y
recupérala si ya la has visto. Al salir, te sentirás como si te hubieras tomado
una pócima secreta de bienestar. Ya casi no se hace cine como aquél...
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