jueves, 29 de marzo de 2012

Recordando… La huelga, de Sergie Eisenstein



Sergei Eisenstein fue un revolucionario en todos los sentidos, y forjó un nuevo estilo de cine basado en el montaje a partir de la fusión sin precedentes de la filosofía marxista, la estética constructivista y su fascinación por los contrastes, conflictos y contradicciones visuales que se dan en la dinámica de una película.

La huelga (1924), su primera cinta, fue concebida como una entrega más de una serie de obras sobre la implantación del marxismo-leninismo. La censura del nuevo gobierno soviético frustró muchos sueños de Eisenstein en años posteriores, y esta serie nunca pasó de ser un proyecto. No obstante, La huelga, con su energía febril, se alza como un tour de force de propaganda expresiva, así como el laboratorio en que se pusieron a prueba y se pulieron algunas ideas seminales para sus posteriores obras maestras del cine mudo El acorazado Potemkin (1925), Octubre (1927) y La línea general (1928).

La huelga plasma el levantamiento de los obreros en una fábrica rusa, donde la codicia y corrupción de los propietarios empuja a los trabajadores a la rebelión. Vemos el descontento entre los obreros, un acto de traición que les empuja a entrar en acción, la agitación del motín seguido de las dificultades del paro prolongado, y por fin la réplica de los propietarios de la fábrica, apoyados por tropas que se enzarzan en una matanza de trabajadores. La película termina con un ejemplo electrizante de lo que Eisenstein llamó "el montaje intelectual": imágenes de animales sacrificados en un matadero intercaladas en la masacre de los huelguistas.


 
Fotogramas de "La Huelga"


La interpretación en La huelga es tan poco convencional como sus técnicas de montaje, y mezcla retratos naturalistas de los obreros con retratos estilizados de los propietarios y sus espías. La película ilustra la teoría soviética de la clasificación por tipos, para lo cual requiere actores que se parezcan a los tipos de personaje que interpretan, y del héroe colectivo, porque el protagonista de una historia no es un solo individuo, sino todo el pueblo alineado en el lado correcto de la historia.

Los imperativos políticos de La huelga han envejecido desde su estreno en 1925, pero su poder visual no se ha desvanecido. "No creo en el cine-ojo (Kino-glaz)”, dijo una vez Eisenstein, en relación al lema de Dziga Vertov, su colega y rival, “Creo en el cine-puño" Esta filosofía implacable galvaniza cada secuencia de esta película singular.

Hoy, 29 de marzo, día de una HUELGA GENERAL en España, nada mejor que recordar estas imágenes de hace 88 años, donde aún nos continua sobrecogiendo ver a los huelguistas completamente masacrados.

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