Aprovechando
que tenemos en cartelera la segunda entrega de la visión particular que tiene
Guy Ritchie sobre Sherlock Holmes, vamos a acercarnos a la mirada que dedicó
Billy Wilder al mismo personaje en su película La vida privada de Sherlock Holmes (1970). Fue protagonizada por
Robert Stephens (Sherlock Holmes), Colin Blakely (Dr. Watson) y Genevieve Page
(Gabriel Valladon, la espía alemana) entre otros.
Es
una estupenda comedia de Billy Wilder, con unos diálogos chispeantes y una
comicidad muy fina e irónica. Diría que representa lo que se entiende por
“humor inglés”. La ambientación de los interiores, del mobiliario de su
estudio, de la casa donde viven el detective y su amigo, es excelente. También
los exteriores están cuidados: la niebla en las calles de Londres, los
carruajes, etc. Está rodada en Londres y en Escocia, por tanto, muy bien
situada la acción.
El
director está llevando a la pantalla al detective bajo su aspecto privado e
íntimo y el actor lo hace creíble, ya que refleja sus emociones y sus
pensamientos “reales”, desmontando de alguna manera, lo que la ficción, a
través del diario del Dr. Watson, le ha asignado. Esto se observa en distintos
momentos, uno de ellos al principio de la película, donde Holmes se ve
involucrado en una situación que da lugar a un gracioso malentendido y el
equívoco nos proporciona unas secuencias cómicas, con un diálogo brillante y
divertido, que Stephens resuelve con elegancia.
Colin Blakely y Robert Stephens |
Quizás
en algunos momentos el actor puede resultar algo envarado, pero ese “toque” no
le viene mal al personaje, le da un cierto tono “británico”. En esta película
se hace patente su afición a las drogas sin medias tintas, y en lo referente a
su misoginia, aunque se defiende de
ella, dice que “las mujeres no son dignas de confianza en ninguna
circunstancia” lo que corrobora que no las tiene en mucha estima y simpatía… si
bien afirma haber amado a alguna.
Concluyendo, esta
versión de Holmes tiene desde luego el inconfundible sello de su director y a
mi parecer es muy buena porque, conservando las características clásicas del
personaje (su fisonomía, atuendo, etc.), le da una dimensión más cercana y
humana. Os traigo aquí una secuencia.
Trabajo presentado por Julia Rivera Llorente.
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