Título
original: Black Beach. Dirección: Esteban
Crespo. País: España. Año: 2020. Duración: 110 min. Género:
Thriller, Drama.
Guión: Esteban Crespo, David
Moreno. Música: Arturo Cardelús. Fotografía: Ángel Amorós. Producción:
David Naranjo Villalonga, Lazonafilms, Macaronesia Films, Scope Pictures,
Producciones Africanauan S.L.
6 nominaciones a los
Premios Goya 2020. Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga 2020.
Fecha del estreno: 23 Agosto 2020 (España).
Reparto:
Melina Matthews (Susan), Candela Peña (Ale),
Emilio Buale (León Ndong), Raúl Arévalo (Carlos), Paulina García (Elena).
Sinopsis:
Carlos, un alto ejecutivo
a punto de convertirse en socio de una gran empresa, recibe el encargo de
mediar en el secuestro del ingeniero de una petrolera americana en África. El
incidente está poniendo en peligro la firma de un contrato millonario.
Comentarios:
En el más común de los mundos, un hombre de acción es un salvaje, un ser sin conciencia al que le mueven los apetitos más básicos. Y lo que vale para el ser humano, sirve igual para el cine. Al cine de acción sólo anima, en efecto, el más simple de los deseos: ganar dinero. Pues bien, Esteban Crespo no está del todo de acuerdo. Es más, Crespo es un spinozista cabal que, como el filósofo judío, está convencido de que las pasiones no han de ser por fuerza consideradas vicios, sino fuerzas para potenciar o disminuir la acción. Hay que comprender, nos dirían los dos, el poder de los apetitos del cuerpo y del alma para moderarlos. Y llegados a este punto, ahí está Black Beach, una película de acción, pero consciente de que se puede correr, saltar y hacer estallar cosas, pero sin perder la cabeza, con las ideas claras. Es más, con conciencia.
El filme cuenta la historia de un alto ejecutivo (es decir, malo) que antes fue miembro de una ONG (es decir, bueno). Una vez más, Raúl Arévalo vuelve a demostrar que lo de actor se le queda corto. Él puede ser lo que se proponga. Un buen día, nuestro héroe (que también tiene algo de villano) recibe el encargo de mediar en el secuestro de un ingeniero de una petrolera estadounidense en África. Lo que sigue es una aproximación (modesta, pero efectiva) al universo de Bourne, o incluso de Graham Greene, en el que las intrigas, las carreras, los disparos y las escenas filmadas con dron lo ocupan casi todo, pero no lo más importante. Crespo, como ya hiciera en el corto nominado al Oscar Aquel no era yo, demuestra su facilidad para hacer mucho con lo justo y sin perder de vista que lo que sigue a la acción no es tanto la reacción como la conciencia. Hemos llegado. (Luis Martínez)
Recomendada (con reservas).
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