Título original: While we’re young. Dirección
y guion: Noah
Baumbach. País: USA. Año: 2014. Duración: 94 min. Género: Comedia dramática. Fotografía: Sam Levy. Música: James Murphy. Montaje: Jennifer Lame. Casting: Douglas
Aibel. Vestuario: Ann Roth. Maquillaje: Judy Chin. Peluquería: Jacqueline Weiss. Productor: Noah Baumbach, Eli Bush, Scott Rudin, Lila Yacoub. Diseño de
producción: Adam
Stockhausen. Estreno en España: 4 Septiembre 2015.
Intérpretes: Naomi Watts (Cornelia), Ben Stiller (Josh), Maria
Dizzia (Marina), Adam Horovitz (Fletcher), Matthew Maher (Tim), Peter Yarrow (Ira
Mandelstam), Bonnie Kaufman (Esposa de Ira).
Sinopsis:
Josh y Cornelia son una pareja de mediana edad cuyo matrimonio y vida
profesional están estancados hasta que una pareja apabullante de jóvenes
veinteañeros entra en su vida y la desarma. Retrato realizado por el
prestigioso director estadounidense Noah Baumbach ('Frances Ha', 'Una historia
de Brooklyn') que explora temas como el envejecimiento, la ambición o el éxito.
Naomi Watts y Ben Stiller |
Comentarios:
Hoy nos detenemos en una comedia un tanto inusual. No recomendamos
normalmente comedias locas y disparatadas donde haya que poner el cerebro en
modo “palomitas”, se trata de una auténtica joya donde se da un repaso a la
famosa crisis de los cuarenta, por la que muchos de nosotros quizás hayamos
pasado.
El cine de Noah Baumbach siempre se debate entre la espontaneidad y la
trascendencia. Pretende ser sencillo, pero acaba siendo complejo. O quizá sea
al revés, y sus ansias de entidad esconden en realidad películas más pequeñas
de lo que aparentan. O no. En fin, bendita duda. Así lo afirma la pluma certera
de Javier Ocaña.
Una historia de Brooklyn, Margot y la boda y Frances Ha, las tres
notables, las tres interesantes, desprenden esa sensación, la de relatos
pergeñados con la impronta de la urgencia, casi del desapego, cuando es
probable que estén milimetrados, casi manufacturados. Algo que también ocurre
con la muy atractiva Mientras seamos jóvenes, certero análisis de la crisis de
la cuarentena de edad (como él, 46), que abre múltiples frentes de combate y
que destaca, sobre todo, en los alrededores de la crisis creativa y de la
crisis de las amistades, las de toda la vida; esa que arraiga conforme las
ilusiones y las prioridades se van diversificando entre unos y otros.
Una película que arranca con un diálogo impreso en la pantalla de El
maestro constructor, de Henrik Ibsen, está apuntando alto desde el inicio. El
inexorable paso del tiempo, la ambición desmedida y el sacrificio en pos del
triunfo, grandes temas en la obra del dramaturgo noruego que aquí se repiten. Y
sin embargo, a pesar de la intelectualidad, Baumbach se mueve en la
construcción del relato con la cotidiana sencillez de la nouvelle vague, con la
efervescencia de una comedia romántica juvenil. La primera mitad, excelente en
su dicotomía entre el cuarentón que cree estar en crisis, pero igual no lo
está, y ese hipster que todo lo hace bien, pero que puede esconder a un trepa
gorrón, es admirable.
Sin
embargo, cuando se fuerza la tuerca de la extravagancia, el director pierde un
tono que por suerte recupera en la parte final, cuando además de todo lo
narrado reflexiona sobre la realidad y la honestidad del documental, sobre la
pureza del cine, sobre sí mismo, conformando así una obra tan franca como pretenciosa.
Tan francamente pretenciosa como el nombre del hijo de cinco años de Baumbach:
Rohmer.
Este otoño tenemos un buen repertorio y variado. De vez en cuando una comedia te alegra la vida. Apuntada en la lista de las que hay que ver.
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