Título
original: Mary Poppins Returns. Dirección: Rob
Marshall. País: USA. Año: 2018. Duración: 130 min. Género:
Musical.
David Magee, Rob
Marshall, John DeLuca (Guión), Marc
Shaiman, Scott Wittman (Música),
John DeLuca, Rob Marshall, Marc Platt (Producción),
Callum McDougall (Producción ejecutiva),
Sandy Powell (Vestuario), Tiffany
Little Canfield, Francine Maisler, Bernard Telsey (Casting), Dion
Beebe (Fotografía).
Cuatro nominaciones a los
Globos de Oro 2018, incluida Mejor Película Musical.
Estreno en Sevilla: 21 Diciembre 2018.
Reparto:
Emily Blunt (Mary
Poppins), Lin-Manuel Miranda (Jack), Ben Whishaw (Michael Banks), Emily
Mortimer (Jane), Julie Walters (Ellen), Pixie Davies (Annabel), Nathanael Saleh
(John), Joel Dawson (Georgie), Colin Firth (Sr. Wilkins), Meryl Streep (Topsy).
Sinopsis:
Mary Poppins (Emily
Blunt) es la niñera casi perfecta, con unas extraordinarias habilidades mágicas
para convertir una tarea rutinaria en una aventura inolvidable y fantástica.
Esta nueva secuela, vuelve para ayudar a la siguiente generación de la familia
Banks a encontrar la alegría y la magia que faltan en sus vidas después de una
trágica pérdida personal. La niñera viene acompañada de su amigo Jack (Lin-Manuel
Miranda), un optimista farolero que ayuda a llevar la luz -y la vida- a las
calles de Londres.
Fotograma de "El regreso de Mary Poppins" |
Comentarios:
Con “Mary Poppins”,
película familiar de 1964 dirigida por Robert Stevenson, ocurre algo curioso:
es a la vez uno de los paradigmas del cine rancio y edulcorado, fuera de su
tiempo y de su sociedad, contra el que poco después se rebeló la radical
generación de directores del Nuevo Hollywood (y otro grupo de veteranos con
ganas de evolucionar), la de los moteros tranquilos y los toros salvajes, y ejemplar
modelo nostálgico de la niñez, de un cine quizá desaparecido en combate, que
fue alimentando a sucesivas generaciones de críos frente al televisor en una
tarde lluviosa de fin de semana.
La paradoja, que casi
tiene más que ver con un proceso personal que con lo estrictamente
cinematográfico, vuelve a hacerse carne con su tardía secuela, “El regreso de
Mary Poppins”, que llega 54 años después con exactos tono y estilo formal, como
si el tiempo y el cine se hubieran detenido, como un presagio de que “viene lo
que ha de venir” (léase cantando). Un hecho que habla tanto de la nula
capacidad de riesgo de la película, fiada a la añoranza de unos días que nunca
regresarán para los adultos, como de la convicción de que no hay por qué
cambiar lo que, en espíritu, ha sido obra de cabecera de la infancia década
tras década.
Dirigida con sus
habituales pulcritud e impersonalidad por el experimentado Rob Marshall
(Chicago, Nine), y amparada en su historia por un par de temas candentes, los
desmanes de los bancos y los desahucios, y las necesarias reivindicaciones
feministas, “El regreso de Mary Poppins” es muy semejante en estructura a la
original y, en lugar de modernizarse en lo técnico, ha preferido mantener un
estilo retro en su combinación de acción real y animación tradicional.
Mientras, las nuevas
canciones de Marc Shaiman y Scott Wittman han avanzado entre poco y nada, y los
números multitudinarios de baile, los presuntamente más espectaculares, están
lejos en calidad musical, coreográfica y cinematográfica de los de las mejores
representaciones del género de aquellos años sesenta, y ahí el “Oliver!” de
Carol Reed sigue siendo insuperable. Así que hay que encomendarse al recuerdo,
a la presencia del nonagenario Dick Van Dyke, y a sus nuevos rostros: una Emily
Blunt impecable en el gesto pero muy por debajo de la calidad vocal de Julie
Andrews, y un emergente y reputado Lin-Manuel Miranda, perfecto en las
canciones aunque con un rostro sin una pizca de carisma para la cámara. (Javier
Ocaña)
Recomendada
(con reservas).
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