Título original: Never let me go. Dirección: Mark Romanek. País: Reino Unido, USA. Año: 2010. Duración: 105 min. Género: Drama, Ciencia-Ficción.
Guión: Alex Garland (basado en la novela de Kazuo Ishiguro). Fotografía: Adam Kimmel. Música: Rachel Portman. Montaje: Barney Pilling. Diseño de producción: Mark Digby. Vestuario: Rachael Fleming, Steven Noble. Producción: Andrew Macdonald, Allon Reich.
Nominada a la Mejor fotografía en los Premios Independent Spirit 2010. Premio a la Mejor Actriz (Carey Mulligan) en los British Independent Film Awards (BIFA) 2010.
Fecha del estreno: 18 Marzo 2011 (España).
Reparto: Carey Mulligan (Kathy), Andrew Garfield (Tommy), Keira Knightley (Ruth), Charlotte Rampling (Srta. Emily), Sally Hawkins (Lucy), Isobel Meikle-Small (joven Kathy), Ella Purnell (joven Ruth), Charlie Rowe (joven Tommy).
Sinopsis:
Ruth, Kathy y Tommy pasan su infancia juntos en el internado inglés de Hailsham y son inseparables. Sin embargo, a medida que van creciendo tienen que afrontar los sentimientos que van germinando en su interior: Tommy y Ruth se convierten en pareja, pero Kathy también está enamorada de Tommy. Pero además, hay un secreto sobre su futuro que descubrirán en el internado, algo que afectará de forma directa a su destino y su vida adulta.
Comentarios:
En ocasiones muy puntuales, las películas de ciencia ficción poco tienen que ver con los avances tecnológicos y con la presencia de espectaculares artilugios aún por inventar en el mundo real. A veces (piensen en el espacio sobrenatural de la extraordinaria en todos los sentidos Picnic en Hanging Rock) una historia ambientada en el futuro (o, como el caso que nos ocupa, en un presente histórico con mutaciones) viene a presentarnos una realidad palpable y reconocible, por mucho que la sociedad en la que se enmarque sea distópica, es decir, una utopía negativa alejada de lo ideal para el ser humano. Es lo que ocurre con la inclasificable Nunca me abandones, basada en una novela del japonés afincado en Inglaterra Kazuo Ishiguro, adaptada ahora al cine por el prestigioso realizador de videoclips Mark Romanek, empeñado en desterrar la idea de que los de su especie, cuando llegan al cine, utilizan montajes ultrarrápidos y apabullantes puestas en escena.
Para entendernos, y sin necesidad de desvelar demasiado de una trama que solo comienza a entenderse en la novela alrededor de la página 100 (Romanek, en todo caso, hace bien en dar ciertas pistas en los primeros minutos), estamos ante una película donde la sociedad que lucha contra las enfermedades incurables, gracias a la ciencia, ha creado un mundo paralelo en el que reina lo bucólico, pero en el que el amor está desterrado, un tanto a la manera del reducto social de El bosque, de M. Night Shyamalan. Nunca me abandones, ambientada entre las décadas de los setenta y los noventa, con muy vagas explicaciones sobre los razonamientos y la metodología utilizada para llegar a tal estado colectivo, se conforma así como el cruce imposible entre una trama a lo Philip K. Dick y unos personajes, unos ambientes y unos subtextos cercanos al romanticismo de Jane Austen. Una película interesantísima aunque, eso sí, demasiado fría, sobre todo teniendo en cuenta que se está priorizando el sentimiento de desesperanza en perjuicio de la reflexión expositiva sobre las características de una sociedad enmarcada en un futuro alternativo, y que todos los elementos formales y narrativos de la película (música de cuerda y tonalidad romántica; paisajes campestres; triángulo amoroso) deberían confluir, y no lo consiguen del todo, en una explosión de emociones. (Javier Ocaña)
Recomendada (con reservas).
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