Título original: Les Frères Sisters. Dirección: Jacques Audiard. País: Francia. Año: 2018. Duración: 121
min. Género: Western.
Juliette Welfling (Montaje), Benoît Debie (Fotografía), Jacques Audiard, Thomas
Bidegain (Guión), Patrick DeWitt (Guión adaptado), Alexandre Desplat (Música), Pascal Caucheteux, Michael De
Luca, Alison Dickey, Michel Merkt, Gregoire Sorlat, Hohn C. Reilly (Producción).
Premio al Mejor Director
en el Festival de Venecia 2018. Cuatro premios César 2018 (incluido Mejor
Director).
Estreno en Sevilla: 10 Mayo 2019.
Reparto:
John C. Reilly (Eli
Sisters), Joaquin Phoenix (Charlie Sisters), Jake Gyllenhaal (John Morris),
Rebeca Root (Mayfield), Riz Ahmed (Hermann Kermit Warm), Allison Tolman, Carol
Kane (Mrs Sisters), Raymond Waring (Mayfield Bartender), Rutger Hauer.
Sinopsis:
Corre el año 1851.
Charlie y Eli Sisters son una pareja de hermanos asesinos, dos niños
convertidos en hombres dentro de un mundo hostil y despiadado. Sus manos están
manchadas de sangre: sangre de criminales y sangre de inocentes... No conocen
más que la vida del pistolero. Aunque daría cualquier cosa por su hermano
pequeño, el introspectivo Eli (Reilly) sueña con poder llevar una vida normal.
Mientras tanto, el alcohólico Charlie (Phoenix), el menor de los Sisters, ha
tomado encantado el papel de líder y guía al dúo en sus misiones. Poco a poco,
ambos empezarán a cuestionar y encontrar cada vez más peros en los métodos del
otro.
Comentarios:
El director francés
Jacques Audiard tiene acreditada una de las mejores marcas en salto de género
del cine actual, desde el negro carcelario de «Un profeta», al muy pasional en
«De óxido y hueso» o al social de «Dheepan», con el que ganó la Palma de Oro en
Cannes. Pero su salto aquí es mayor, asombroso, incluso chocante, pues entra en
un territorio sagrado, el del wéstern, y lo hace con un pie puesto en los
códigos y paisajes legendarios del género, pero con la mirada fresca y bífida
de quien quiere modelarlos a su modo. Ni retocar ni reverdecer un género que
boquea desde hace décadas, lo que parece pretender Audiard es «liberarlo»,
darle vuelo singular a sus arquetipos y volcarlos en otro molde, y con unos
efectos magníficos.
La historia ocurre donde
siempre, pura superficie wéstern, y con personajes reconocibles del género,
pero todo ello es percibido desde la butaca con otros ojos, como si le hubiera
cambiado el prospecto a la receta, la composición y toma de los comprimidos. El
arranque, con una original escena nocturna (a oscuras) de disparos cruzados, ya
deja intuir que el fondo de la historia que vamos a ver vendrá en un envase
inusual, y en efecto, ni las cabalgadas, ni la planificación, ni la temperatura
de la imagen o de la violencia, ni mucho menos la música se corresponden con
cualquier idea preconcebida de las películas de Oeste (la fotografía de Benoît
Debie y la música de Alexander Desplat son pura «nouvelle couisine» dentro del
menú y sabores habituales).
El material de la trama y
personajes se podría calificar de tradicional: dos hermanos que persiguen y
matan por encargo, una misión siniestra, la presa que han de cazar y un aliño
de ideal y fábula en medio de la fiebre del oro. El poder del argumento no está
en su hilo, sino en su madeja de relaciones, la fraternal de los dos
protagonistas, punteada por sórdidos sucesos del pasado familiar y subrayada
por lo contradictorio de su personalidad, con detalles del carácter de cada uno
tan sutilmente trazados que maravillan (desde la pasta de dientes a otras
higienes más éticas) y que forman un cuerpo simbólico de lo que es la esencia
del wéstern: lo viejo y lo nuevo, dos tiempos y espacios morales siempre en
discusión por la centralidad del plano.
La magnífica
incorporación a la historia de los dos antagonistas y su utópico enfoque a la
búsqueda de oro le proporciona aún más profundidad y singularidad, pues está
movida por otro motor distinto al habitual de la ambición, y Jake Gyllenhaal y
Riz Ahmed consiguen ponerlos en pie a pesar de la extravagancia de sus trazos.
Pero la película es de Joaquin Phoenix y John C. Reilly, que cargan con más
gesto y detalle que con palabras un muy complejo y sensible y asilvestrado amor
fraternal. (Oti Rodríguez Marchante)
Recomendada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario