Título original: La primera cita. Dirección: Jesús Ponce. País: España. Año: 2018. Duración: 104
min. Género: Drama.
David Barrio (Fotografía), Jesús Ponce (Guión), Juan Canton (Música), Kiko Medina (Producción).
Estreno en Sevilla: 01 Mayo 2019.
Reparto:
Isabel Ampudia (Isabel),
Sebastian Haro (Sebastián), Mercedes Hoyos (Mercedes), Victor Clavijo (Médico
militar), Bruto Pomeroy (Coronel Rivas).
Sinopsis:
Isabel es una mujer de
mediana edad casada con Sebastián, un militar retirado que nunca ha sido
precisamente atento ni delicado. Un brote de alzhéimer incipiente en ella
obligará a su Sebastián a tener por primera vez que dedicarle atenciones,
haciéndole ver algo con lo que no contaba: ella, en sus confusiones, le abrirá
los ojos a aspectos importantes que no conocía de su relación, y de manera
involuntaria, le brindará una oportunidad para redimirse de sus errores.
Comentarios:
En el desenlace de “La
primera cita”, Jesús Ponce encuentra una sencilla solución visual para
transmitir algo complejo. Y lo hace con la honestidad del ilusionista que sabe
que sus espectadores descubrirán su truco de magia, pero que, a la postre, eso
da igual porque, mientras llegue el mensaje, nadie va a romper el pacto. Su
truco consiste en la armonización de temporalidades distintas dentro de un
mismo plano: su plasmación, candorosamente artesanal, da una buena medida de la
modestia con que, en cuestiones de producción, se ha levantado este quinto
largometraje del cineasta sevillano, en cuyo interior brilla el potencial del
excelente melodrama que la película no llega a ser. Y ese desenlace también da
una cierta pista de que lo que ha condicionado el conjunto: ojalá Ponce hubiese
recurrido más veces, como aquí, a la elocuencia de la imagen en lugar de
confiárselo todo a las palabras.
En “La primera cita”, el
alzhéimer abre una brecha entre los miembros de una pareja: él militar, ella
condenada a la espera y a la invisibilidad. Los vaivenes de la memoria de la
esposa harán que salga a la luz una vieja infidelidad, que obligará al militar
retirado a poner en cuarentena el recuerdo de una vida asentada sobre los
cimientos de lo que uno ha dado por hecho, pero quizá nunca se había ganado.
Con un material así,
delicado como todos los que sostienen un melodrama puro, Mikio Naruse podría
haber bordado un discurso atravesado por su penetrante sabiduría humanista y un
creador mediocre hubiese facturado un vergonzante culebrón. Jesús Ponce no
juega en los extremos, pero una mayor voluntad de estilo y una dirección de
actores más armónica hubiesen reafirmado la fuerza de su propuesta. La tensión
entre el desvalimiento y la rapidez de reflejos para la supervivencia que
transmite el rostro de la protagonista Isabel Ampudia, así como la densa,
comprensiva mirada de Mercedes Hoyos, se revelan las incuestionables fortalezas
de una película que quizá hubiese requerido que Sebastián Haro imprimiese otra
dureza, más marcada, a su personaje para ir matizándola, desintegrándola en el
curso de la trama. (Jordi Costa)
Recomendada
(con reservas).
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