Título original: Napszállta. Dirección: László Nemes. País: Hungría. Año: 2018. Duración: 142
min. Género: Drama.
Matthieu Taponier (Montaje), Matyas Erdely (Fotografía), Laszlo Nemes, Clara Royer,
Matthieu Taponier (Guión), Laszlo
Melis (Música), Gabor Sipos, Gabor
Rajna (Producción).
Premio FIPRESCI en el
Festival de Venecia 2018.
Estreno en Sevilla: 11 Enero 2019.
Reparto:
Juli Jakab (Írisz
Leiter), Vlad Ivanov (Oszkár Brill), Judit Bardos (Szeréna), Susanna Wuest (Princesa),
Tom Pilath (Príncipe), Levente Molnar (Gaspar), Urs Rechn (Ismael), Christian
Harting (Otto von König), Sandor Zsoter (Doctor Herz).
Sinopsis:
1913 en Budapest, el
corazón de Europa. Después de pasar su infancia en un orfanato, Irisz Leiter
llega a la capital húngara con 20 años y la esperanza de trabajar de sombrerera
en la antigua tienda de sombreros de sus padres biológicos. Pero Oszkar, el
nuevo propietario, la rechaza. A su vez, se tendrá que enfrentar a su pasado
cuando descubre un hermano que nunca supo que tenía. Su misión de encontrarlo
la lleva a descubrir oscuros secretos mientras el país se prepara para el caos
de la guerra.
Fotograma de "Atardecer" |
Comentarios:
El Festival de Cannes del
año 2015 quedó marcado por la aparición del húngaro László Nemes. Su primera
película, “El hijo de Saúl”, se adentró en un tema inabarcable que parecía
agotado en muchos aspectos, el Holocausto, con un ejercicio de cine radical en
cuanto a sus formas. La clave, una reducidísima profundidad de campo, de apenas
un metro, quizá menos, que ejercía también de metáfora, y he ahí su maestría:
la imposibilidad de una visión global en un campo de exterminio, donde cada uno
mira por su piel, y toma decisiones a partir de la búsqueda de la
supervivencia. La película era una experiencia cinematográfica difícilmente
soportable por su clima visual y su contundencia sonora. Y era fascinante.
Tres años después, Nemes
regresa con “Atardecer” y exacta metodología formal. Pero esta vez el
dispositivo no acaba de encajar: huele a sello de autor, a irrenunciable
estilo, aunque no acabe de convenir. Esta vez en la Budapest de 1913, con el
principio del fin, con la descomposición del Imperio Austro-húngaro,
adentrándose en la suciedad moral tras la pompa aristocrática y el poder
económico.
No es una película fácil “Atardecer”,
deliberadamente opaca: en los datos sobre la época y los personajes, en sus
transiciones, sus elipsis, y en un epílogo difícilmente comprensible. Y solo en
los momentos de revolución, de asalto al poder, consigue transmitir la fuerza
que logró el director en su primera obra. Esos en los que se olvida por un
momento el cada vez más gastado recurso de la cámara en el cogote del
protagonista, lo que a veces es perfecto por las sensaciones que transmite y en
cambio otras no es más que puro ornamento, procedimiento que otrora fue radical
y ahora no pasa de lo convencional.
Tampoco le ayuda la
interpretación de su protagonista absoluta, Juli Jakab, sin belleza
cinematográfica ni fuerza dramática, un pasmarote. El contexto es apasionante, pero
“Atardecer”, presentada en el pasado Festival de Venecia, es más hermética que
misteriosa. Nemes quiere desafiar al espectador, y eso le honra, pero está por
ver que al espectador, incluso al más formado, le apetezca el laberíntico
desafío, la pesadilla sin respuestas de una mujer en tiempos convulsos. El caos
debería estar solo en el interior de la película, pero se transmite hacia
fuera. Y así, pese a momentos de indudable brío, el director nos aleja de su
criatura pese a la cercanía de su mirada. De estar a apenas un palmo de ella. (Javier
Ocaña)
No
Recomendada.
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