domingo, 15 de mayo de 2022

Eric, oficial de la reina (Paul Verhoeven, 1977)

 

Título original: Soldaat van Oranje. Dirección: Paul Verhoeven. País: Holanda. Año: 1977. Duración: 165 min. Género: Bélico, Drama.

Guión: Paul Verhoeven, Kees Holierhoek, Gerard Soeteman (basado en una novela de Erik Hazelhoff Roelfzema). Fotografía: Jost Vacano. Música: Rogier van Otterloo. Montaje: Jane Seitz. Producción: Rob Houwer (Excelsior Films, Film Holland, Rob Houwer Productions, The Rank Organisation).

Nominada a Mejor Película extranjera en los Globos de Oro 1979. Nominada a Mejor Película extranjera por el Círculo de Críticos de Nueva York 1979. Nominada a Mejor Película extranjera por el Asociación de Críticos de Los Angeles 1979.

Fecha del estreno: 10 Junio 1983 (España).

 

Reparto: Rutger Hauer (Erik Lanshof), Jeroen Krabbé (Guus LeJeune), Susan Penhaligon (Susan), Edward Fox (Rafelli), Lex van Delden (Nico),  Derek de Lint (Alex), Huib Rooymans (Jan Weinberg), Dolf de Vries (Jacques ten Brinck), Eddy Habbema (Robby Froost).

 

Sinopsis:

Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Tras la invasión de Holanda por tropas alemanas, cuatro estudiantes universitarios se unen a la Resistencia para liberar a su país, procurando no ser descubiertos por la temible Gestapo.

 

Comentarios:

En 2006, tras una serie de películas que hacían presagiar una deriva incierta del estilo de Verhoeven hacia la pura caricatura (Showgirls, El hombre sin sombra), en su vuelta a Europa, el director holandés sorprendía con un filme serio y duro, El libro negro (Zwartboek, 2006), un relato de espionaje donde una serie de personajes luchaban y sobrevivían en el marco de la resistencia durante la ocupación nazi de Holanda.

Sin embargo, no es la primera vez que este tema aparecía en su filmografía pues casi 30 años antes, Verhoeven ya se había acercado a esa etapa histórica y controvertida de su país con su filme Eric, oficial de la reina (Soldaat van Oranje, 1977). Un Verhoeven que contaba ya con una carrera a sus espaldas asentada fundamentalmente gracias a Delicias holandesas (Wat Zien Ik?, 1971) y, sobre todo, al éxito económico de Delicias turcas (Turks fruit, 1973), que forjaron su imagen de cineasta polémico y trasgresor, tanto por la temática de sus filmes en la que se hablaba de prostitución, la libertad sexual, la rebeldía de la juventud o la violencia.

Hay que circunscribir este tipo de cine dentro de la tendencia en las filmografías, tanto de Europa como de EE.UU., de finales de los 60 y principios de los 70, donde comienza a darse una exposición más gráfica de la violencia y el sexo. Bonnie and Clyde, La naranja mecánica, las películas de Peckinpah, los trabajos de Bertolucci y Pasolini o los filmes producidos en Europa del Norte (Soy curiosa, Libertad sexual en Dinamarca) son algunos ejemplos de cómo el cine iba rompiendo barreras en la mostración explícita de determinados temas.

Tras el éxito de Una novia llamada Katty Tippel (Keetje Tippel, 1975), otra aproximación al tema de la prostitución esta vez ambientada en el siglo XIX, Verhoeven encontró en la autobiografía del héroe de guerra holandés de la II Guerra Mundial, Erik Hazelhoff Roelfzema, el soporte para su siguiente trabajo. Un filme histórico planteado como una superproducción, con un acercamiento mucho más comercial o asequible para su internalización.

Para este proyecto el presupuesto ascendió a 3,5 millones de florines y su director tuvo acceso a grandes platós y todo tipo de medios técnicos y humanos, desde numerosos extras para las escenas de masas a especialistas técnicos como Jost Vacano, director de fotografía que ya había trabajado con Volker Schlöndorff y que le acompañaría en su aventura americana.

 

 

El filme comienza con un noticiario de la época en el que unas imágenes en blanco y negro nos muestran el regreso de la Reina de Holanda a su país, pues la soberana residía en el Reino Unido presidiendo una especie de gobierno en el exilio. Tras la derrota de las tropas nazis, asistimos al momento en que la Reina desciende del avión acompañada de Eric (Rutger Hauer), que se integra formando parte del documental (de una manera similar al posterior Zelig de Woody Allen o Forrest Gump de Zemeckis).

De esta forma Verhoeven deja claro que el filme tiene una raíz histórica, con un planteamiento de análisis de la realidad pasada; pero a su vez, también hace patente la posibilidad de incidir en los hechos para contar una historia. El personaje de Eric, cada vez que se muestra en este noticiario (que antecede a los títulos de crédito), aparece con el rostro congelado durante unos instantes para dejar constancia de que es un añadido, de que estamos ante un recurso de la ficción que convive con la realidad.

Tras los títulos de crédito, sin ningún tipo de indicación, el filme retrocede al periodo anterior a la invasión nazi, para situar a Eric en su ingreso en la universidad a través de una fiesta donde los novatos son iniciados por los veteranos en un ritual entre festivo y humillante. Eric forma parte de la élite burguesa del país (bien vestido, disfruta de la música en una villa acomodada), mientras entabla amistad con uno de los líderes universitarios, Guus (Jeroen Krabbé), constituyendo un grupo de seis amigos, inmortalizados por una fotografía que los reúne a todos y que constituye el documento iniciático para ver la trayectoria que cada uno irá tomando ante los acontecimientos que se desarrollarán a continuación.

Ante el elemento clave, la invasión de Holanda por los nazis que acaba radicalmente con la idea de neutralidad, este grupo de amigos se convierte en el crisol de lo sociedad holandesa. Unos son partidarios de la acción militar, otros intentan permanecer al margen. Uno es judío mientras otro es un filonazi por su ascendencia alemana. Unos se convierten en líderes mientras otros obedecen órdenes.

 

 

En 1940, el ejército alemán aplastó la escasa defensa holandesa y en cinco días conquistó el país, estableciendo un gobierno proalemán y poniendo al servicio de las tropas nazis los aparatos del estado holandés (la policía, los servicios secretos), abriendo, al igual que en la Francia ocupada, un periodo oscuro y vergonzante de colaboracionismo.

En este sentido la pareja protagonista, Eric y Guus, circulan con sus motos y sus trajes de smoking, mientras la ciudad es bombardeada, componiendo una imagen de un pueblo que, por un lado, intentaba oponerse a la invasión, y por otro, vivía este acontecimiento como si fuera un hecho que no fuera con ellos; siendo necesario mostrar la carnicería de la guerra para que los dos elegantes amigos comprendan y asuman realmente la situación del país.

En esta primera parte, a pesar de esa adaptación mainstream del filme, Verhoeven introduce continuas citas a su manera de entender el cine y al uso del sexo para relacionarlo con los acontecimientos históricos. El comienzo de la invasión viene marcado por la escena en que Eric seduce a su compañera, siendo interrumpida la escena de sexo por el ataque de la aviación alemana, estableciendo un paralelismo cruel con el bombardeo como si fuera la típica escena de fuegos artificiales que enmarca una bonita escena de amor veraniega; así mismo, la rendición del ejercito holandés viene también precedida por una escena cómica donde unos jóvenes están haciendo el amor detrás de un pajar ajenos al desarrollo de la guerra.

A partir de la derrota de Holanda, el grupo de amigos sigue su vida: unos pasan a formar parte de la resistencia, luchando contra los alemanes; mientras otros, por diversas razones, se conforman con la situación imperante en el país.

El guión se estructura atendiendo al modelo narrativo clásico de filme de espías, abriendo unas subtramas que tienen en común la oposición a los enemigos ayudando a los ingleses en su lucha contra los nazis. Trasmisiones de mensajes a través de la radio, pequeños ataques a las tropas (la escena de la playa) o la decisión de huir a Inglaterra para formar parte del embrionario ejército holandés al ser Eric y Guus descubiertos como miembros de la resistencia.

 

 

Intrigas, traiciones, torturas y fusilamientos son los elementos externos que van componiendo una trama que en su raíz continua ahondando en el tema principal del filme, la elección que cada personaje realiza en los momentos determinantes de la vida, ahondando en la brecha que separa aquellos que asumen la responsabilidad de los que optan por el colaboracionismo para sobrevivir.

El filme remarca claramente la dualidad existente en el grupo de amigos. Aquellos que apuestan por oponerse al enemigo, cueste lo que cueste, y los que se posicionan con los vencedores de múltiples formas, bien por su ascendencia alemana, bien por sobrevivir al ser atrapados o simplemente por no tomar ningún tipo de posición, como la novia del traidor o el personaje que se queda en Holanda para continuar la carrera universitaria.

La película tiene un recorrido circular y termina del mismo que comienza, retomando la llegada de la Reina Guillermina a tierras holandesas, ahora ya en color (ficción) frente al negro inicial (documental). El encuentro de Eric con la fotografía que se realizan al principio del filme, cuando todos inician su etapa universitaria, no hace más que profundizar en los distintos caminos que cada uno de ellos ha escogido.

En esa escena final, junto a la mirada melancólica a la fotografía, Eric se reencuentra con el amigo que ha permanecido en el país sin implicarse en la guerra. Ambos personajes son conocedores de la distancia que los separa aunque brindan juntos por el futuro. Brindis por el futuro que es la metáfora de un país de postguerra, donde en ese futuro están los que son considerados héroes y también aquellos que se han comportado de una manera más dubitativa (incluido el personaje femenino que aparece con el pelo cortado por su actitud colaboracionista).

Pero Verhoeven, cinematográficamente, tomará partido por uno de ellos pues en el plano final del brindis, congelado, realiza un brusco movimiento de zoom sobre la imagen de Eric, el héroe, dejando fuera del plano al otro amigo, testimoniando su simpatía por unos frente a otros.

 

 

Eric, oficial de la Reina, a pesar de mostrar la violencia y la crueldad propias de los tiempos de guerra, no deja de ser un filme romántico. La apuesta por la amistad y por la camaradería, por los buenos ideales y por la embriaguez de la heroicidad que tiene su origen en el atrevimiento de la juventud y el culto a la aventura, hacen que el filme no tenga prácticamente ambigüedades. Los personajes son buenos o malos, sin apenas fisuras ni ambigüedades, rayando casi el maniqueísmo triunfalista. Son héroes que no dudan en sacrificarse y dejarse la vida por un ideal (la última acción de Guus para acabar con el traidor).

Con todo, como ya hemos apuntado anteriormente, el director holandés introduce parte del universo temático que ya había mostrado en su filmografía como son esa rebeldía de la juventud o el sexo como elemento liberador, sexo sin ataduras, que va unido a ese espíritu aventurero. Son héroes que luchan pero que aman, que viven la guerra como un periodo de adiestramiento en la vida, sin importarles los riesgos.

El filme también contiene algunos homenajes o citas más o menos explícitas a otros realizadores como es el caso de Bertolucci, de quien Verhoeven toma prestado el baile de las protagonistas en El conformista y que aquí reproduce en una provocadora escena con el baile de Eric y su amigo nazi, en el que ambos se sinceran; o la escena de Eric y Guus en la cama con la oficial inglesa y que nos remite a la escena de Novecento en la que de Niro y Depardie están en la cama con una prostituta.

 

 

David Lean también es un referente, de quien toma prestados elementos como la heroicidad o la leyenda, e incluso también es citado en el momento en que el personaje de Eric aparece desplazándose con la motocicleta por una carretera y que recuerda al Lawrence del filme protagonizado por Peter O’Toole, ese personaje que era capaz de elegir su destino, de jugársela ante cada oportunidad que le brindaban los acontecimientos históricos.

Cuando en 2006 Verhoeven dirige El libro negro, el tono romántico ha desaparecido para ser sustituido por la amargura y la negrura que ensombrece a los protagonistas. El paso del tiempo, las experiencias negativas de la última etapa americana que seguro hicieron mella en Verhoeven y un guión alejado de la biografía heroica, hace que en esta ocasión los personajes sean mucho más ambiguos. Cuesta diferenciar a los que encarnan el espíritu positivo de los villanos, y la película reitera las trampas, las dificultades y las diferentes maneras que un personaje reacciona frente a las vicisitudes del destino; pero aquí ya no hay el apasionamiento juvenil ni la visión idealizada del conflicto que mostraba Eric, oficial de la Reina. (Luis Tormo)

Recomendada.




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