Título original: Zama. Dirección: Lucrecia Martel. País: Argentina. Año: 2017. Duración: 115
min. Género: Drama.
Guión: Lucrecia Martel, basado
en la novela de Antonio Di Benedetto. Fotografía:
Rui Poças. Sonido: Guido Berenblum. Montaje: Karen Harley. Vestuario: Julio Suárez. Ayudante de Dirección: Fabiana
Tiscornia. Maquillaje: Marisa Menta.
Dirección artística: Renata Pinheiro.
Diseño de Producción: Javier Leoz. Producción: Benjamin Domenech, Santiago
Gallelli, Vania Catani.
Presentada en la sección
oficial del Festival de Venecia 2017 (fuera de concurso). Mejor Dirección,
Dirección artística y Sonido en el Festival de La Habana 2017. Premio Especial
del Jurado (mención especial) en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2017. Nominada
a Mejor película Hispanoamericana en los Premios Goya 2017. Nominada a Mejor
Película Iberoamericana en los Premios Ariel 2017.
Estreno en Sevilla: 19 enero 2018
Reparto: Daniel Giménez Cacho (Don
Diego de Zama), Lola Dueñas (Luciana Piñares de Luenga), Matheus Nachtergaele (Vicuña
Porto), Juan Minujín (Ventura Prieto), Nahuel Cano (Fernández), Daniel Veronese
(gobernador), Rafael Spregelburd (capitán Hipólito Parrilla).
Sinopsis:
Narra la historia de Don
Diego de Zama, un oficial español del siglo XVII asentado en Asunción que
espera su transferencia a Buenos Aires. Es un hombre que espera ser reconocido
por sus méritos. Pero en los años de espera pierde todo. Decide atrapar un
peligroso bandido y recuperar su nombre...
Comentarios:
Película dirigida por la
cineasta argentina Lucrecia Martel, coproducida por Argentina, Brasil, España,
México, Francia, Holanda, EEUU y Líbano.
En la Sección Oficial del
14 Festival de Cine de Sevilla la película Zama fue presentada por su actriz
principal, Lola Dueñas, y los productores de El Deseo (Agustín Almodóvar y Esther García) que elogiaron a la
directora argentina, Lucrecia Martel, por su regreso al cine tras una década de
ausencia. Zama, su cuarta película,
se basa en la novela homónima de Antonio di Benedetto (1922-1986), escrita en
1956 y considerada una de las mejores novelas en castellano.
Zama simboliza un viaje distópico. Diego de Zama
espera. El antiguo corregidor, enviado
por la Corona española a Paraguay en pleno siglo XVIII, aguarda día tras día un
ansiado traslado a Buenos Aires y otea
en el horizonte para ver si se aproxima un barco con noticias del rey o de su
mujer y sus hijos.
Martel nos lleva de viaje
por una geografía olvidada, a la zona del “gran pantanal”, un área periférica o
fronteriza, un espacio de nadie o “vacío”
entre los actuales países de Argentina, Paraguay y Brasil. Cronológicamente,
pese a los “anacronismos”, estamos en el
siglo XVIII, a finales de la colonización hispánica, en una región de barbarie, olvidada, patio
trasero de la Colonia y del Virreinato del Río de La Plata. Zama vive esperando
su traslado a la ciudad de Lerma, es una espera interminable y kafkiana. Esa
espera sirve para mostrarnos el paisaje del pantanal, donde todo está
empantanado como en una ciénaga, donde nada sucede más allá del letargo, la
corrupción y la decadencia que todo lo inundan y devoran para sumergirnos en el caos.
La singular cámara de
Lucrecia Martel unida a los sonidos humanos, de animales y objetos, recorre un
paisaje ardiente, primitivo, y hostil del que forman parte unos personajes
anacrónicos, ataviados con pelucas y casacas, que aman al son de la música de
los indios tabajaras y viven en la “locura
equinoccial” del Paraná, sin esperanza. Esta película es un magnífico
alegato a una colonización dominada por la desidia, el abandono, el olvido y el
caos, como piedra angular de todo un sistema que pervivió y pervive en América Latina a pesar de las
“Independencias”.
La obra de Martel tiene
muchos guiños de otras películas que han tratado la colonización hispánica
como: Aguirre, la cólera de Dios
(Werner Herzog, 1972); La última cena
(Tomás Gutiérrez Alea, 1976); Jericó
(Luis Alberto Lamata, 1990); La misión
(Roland Joffé, 1986). También la influencia de Glauber Rocha es patente en este
film de Lucrecia Martel, lo que le otorga cierto aire de western del que hablan
algunos críticos, pero de western latinoamericano, concretamente brasileño,
siendo ésta una lengua que se habla en el film para significarnos la geografía
fronteriza y periférica de un lugar distópico, de una tierra de nadie hundida
en la nada.
Es una obra de arte
cinematográfica, a veces difícil por sus muchas elipsis, es un rompecabezas de
los que gustan a Lucrecia Martel para mostrarnos el asfixiante caos de una
barbarie real protagonizada por la decadente civilización occidental.
Según Manu Yáñez para la
revista Fotogramas: “En 'Zama', como en todos los films de Martel, los bordes del encuadre escinden
los cuerpos de los personajes, los planos no se reenfocan (dejando en un limbo
borroso a los personajes que se atreven a moverse), el fuera de campo sonoro
dice tanto o más que las imágenes, y las elipsis narrativas ayudan a poner bajo
sospecha el flujo natural de las historias y la Historia”. (María Dolores
Pérez Murillo)
Recomendada.
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