Director
y guionista de cine francés nacido en París (Francia) el 3 de diciembre de
1930. Nacido en un ambiente familiar burgués (su padre era un médico
protestante y su madre era hija de banqueros), comenzó sus primeros estudios en
Suiza para proseguirlos en el parisino Liceo Buffon y cursar posteriormente en
la Sorbona estudios de Etnología, los cuales finalizó en 1949.
El
cine le inquietó desde su entrada en la Universidad, y por ello decidió
frecuentar los centros en los que maduraban los jóvenes cinéfilos de finales de
los años cuarenta. La Cinemateca Francesa y diversos cine-clubs de la época
fueron los centros que frecuentó especialmente y donde contactó con los otros
jóvenes de su generación que muy pronto se reunieron en torno a la revista La
Gazzette du Cinéma.
Sus
primeros pasos fueron, como los de Truffaut, Rohmer o Rivette, en la crítica
cinematográfica. A mediados de los cincuenta tuvo que marchar a Suiza, en donde
trabajó en varios oficios que le permitieron reunir el dinero suficiente para
producirse su primer cortometraje, Operation Beton (1954), sobre la
construcción de un dique en el que trabajó como obrero. Regresó a París y
continuó con sus críticas en Cahiers du Cinéma, la revista que había
fundado, entre otros, su amigo André Bazin. Sucesivos cortometrajes le
permitieron dominar el oficio de la escritura y la dirección, siempre con la
colaboración de sus compañeros de revista, con los que había participado en
películas ajenas como actor.
Su
primer largometraje entró de lleno en las directrices marcadas por la Nouvelle
Vague, y conjugó un cierto tono de frescura con las fórmulas ya consolidadas
por el cine estadounidense, del que demostró ser un gran admirador. Al final
de la escapada (1959) habla de lo efímero que es la vida y, por ende, de la
necesidad de vivir al día. La fuerza de la historia (con Jean-Paul Belmondo y
Jean Seberg) se construye sobre una cierta frescura narrativa, ágil, que anima
al espectador a una mirada diferente que le lleva por caminos conocidos pero
que le sorprenden por el ímpetu de las imágenes. Godard penetra en los
personajes con dureza, una postura que mantuvo en sus obras posteriores.
Godard en el rodaje de "Al final de la escapada"
Afrontar
el reto de la renovación, la crítica a los modelos más conservadores del cine
francés, supuso para Godard tener el convencimiento de que su actitud
conllevaba un riesgo profesional que debía asumir. Así lo entendió y defendió a
lo largo de su vida, aferrándose a una ruptura creativa que le convirtió en el
referente único al asumir los principios de la Nouvelle Vague, en uno de
los momentos históricos más cruciales para el cine francés y europeo.
Godard en el rodaje de "El dcesprecio"
Godard
asumió un compromiso con sus vivencias, con la vida, con la sociedad que le
rodeó a cada instante. Construyó historias sobre pilares más o menos
reconocibles y alternó en las mismas todo aquello que daba una dimensión más
creíble al relato. Demostró que el día a día ofrece muchos argumentos sólidos sobre
los que detener la mirada y reflexionar: los hombres y mujeres que surgen en
sus películas le sirven para diseccionar cuestiones políticas, sociales,
antropológicas, semiológicas, religiosas, etc. Es así como va evolucionando
desde El soldadito (1960), una de sus miradas a la guerra, hasta La
chinoise (1967), acercamiento a la juventud ideologizada, y Yo te
saludo, María (1985), en donde revisa un momento de la historia del hombre,
de su propio trabajo como director de cine, provocando confusión y demostrando
que en su vida creativa ha nadado contra corriente en temas trascendentes y
polémicos desde el punto de vista moral y estético.
Desde
cualquier punto de vista, el cine de Godard (Vivre sa vie, 1962; Una
mujer casada, 1964; Week-end, 1967) no pasa desapercibido desde la
contemplación más simple: su escritura audiovisual quiere profundizar en lo
inverosímil (una confusión entre la realidad y la ficción dominó toda su obra,
como atestiguan que sean sus esposas las protagonistas de sus historias: Anna Karina
y Anne Wiazemsky), ejercicio que exige un dominio de los recursos lingüísticos
mínimos para acceder al interior de la historia, de los personajes y del
director.
En
el 2010 la Academia de Hollywood le concedió el Óscar honorífico. Murió el
pasado 13 de septiembre de 2022, a los 91 años. El diario Libération, que dio
la noticia, explicó que había muerto rodeado por los suyos y por “suicidio
asistido” en Rolle, la localidad en la que vivía desde hacía décadas en Suiza.
“No estaba enfermo, simplemente estaba agotado”, dice un allegado de la familia
al citado diario. “Así que había tomado la decisión de acabar. Era su decisión
y era importante para él que se supiese”. Esta práctica es legal en Suiza. Su
mujer, Anne-Marie Miéville, decía que, por su afán de llevar la contraria,
habría que escribir sobre su tumba el siguiente epitafio: “Jean-Luc Godard, al
contrario”.
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