miércoles, 29 de junio de 2022

Disobedience (Sebastián Lelio, 2017)

 

Título original: Disobedience. Dirección: Sebastián Lelio. País: Reino Unido. Año: 2017. Duración: 114 min. Género: Drama.

Guión: Sebastián Lelio, Rebecca Lenkiewicz (basado en una novela de Naomi Alderman). Fotografía: Danny Cohen. Música: Mathew Herbert. Montaje: Nathan Nugent. Producción: Rachel Weisz, Ed Guiney, Frida Torresblanco.

Premio al Mejor Actor Secundario (Alessandro Nivola) en los British Independent Film Awards 2018. Presentación especial en el Festival de Toronto 2017.

Fecha del estreno: 25 Mayo 2018 (España).

 

Reparto: Rachel Weisz (Ronit Krushka), Rachel McAdams (Esti Kuperman), Alessandro Nivola (Rabino Dovid Kuperman), Bernardo Santos (Jonathan Schey), Anton Lesser (Rav Kruschka), Bernice Stegers (Tía Fruma), Allan Corduner (Tío Moshe), Nicholas Woodeson (Rabino Goldfarb), Liza Sadovy (Rebbetzin Goldfarb), Clara Francis (Hinda), Mark Stobbart (Lev), Caroline Gruber (Hannah Shapiro), Alexis Zegerman (Riuka).

 

Sinopsis:

Una mujer que se crió en una familia ortodoxa judía regresa a su hogar con motivo de la muerte de su padre, un rabino. La controversia no tardará en aparecer cuando comienza a mostrar interés por una vieja amiga de la infancia.

 

Comentarios:

No resulta demasiado complicado entender por qué Rachel Weisz llamó al chileno Sebastián Lelio para dirigir la adaptación de la primera novela de la autora británica Naomi Alderman, publicada en 2006: al igual que Gloria (2013) y Una mujer fantástica (2017), Disobedience es una historia que sintetiza la dinámica del melodrama en el pulso entre el deseo (femenino) y la ley (patriarcal). Al igual que Marina Vidal, la heroína de Una mujer fantástica, Ronit Krushka, el personaje que aquí interpreta Rachel Weisz, es alguien que reclama su derecho al duelo en un entorno que se manifiesta hostil: el círculo familiar y religioso de ese difunto padre rabino del que la protagonista se desafilió cuando decidió emprender una vida independiente en Nueva York como artista de la fotografía, lejos de esa opresiva ortodoxia religiosa de la comunidad judía londinense.

Lelio es consecuente con su discurso y también especialmente meticuloso en la descripción de ese ambiente helado, donde las mujeres parecen habitar, en interiores, unos limbos de aislamiento que se dirían la versión contemporánea de una pintura de Vilhelm Hammershøi. Lo que activará el conflicto será la reactivación del deseo que Ronit vivió en su adolescencia por su amiga Esti Kuperman –una magnífica Rachel McAdams, que se ajusta sus pelucas como quien se ciñe una mordaza o una renuncia vital-, casada hoy con un amigo de juventud de las dos llamado a ser el heredero en la sinagoga del legado y la autoridad del rabino muerto.

Un sermón en el clímax que entra y sale de foco, mientras las lágrimas afloran en la mirada de Esti, aporta el gran pico de fuego expresivo en esta película notable, si bien algo forzadamente circunspecta, en la que Lelio pierde algo de identidad en la traducción. (Jordi Costa)

Recomendada.




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