Empezó
su carrera en el edulcorado cine de los años 50, luchó por papeles con mayor
carga psicológica en el de los 60 y 70 y tuvo una segunda carrera en los 80.
Piper Laurie, una de las últimas estrellas del Hollywood dorado, falleció el 14
de octubre de 2023 en Los Ángeles a los 91 años. Era muy conocida por
interpretar a dos malvadas: a la madre de Carrie y a Catherine Martell, la
villana de Twin Peaks.
Piper,
que logró tres nominaciones a los Oscar por El buscavidas, Carrie
e Hijos de un dios menor, consiguió su primer contrato para hacer
películas con solo 17 años. La Universal la fichó por su despampanante
cabellera pelirroja para darle papeles de reparto de chica simpática. Acompañó
a Donald O´Connor en una de las rentables películas de la serie de la mula
Francia, La mula Francis en las carreras (Arthur Lubin, 1951) y le dio
la réplica a Tony Curtis en Su alteza el ladrón (Rudolph Maté, 1951),
una de esas cintas de aventuras tan populares en la década de los 50.
La
carrera de Laurie siguió por esos derroteros. De nuevo al lado de Curtis
protagonizó El hijo de Alí Babá (Kurt Neumann, 1952), una de aventuras
orientales a todo color. Después se puso a las órdenes del gran Douglas Sirk,
en dos de los títulos menos conocidos del famoso director de melodramas: Prohibido
el paso al novio (1952), con el inevitable Curtis, y ¿Alguien ha visto a
mi chica? (1952) donde Sirk la ennovió con Rock Hudson.
En
El caballero del Mississippi (Rudolph Maté, 1953) Laurie le daba
calabazas una y otra vez a Tyrone Power, un jugador de cartas cuya fortuna iba
creciendo en los barcos que navegaban el río del título. Y en La espada de
Damasco (Nathan Juran, 1953) enamoraba de nuevo a Hudson convertida en una
princesa de cuento oriental.
A
finales de los 50, la actriz intentó salir del encasillamiento y alejarse del
papel de pelirroja que enamora galanes y participó en filmes de más calado como
Mujeres culpables (Robert Wise, 1957) en un papel de reparto. Estaba
acompañada por Jean Simmons, Joan Fontaine y Paul Newman. Pero Laurie no
acababa de encontrar su hueco en Hollywood y optó por trasladarse a Nueva York
e iniciar una nueva carrera en televisión.
Volvió
al cine cuando le ofrecieron un papel que cuadraba con sus aspiraciones, el de
la inválida y solitaria mujer que puede convertirse en la salvación de Paul
Newman en El buscavidas (Robert Rossen, 1961). Su interpretación le
valió la primera nominación al Oscar, pero pese a ese triunfo no llegaron
nuevas ofertas de calado y Laurie decidió dedicarse a su familia y a participar
en alguna obra de teatro en las tablas neoyorquinas.
La
cosa podía haber quedado ahí, en ese retiro que quizá no era tan deseado,
porque Laurie volvió a ponerse delante de las cámaras en 1976 e inició una
segunda y fructífera carrera. La oportunidad le llegó con un clásico del terror
de la mano de Brian De Palma, que iba a adaptar la novela de Stephen King Carrie,
donde Sissy Spacek era una adolescente con poderes telequinésicos que causaba
el caos a su alrededor. Carrie no estaba bien y no era de extrañar porque vivía
con una madre perturbada. Ese fue el papel que devolvió a Laurie al cine y le
reportó su segunda nominación al Oscar.
Y
otro papel de madre, en este caso de la joven sordomuda Marlee Matlin, en Hijos
de un dios menor (Randa Haines, 1986), supuso la tercera nominación para
Laurie, que durante la década de los 80 participó en filmes corales como Cita
con la muerte (Michael Winner, 1988), basado en una novela de Agatha
Christie, o comedias como Una chica de ensueño (Marc Rocco, 1989).
En
1990 se incorporó al reparto de Twin Peaks, la serie de David Lynch que
se convertiría en todo un clásico, donde daba vida a la villana Catherine
Martell. Piper Laurie se despidió del cine en 2010 interpretando a la abuela de
Hesher (Spencer Susser). La actriz, una de las últimas estrellas de los
tiempos del Hollywood dorado, falleció el pasado 14 de octubre de 2023. (Leonor Mayor)
Fotograma de "Carrie" |
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