Título
original: Real Women Have Curves. Dirección: Patricia
Cardoso. País: USA. Año: 2002. Duración: 90 min. Género:
Comedia dramática.
Guión: George LaVoo, Josefina
Lopez. Fotografía: Jim Denault. Música: Heitor Pereira. Montaje: Sloane Klevin. Producción: HBO
/ Newmarket.
Premio del Público y
Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance 2002. Premio del público
joven en el Festival de san Sebastián 2003.
Estreno en España: 1 agosto 2003.
Reparto: América Ferrera (Ana), Lupe
Ontiveros (Carmen), Ingrid Oliu (Estela), George López (Sr. Guzmán), Brian
Sites (Jimmy), Lourdes Pérez.
Sinopsis:
Ana, una adolescente
méxico-americana, está a punto de convertirse en mujer. Vive en la comunidad
hispana del Este de Los Ángeles, y recién acabado el instituto su profesor la
anima para que solicite una beca para estudiar en la Universidad de Columbia. Pero
sus tradicionales padres piensan que no es tiempo para estudiar, sino para
ayudar a su familia. Dividida entre sus ambiciones personales y su tradición
cultural, accede a trabajar con su madre en la fábrica de costura de su
hermana, en el centro de Los Ángeles.
Comentarios:
Esta película fue
realizada en los EEUU por la directora colombiana, Patricia Cardoso, que, como
latina residente en los EEUU y como buena antropóloga, radiografía la sociedad
chicana de Los Ángeles a través de una familia de migrantes, extensa
paradigmática, cuyas principales protagonistas son las mujeres. Este proyecto
nació de la adaptación cinematográfica de la obra teatral del mismo título de
Josefina López, basada en su autobiografía como inmigrante mexicana, sin
papeles, y trabajadora en el taller de costura de su hermana.
El film, según Patricia
Cardoso, puede catalogarse de “comedia dramática” o “dramedy” como se denomina en los EEUU,
género muy cultivado por la cineasta, y que tiene unas raíces muy
latinoa-mericanas, y, sobre todo colombianas. Para la directora la mejor forma
de hacer una crítica a la dura realidad social es a través de la comedia, del
humor, de un cierto humor negro, que entronca con toda una tradición cultural
hispánica. La obra de Cardoso es sencilla, de fácil comprensión, llega a un
amplio público, pero plantea una profunda y crítica reflexión a la mentalidad
tradicional patriarcal.
Las mujeres de verdad tienen curvas es
también una mordaz crítica al capitalismo salvaje estadounidense y a sus
patrones estéticos femeninos, a sus
“barbies” anoréxicas, como así se muestra en una secuencia del film, en donde
las mujeres, inmigrantes, latinas o chicanas, trabajadoras de un taller de
costura revelan su cuerpo, sus curvas, rebelándose ante los cánones “estéticos”
impuestos por el machismo hetero-patriarcal. Esta secuencia, llena de humor
negro, es la que da nombre al film. La propia cineasta refiere así la misma: “Cada vez que veo la escena en que todas las
mujeres que están en el taller de costura se quitan la ropa, me conmuevo, pues
durante los ensayos yo hablé con ellas de eso: hablamos de que toda la gente es
bella pero no nos damos cuenta”.
Las mujeres de verdad tienen curvas
se enriquece de la formación en Antropología Cultural de su directora, pues no
solo muestra imágenes, casi de documental, de los barrios latinos,
principalmente chicanos, de la ciudad de Los Ángeles, sino también nos introduce
en el espacio doméstico del mundo inmigrante con sus conflictos, crisis de
identidad y tensiones intergeneracionales.
Así pues, a través de sus
actores, casi paradigmáticos, Cardoso nos ofrece un complejo caleidoscopio de
identidades en el que contemplamos a dos generaciones migrantes: La Primera
Generación que adopta diversos comportamientos: por un lado, tenemos al
inmigrante latino, que se adapta, sin olvidar sus raíces, está representado en
el personaje del abuelo, cuyo sueño de integración en la nueva sociedad lo
deposita en la tercera generación, en su nieta Ana, ella es su tesoro, es su
oro, es la que hará realidad “el sueño americano”, ese guiño, esa complicidad
entre la primera y tercera generación de inmigrantes es un hecho, muy común, del
que nos habla la Sociología.
Por otro lado, en esa
primera generación, están también los padres de Ana: Doña Carmen (Lupe
Ontiveros) asimilada y anulada por un capitalismo salvaje como única forma de
supervivencia económica, pero al mismo tiempo está anclada en un imaginario
tradicional, supersticioso y machista, cuyos esquemas pretende transmitir e
imponer a toda costa a sus hijas. Los valores patriarcales, casi siempre,
transmitidos por las madres, hacen acto de presencia en el rol adoptado por
Doña Carmen, una mujer que va de víctima, castradora, manipuladora, envidiosa,
desclasada e inmovilista que solo desea para sus hijas el estado del matrimonio
convencional, como la única carrera y vocación a la que están llamadas las
mujeres, condenadas a perpetuar valores retrógrados, que solo generan el
ostracismo y la no integración de la población inmigrante en la sociedad de
acogida.
El padre de Ana, Raúl
García (George López) mantiene los símbolos externos de su identidad cultural
mexicana (el sombrero mexicano) pero se esfuerza por integrarse en la nueva
realidad, aprendiendo el idioma y hablando el inglés en el entorno adecuado.
La Segunda Generación, representada por Estela
(Ingrid Oliu) hermana mayor de Ana que trabaja muy duro para sacar adelante un
pequeño e insalubre taller de costura (overlock), cosiendo vestidos en serie
por los que le pagan 18 dólares, pero que las grandes firmas venden en el
mercado a 600. Estela sueña con ser diseñadora de moda, su sueño americano le
hace doblegarse (asimilarse) a las pautas explotadoras del capitalismo salvaje;
por otro lado, está Ana, la protagonista principal que, sin olvidar su origen
latino, se integra a la nueva sociedad. A través de Ana, la cineasta Patricia
Cardoso hace un guiño a la educación superior (universitaria) como única
posibilidad de integración, de salir del gueto chicano, e introducirse en
el país de las ¿oportunidades?
Otros personajes son las
mujeres inmigrantes, trabajadoras en el taller de costura, que viven confusas entre
su identidad de origen y la adaptación al país de acogida.
Un ejemplo de integración
es Mister Guzmán, profesor en el Instituto de Beverly Hills, donde estudia Ana.
Guzmán, de origen latino, representa el éxito social y económico de los
emigrantes latinos gracias a la educación superior.
A modo de conclusión,
esta película aborda de forma amena y divertida cuestiones acerca del conflicto
de las segundas generaciones de inmigrantes, la identidad cultural, el
descubrimiento de la sexualidad y el amor en la adolescencia o la explotación
laboral de las trabajadoras de origen extranjero; también destaca la
posibilidad de progreso de las segundas generaciones a través de la educación
superior como única vía de integración. Es un film realizado por mujeres,
interpretado por mujeres y dirigido a mujeres, pero sin excluir a nadie, pues
también los hombres están presentes y tratados con mucha delicadeza. (María
Dolores Pérez Murillo)
Recomendada.
Por primera vez he visto una pelicula q muestra perfectamente el schism y el overlapping entre generaciones de una famila inmigrada al US. Que la directora es antropologa es un enorme plus.
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