domingo, 25 de septiembre de 2022

El Decálogo de Krzysztof Kieslowski

 


Han pasado varias décadas desde el estreno de El Decálogo de Krzysztof Kieslowski y continua teniendo igual o mayor vigencia de la que tuvo a finales de los 80. Se ubica como un punto medio entre los dos grandes períodos creativos de su autor: el período polaco con una fértil producción documental y de largometrajes, y el período francés, pleno de recursos y de reconocimiento internacional. El proyecto consistió en realizar una serie de 10 películas de menos de una hora para televisión, tomando como esqueleto los 10 Mandamientos, base moral del cristianismo.

 

Acabada la Segunda Guerra Mundial se estimó que la destrucción de Varsovia alcanzó al 80% de sus edificios. Durante los siguientes años fueron llevadas a cabo restauraciones y nuevas construcciones por parte de gobiernos controlados y financiados desde la Unión Soviética. Una población arrasada por el nazismo y el comunismo comenzaba a despertar, desarrollándose tímidamente en estos barrios a partir de los años 80. Entre estos edificios y con estos personajes, Kieslowski realizó 10 fotografías sobre su país, sobre un momento histórico y, por encima de todo, sobre el ser humano.

 

Artur Barcis es el actor que interpreta al personaje que aparece en todos los episodios (a excepción del séptimo y del décimo). No tiene nombre ni líneas de diálogo, no interactúa con ningún personaje más allá de unas miradas y sus apariciones duran tan sólo unos segundos. Como otros detalles en Kieslowski, este personaje puede tener múltiples interpretaciones: es el autor entrando en su obra, es el espectador que se asoma, pero también puede ser la propia conciencia del personaje. Barcis aparece en momentos decisivos sin intervenir para alterar una acción ya que las decisiones finales sólo pertenecen a los protagonistas.

 

Barcis es la primera figura que vemos en pantalla en Decálogo 1. Yo soy el Señor, tu Dios. La historia presenta a un inteligente y sensible niño que se forma entre el racionalismo de su padre y la espiritualidad de su tía. Ambos le quieren, son cariñosos y pacientes con él, y cada uno le explica su diferente visión sobre Dios y sobre el mundo. Es el niño el que, en su proceso de aprendizaje y haciendo uso de su libertad, asimilará las diferentes perspectivas para así tener la suya propia. Kieslowski nos muestra que no somos más que ese niño que se sigue haciendo las mismas eternas preguntas.

 

Barcis sobrevuela no muy lejos hacia el siguiente episodio, Decálogo 2. No invocarás el nombre de Dios en vano, para convertirse en enfermero de un hospital en el que se encuentran tres personajes en conflicto: un enfermo de cáncer, su esposa embarazada y el médico de cuyo diagnóstico depende que se tomen algunas decisiones. En este episodio Kieslowski sintetiza y relaciona las diferentes visiones de cada personaje, empleando un conjunto de símbolos y metáforas que refuerzan los momentos críticos de la historia e involucrando al espectador por la empatía y el magnetismo que desprenden.

 


Una pareja en un coche se dirige a toda velocidad y en dirección contraria hacia un autobús conducido por nuestro amigo Barcis, que observa la escena con estupor pero también con cierta paz. En Decálogo 3. Santificarás las fiestas, estamos en la Nochebuena de Varsovia. Una mujer provoca que un hombre abandone la cena familiar para emprender la búsqueda callejera de una tercera persona. El uso de la luz es otro de los sellos particulares de Kieslowski, en este episodio los personajes viven su conflicto delante o detrás de cristales más o menos translúcidos y frente a espejos que no muestran toda la verdad. Resultan destacables las escenas del periplo por las calles de Varsovia, infinidad de matices lumínicos y espaciales proporcionan la sensación de viaje a ninguna parte.

 

Barcis se acerca a una chica que tiene una carta en la mano, la chica está a punto de tomar una decisión que resolverá una gran duda de su pasado, complicará su presente y convertirá su futuro en una incógnita. Se podría decir que el gran tema de Kieslowski a lo largo de su carrera es la libertad, en todas sus obras está presente y en este episodio particularmente: Decálogo 4. Honrarás a tus padres. Un padre y su hija mantienen una relación que se basa en la confianza y en el diálogo, ésta se tambalea cuando aparece una carta escrita por la madre fallecida. Los personajes se sinceran y se reconocen en su amor por el otro como único camino para encontrar la verdadera libertad. Como es habitual, Kieslowski maneja magistralmente el transcurrir del tiempo, los giros dramáticos y el suspense de la historia, desembocando en uno de sus sugerentes finales abiertos. 

 


Un taxista detiene el coche ante la indicación de un operario que trabaja en una obra. El operario Barcis observa el interior del taxi y cruza una tensa y larga mirada con el pasajero, un joven que se dispone a cometer un asesinato premeditado y cruel. El episodio Decálogo 5. No matarás, fue uno de los que se ampliaron para emitirse en formato largometraje. Este episodio posiblemente contiene las escenas más duras de la filmografía de Kieslowski, explorando los aspectos más sórdidos de la muerte en largas escenas que impactan por agónicas y absurdas. El espectador deambula junto con el abogado que desespera teniendo que asumir los mecanismos imparables desatados por la violencia.

 


El laberinto donde se encuentran y desencuentran nuestros personajes cobra especial importancia en el episodio Decálogo 6. No cometerás adulterio (No amarás), segundo de los episodios convertido en largometraje. Barcis se cruza con un joven que se mueve por el barrio en una especie de frenesí. Se trata de un voyeur enamorado de una vecina a la que espía desde su habitación. Cuando se produce el acercamiento personal, se confrontan la visión ingenua sobre el amor del uno contra la actitud cáustica de la otra. Todo gira nuevamente en torno a la libertad y la dificultad de su uso, a las preguntas sin respuesta, a los personajes no prejuzgados y a los finales abiertos ¿Cómo consigue Kieslowski que no nos sintamos frustrados ante tanto interrogante y aparente ambigüedad? Es parte de su magia. El rastro por el que seguimos a Barcis se interrumpe puntualmente en Decálogo 7. No robarás. Si en el anterior episodio se trata el amor de pareja, éste se centra en el afecto familiar. El episodio comienza con una (premeditadamente) confusa escena donde un matrimonio maduro y su joven hija cuidan de una niña que llora. La aparición sorpresiva de la madre real cae como una bomba destapando relaciones opresivas, inmadurez y egoísmo. En este episodio se nos reserva un gran final compartido por las tres mujeres en conflicto en el que resulta casi imposible decidirse por la opción menos mala. La influencia de la religión se hace también presente mostrando su influencia en la sociedad polaca, no olvidemos que estamos en pleno papado de Juan Pablo II.

 


En Decálogo 8. No mentirás, Barcis aparece como oyente en una clase de la universidad en la que se conversa entre la profesora de Ética y sus alumnos. Alguien expone el caso del médico del segundo episodio (conexiones que se repiten a menudo en la filmografía de Kieslowski). El grupo reflexiona sobre cómo tomar decisiones ante una situación compleja, cuáles son los motivos, fortalezas y debilidades de las personas en estas circunstancias. En definitiva, el micromundo del aula funciona como espejo del propio cine de Kieslowski. Entre los asistentes al debate se encuentra la protagonista del episodio, progresivamente más afectada por el asunto en debate debido a una experiencia personal que marcó su vida. El camino de la comprensión y del perdón se torna imprescindible ante la imposibilidad de comprender las verdades absolutas, expresándose con intensidad la visión contradictoria y débil del ser humano que, sin embargo, siempre tiene posibilidad de redención.

 

Barcis se mueve en bicicleta alrededor de un hombre pensativo. Cruzan sus miradas en el momento en que éste duda sobre cómo dar una noticia que podría arruinar su matrimonio.

 

Decálogo 9. No desearás a la mujer de tu prójimo plantea la cuestión sobre si en casos extremos son suficientes el respeto, el diálogo y el cariño. En este caso Kieslowski nos muestra algunos de los impedimentos para el desarrollo de nuestra libertad individual cuando la persona no es dueña de su destino. Sólo conociendo la verdad podrá volver a serlo, y conseguirla supone tomar una ruta complicada de la que resulta fácil salir herido.

 


En el anterior episodio se despide nuestro amigo Barcis no apareciendo en el último de la serie: Decálogo 10. No desearás los bienes ajenos. Este episodio se escapa del tono dramático de los anteriores para incorporar algunos aspectos cómicos, resultando especialmente interesante por este motivo. Tenemos a dos hermanos que se vuelven a encontrar después de muchos años con motivo del fallecimiento del padre. Descubren una curiosidad en la herencia que alterará sus vidas poniendo en riesgo su relación, desvelando así la fragilidad de la amistad fraternal. Kieslowski finaliza su Decálogo con una escena de grandes carcajadas entre los protagonistas cuando rotas todas las ataduras mundanas se gana la libertad. No olvidemos que en Kieslowski nada es casual ni gratuito.

 

Dios, símbolos, luz, libertad, muerte, amor, familia, perdón, verdad y amistad. Entre los anteriores conceptos es la libertad el que sirve de piedra angular en la filmografía de un humanista como Krzysztof Kieslowski (1941-1996), obsesión comprensible habiendo crecido durante una terrible posguerra bajo la bota del opresor comunismo, para después sumergirse en la melancólica y agridulce transición hacia una incompleta democracia. Su cine no sólo gira en torno a esa cuestión universal sino que predica con el ejemplo: el espectador siempre se siente libre de interpretar lo que está viendo. Esta es la coherencia ética y el potente legado que nos regala una de las obras cumbres de un gran artista. (David Camacho)


Krzysztof Kieslowski 



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