Título
original: El cuerpo en llamas. Temporada: 1. Episodios: 8. Año:
2023. País: España. Género: Suspense, Thriller. Estreno:
8 Septiembre 2023. (Netflix).
Creación: Laura
Sarmiento. Dirección: Jorge Torregrossa, Laura Mañá. Guión:
Laura Sarmiento, Carlos López, Eduard Sola. Música: Aitor Etxebarria. Fotografía: Ricardo de Gracia, Miquel
Prohens. Producción: Arcadia Motion Pictures. Distribuidora:
Netflix.
Reparto: Úrsula Corberó (Rosa), Quim
Gutiérrez (Albert), José Manuel Poga (Pedro), Eva Llorach (Ester), Isak Férriz
(Javi).
Sinopsis:
Mayo de 2017. El cadáver
de un hombre aparece calcinado en el interior de un coche en el pantano de
Foix, en Barcelona. Se trata de Pedro (José Manuel Poga), un agente policial.
El suceso despierta rápidamente el interés de la opinión pública, y más a
medida que la investigación va revelando una red de relaciones tóxicas,
engaños, violencia y escándalos sexuales que involucran a Pedro y dos de sus
compañeros policías: su pareja Rosa (Úrsula Corberó) y el exnovio de ésta,
Albert.
Comentarios:
El escabroso Crimen de la Guardia Urbana –en el que una mujer y un hombre, ambos agentes de la policía de Barcelona y amantes, fueron condenados por el asesinato con alevosía de un compañero, pareja oficial de la primera– fue desgranado con inteligencia y exhaustividad por el equipo de 'Crims' en un monográfico de cuatro episodios en 2021. Cualquier nuevo acercamiento audiovisual al mismo caso iba a sufrir necesariamente las comparaciones con este hito de la tele reciente.
Pero el equipo de 'El cuerpo en llamas', básicamente el mismo de la estimable 'Intimidad', otra serie en la que se abordaban temas sociales desde la óptica del suspense y la pornovenganza era parte esencial de la intriga, ha sabido dar forma a una dramatización absorbente de aquella serie de retorcidos sucesos. Aunque todos los detalles más emblemáticos de la historia acaben apareciendo, esto no es tanto un estricto docudrama como un intenso 'thriller', a veces casi fantástico o de terror, con base en hechos reales, en los hilos de una densa madeja de amor tóxico, mentiras y violencia policial y doméstica.
Del final del primer capítulo se desprende que esto no será otro ejemplo de 'whodunit' o 'quién lo hizo'. La trama y la investigación de los Mossos sirven como, respectivamente, estructura y acelerador de la historia, pero no son el quid de la propuesta. 'El cuerpo en llamas' captura la atención sobre todo como retrato de personajes, empezando por una Rosa Peral construida aquí como antiheroína compleja, jeroglífico difícil de explicar: policía, madre, asesina; a veces fría y artificiosa, otras veces ardiente; aparente verduga, pero también víctima de un entorno sociolaboral sexista donde no se perdona a las mujeres que sientan deseos, como se suele hacer con los hombres. Corberó está a la altura del desafío y lleva la serie a sus espaldas con ambigüedad poderosa.
Pero
tampoco hay que restar mérito al notable trabajo de Quim Gutiérrez en el rol de
Albert López, presentado aquí como un tipo absolutamente físico,
hipermasculino, amante de las artes marciales mixtas y con la épica
'Braveheart' como película de referencia. Comparte con Rosa un espacio íntimo
singular, dominado por la pasión carnal y marcado también por filias comunes
como la provocación, la velocidad o el cuestionamiento de los límites sociales.
Al
'true crime', tanto documental como ficcionalizado, se le suele echar en cara
que haga mitología de los asesinos mientras desatiende el trance de las
víctimas o de las familias de unos y otras. 'El cuerpo en llamas' presta
atención desde el inicio a esos supuestos secundarios (José Manuel Poga deja
huella como el asesinado), incluyendo a la descendencia de Rosa, aquí
representada por la pequeña Sofía, una Guiomar Caiado de gran naturalidad y
mirada inquisitiva. En este sentido, o su cruce de realidad con brotes casi
fantásticos, se podría conectar 'El cuerpo en llamas' con 'The girl from
Plainville', reivindicable hito del 'true crime' de ficción.
Como
director, Jorge Torregrossa (relevado por Laura Mañá en la parte central)
propone un estilo de quieta intranquilidad, definido por composiciones
raramente televisuales en las que a veces se indaga en la condición de 'voyeur'
del espectador. Cuando hay necesidad de incorporar algún mensaje de texto (muchos
de ellos esenciales en esta historia), el actor lo recita delante de la cámara.
Estrategias diversas que parecen dirigidas a ponernos en permanente estado de
alerta, a no dejarnos creer que esto son ocho horas más de contenido para
deglutir sin esfuerzo.
A
esa incomodidad/fascinación contribuye la música de Aitor Etxebarria, que tiene
los violines maltratados de Trevor Gureckis en 'Servant' y los arpegios de
sintetizador que se esperan en cualquier proyecto de Nicolas Winding Refn. Sin
salir del apartado musical, algo más discutible resulta el remate de casi cada
episodio con algún ejemplo clásico (Massiel, Sergio y Estíbaliz, Rocío Jurado)
de canción melódica española: no liga con el clima general de la serie ni con la
estética de los personajes. Por poner algún pero y no dejarlo todo en lógicos
halagos. (Juan Manuel Freire)
Recomendada.
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