Título
original: Los colonos. Dirección: Felipe
Gálvez Haberle. País: Chile. Año: 2023. Duración: 97 min. Género:
Drama, Aventuras.
Guión: Felipe Gálvez Haberle,
Antonia Girardi. Música: Harry
Allouche. Fotografía: Simone
D’Arcangelo. Producción: Don Quijote Films, Rei Cine, Snowglobe Films.
Sección “Una cierta mirada”
del Festival de Cine de Cannes 2023.
Fecha del estreno: 11 Octubre 2023 (España).
Reparto:
Alfredo Castro (José Menéndez), Camilo
Arancibia (Segundo), Mark Stanley (Alexander MacLennan), Benjamin Westfall
(Bill), Marcelo Alonso (Vicuña), Mariano Llinás (Francisco Moreno), Luis Machín
(Monseñor).
Sinopsis:
A fines del siglo XIX las
estancias ovejeras cubren cada vez más territorio en la Patagonia chilena. En
1893, Segundo, un mestizo chileno; Maclenan, un militar inglés y Bill, un
mercenario estadounidense, emprenden una expedición a caballo para delimitar y
reclamar las tierras que el Estado le ha otorgado a José Menéndez. Lo que
parece ser una expedición administrativa, se transforma en una violenta cacería
de onas, los nativos del archipiélago de Tierra del Fuego.
Comentarios:
En el cine los conceptos
de frontera y de conquista suelen venir asociados al wéstern: a sus esencias de
fondo y a sus peculiaridades formales. Pero también a la aventura: la adulta,
no la de parque de atracciones; la que vuelve su mirada a la historia de la
humanidad para reflexionar al mismo tiempo sobre la exploración del territorio,
sus condiciones económicas y sociales, y el lado más sombrío de la condición
humana. Y en esos dos territorios fílmicos, el wéstern y la aventura, se mueve la
insólita película chilena Los colonos, dirigida por Felipe Gálvez,
elegida por la academia de su país para labrarse un camino hacia el Oscar a
mejor película internacional.
Tratado teórico sobre el
colonialismo sin necesidad de los excesos retóricos del discurso ni de la
impostura, bello ejercicio visual y sonoro con un lenguaje cinematográfico
lejos de la complacencia y de cualquier convencionalismo contemporáneo, y
aguerrida representación de la crueldad y el salvajismo en nombre de una
supuesta civilización, Los colonos es un viaje al corazón de las
tinieblas ambientado en tierras fronterizas entre Chile y Argentina, en los
alrededores del año 1900. La Tierra del Fuego es el escenario de un mandato y
una búsqueda brutal: el encargo de un terrateniente blanco a tres de sus
trabajadores, un mercenario estadounidense, un exmilitar inglés y un mestizo
chileno, de intentar abrir una ruta para sus ovejas desde sus tierras y hasta
el Océano Atlántico, aun a costa del sacrificio de cualquier pueblo o tribu
nativos que se interponga en su camino.
En ese recorrido hay algo
de conradiano, de “almas saciadas de emociones primitivas”, de personajes “ávidos
de falsas glorias, de distinciones fingidas y de todas las apariencias que dan
el éxito y el poder”. También, de locura a lo Werner Herzog, al estilo de Aguirre,
la cólera de Dios o Fitzcarraldo, aunque cambiando la jungla por una
senda abierta en la que los atardeceres y los amaneceres son retratados por la
hermosa fotografía de Simone D’Arcangelo con preciosa rotundidad. La niebla
nocturna, la fuerza de la naturaleza y la puntual calma de los escenarios de
interior, iluminados de un modo delicado aunque brillante, contrastan con el
ejercicio de bestialidad del poder y de la depravación, incluidas las
violaciones.
“Una libra por cada oreja
cortada”, reza el lema de la película en su póster, entresacando una frase y
una acción dementes. “Matar salvajes” en beneficio del “desarrollo de las
tierras”. En los confines del mundo, y con los posteriores acuerdos con el
pueblo mapuche al fondo, resoluciones que recorren buena parte de la historia
del país, Los colonos habla del antes sin que el aquí y el ahora dejen
de estar presentes. Y tratándose además de una ópera prima, Gálvez narra su
relato con el freno de mano quitado en el aspecto musical, con una banda sonora
extraordinaria que a veces corre peligro de comerse las imágenes, pero que
retumba como el grito de los indígenas y le acaba encajando a la perfección. La
fuerza de su percusión, de sus contrabajos y sus trompetas estremece entre la
imponencia de sus paisajes y las monstruosidades de sus personajes. (Javier
Ocaña)
Recomendada.
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