Hoy, miércoles 21 de marzo, disfrutaremos de una nueva actividad de “Linterna Mágica”.
A las 18´00 horas, en el Pabellón de Uruguay (Sevilla), tendrá lugar la proyección de dos capítulos del Decálogo del director polaco Krzysztof Kieslowski, concretamente el capítulo I “Soy el Señor, tu Dios” y el capítulo VI “No cometerás adulterio”. Tras la proyección, tendrá lugar una interesante Mesa Redonda sobre el director y su obra.
A mediados de los 80, Piesiewicz, guionista de cabecera del director, le sugiera e insiste para que ruede una aproximación a los diez preceptos morales del Antiguo Testamento, y así comprobar su vigencia en el mundo contemporáneo.
Según algunos estudios realizados de la obra de Kieslowski, él habría buscado la formulación original del Decálogo dado a Moisés como guía para conservar una vida y una libertad que ya habían sido otorgadas por Yavhé al pueblo elegido; de manera análoga, el director polaco buscaría ahora plantear a su pueblo unos valores universales que le sirviesen de pauta para la reflexión moral, que le ayudasen a conducirse en unos tiempos de desesperanza, mientras atravesaban un nuevo desierto sin libertad.
Después de rechazar inicialmente la propuesta por la dificultad que veía para filmarlo, Kieslowski ve la posibilidad de escribir El Decálogo como una serie de 10 capítulos para la televisión: cada uno de ellos sería encargado a un director debutante mientras que él se quedaría con el capítulo 5 (No matarás).
En los siguientes 18 meses escribirá un guión completo de la serie, del que poco a poco se irá enamorando y en el que retratará las contradicciones del hombre moderno. En 1986, mientras el proyecto está bloqueado en las oficinas de la censura, Kieslowski comienza a plantearse asumir la dirección de todo El Decálogo, y que sean los fotógrafos los que cambien en cada capítulo. Para costearlo se ve obligado a pedir un permiso para desarrollar el guión de los capítulos 5 y 6 en forma de película cinematográfica, e invertir el beneficio en el proyecto televisivo: el resultado serán No matarás (1988) y No amarás (1989), películas que introducen ligeras variaciones respecto a la versión preparada para El Decálgo.
Fotograma Decálogo I |
En el Decálogo, cada capítulo aborda una cuestión existencial, tomando como excusa y partiendo de una vaga referencia a los Diez Mandamientos recogidos en el Génesis. Para tal cometido Kieslowski y Pieseiwicz habían pensado inicialmente que la cámara escogiera al protagonista de cada capítulo por azar, entre los muchos espectadores de un estadio abarrotado; luego consideraron que sería mejor elegirlos entre la muchedumbre de transeúntes que vagaban por la calle; y finalmente, acabaron decantándose por el vecindario de un gran edificio en un barrio nuevo de Varsovia, edificado como “uno de esos palomares formados por bloques de mil ventanas idénticas”, donde unos y otros coincidirán en las escaleras, y entre los que surgirían relaciones que armarían las distintas tramas de los capítulos. En un primer momento, el final previsto sería la explosión del edificio, a modo de Juicio Universal, pero después de reflexionar prefirieron dejarlo en suspenso al considerar que esto reflejaba mejor lo que es la vida, sin un punto final.
Kieslowski, por una parte, utiliza los mandamientos que los católicos toman como guión moral de sus comportamientos, por otra, la vida cotidiana de unos supuestos vecinos de un barrio obrero, típicos productos estándar (barrio y vecinos) de las políticas sociales de los países del Este.
En cada capítulo, correspondiéndose con cada uno de los mandamientos, y tomando éstos en su mayoría como excusa, incide en las dudas eternas del ser humano, en su procedencia y su destino, y sobretodo en su errático comportamiento durante la breve transición que supone la vida.
Fotograma Decálogo VI |
Desde los capítulos más místicos, que comienzan con la duda entre un dios espiritual o un hombre material, a los más terrenales, que deberían servir de guía universal de convivencia, Kieslowsky incide en la ambigüedad, en la duda sobre una verdad única. Incide en los instintos primitivos de las personas y sus contradicciones. Incide en la soledad del individuo, en la desconfianza del semejante o en el escepticismo frente al amor. E incide, como desesperado recurso, en la fe hacia alguien superior que no se muestra, y que no da señales de existencia.
Animaros a venir, la tarde promete ser muy interesante. De momento os dejo con un montaje musical en el que veremos muchas imágenes correspondientes al Decálogo de Kieslowski.
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