Título original: Gagarine. Dirección: Fanny Liatard, Jérémy
Trouilh. País: Francia. Año: 2020. Duración: 95 min. Género:
Drama.
Guion: Fanny
Liatard, Jérémy Trouilh, Benjamin Charbit. Fotografía: Victor Seguin. Montaje: Daniel Darmon. Música: Amine Bouhafa, Evgueni
Galperine, Sacha Galperine. Sonido: Dana
Farzanehpour, Melissa Petitjean, Margot Testemale. Producción: Julie Billy, Carole Scotta (Haut et Courtn).
Sección Oficial del
Festival de Cannes 2020. Nominada
a Mejor Ópera Prima en los Premios César 2021. Nominada al Premio Discovery en
los Premios del Cine Europeo 2020. Premio al Mejor Actor (Alseni Bathily) en el Festival de
Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2021).
Fecha del estreno: 13 Abril 2022 (España)
Reparto:
Alseni Bathily, Lyna
Khoudri, Jamil McCraven, Finnegan Oldfield, Farida Rahouadj, Denis Lavant.
Sinopsis:
Yuri, de 16 años, ha
pasado toda su vida en las Torres Gagarin, un proyecto de viviendas situado en
las afueras de París y sueña con ser astronauta. Cuando se plantea la
demolición de las Torres, Yuri se une a la resistencia. Con sus amigos Diana y
Houssam, se embarca en la misión por salvar su hogar.
Comentarios:
Las torres de Cité
Gagarine, que empezaron a construirse en el año 1961 en Ivry-Sur-Seyne,
suburbio a cinco kilómetros de París, y que llegaron a ser inauguradas dos años
después por el astronauta soviético que les dio nombre —Yuri Gagarin, el primer
hombre en viajar al espacio—, nacieron como un emblema del Partido Comunista
francés. Cuando fueron derruidas en 2019, sin embargo, el sistema comunista
hacía casi tres décadas que se había desplomado, y la mayoría de sus vecinos,
encarnación del aislamiento y el abandono provocado por los sucesivos gobiernos
del país y de la ciudad, habían tirado la toalla. Su lugar en el mundo ya no
era un lugar habitable.
Evacuación en un plazo de
seis meses y demolición total una vez despejado el lugar de cualquier hálito de
vida humana. Ese fue el burocrático mensaje de la autoridad, y también el punto
de inicio del rodaje de la película francesa Gagarine, muy original
ficción, aunque con matices documentales, alrededor de la desaparición de las
torres y el desalojo de sus vecinos, que además se sale de lo convencional con
un último trecho del relato (el mejor) que la acerca a la fantasía y a la
ciencia ficción.
En su obra de debut,
estrenada en España con evidente retraso tras su paso por el festival de Cannes
y ser nominada al César a la mejor ópera prima, Liatard y Trouilh han
desterrado cualquier cuestión política, al menos de forma directa, para
centrarse en la figura de un adolescente de 16 años, fanático del espacio, que
se convierte en la arquetípica figura del renegado del poder y de la legalidad.
Ese personaje clásico, normalmente un anciano que se niega a dejar la tierra en
la que ha intentado labrar su felicidad y su legado, que lucha contra los imponderables
hasta el último instante, con el aliciente esta vez de que el chaval no lo hace
en favor de un tiempo vivido sino en pos de otro por llegar.
Pese a su innegable valor
de testimonio documental de la muerte de una utopía a ras de tierra, y hasta
del desarrollo de la conciencia de clase, Gagarine desconcierta en su
primera mitad con un guion demasiado esquelético y unos convencionales
interludios musicales, plasmados casi cada 20 minutos, que suelen ejercer de
síntoma de poca confianza en sus propios sistemas de narración. Sin embargo,
con el abandono de las torres por parte de las familias, y el inicio de la
parte mágica, científica y humanista de la historia, esta se endereza hasta lo
emocionante entre los escombros del comunismo.
Cuando parece que no hay
una ligazón clara entre el personaje histórico de Gagarin y lo que pasa por la
cabeza del adolescente, con la película languideciendo en su núcleo central sin
que se sepa muy bien qué es lo que pretenden sus autores, Liatard y Trouilh dan
la sorpresa con una insólita decisión tonal y de género. Y la convierten en una
preciosa fábula de ciencia ficción, por medio de la reconstrucción del hogar
como estación espacial propia, y esos pasadizos entre los austeros
apartamentos, tan parecidos a los pasillos de tantos títulos míticos del género
espacial, como símbolo del tortuoso camino de una clase obrera abandonada a su
suerte. Y no precisamente en el firmamento, sino a pie de calle. (Javier Ocaña)
Recomendada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario