Ya contamos en el blog con una entrada de Paco Bellido sobre el cine quinqui, a tenor del monográfico que nos ha ofrecido en nuestro Taller de Cine. Pero hoy voy a detenerme en uno de sus títulos, La estanquera de Vallecas (1987), dirigida por uno de los grandes que ha mirado a este subgénero: Eloy de la Iglesia (1944-2006). La película nos cuenta el intento de atraco de un estanco por parte de Tocho (José Luis Manzano) y Leandro (José Luis Gómez), pero la reacción de la estanquera y el aviso de los vecinos ocasionan que se pertrechen en el establecimiento, teniendo a Doña Justa (Emma Penella) y a su sobrina Ángeles (Maribel Verdú) como rehenes.
Poco a poco, la relación entre los cuatro personajes protagonistas va variando, entablándose una relación que va más allá del síndrome de Estocolmo. Es el reflejo de la solidaridad entre clases: las víctimas pueden empatizar con los atracadores porque éstos son dos pobres desgraciados, víctimas también. Les es más fácil ponerse en su pellejo que en el de la policía, que aquí se muestra brutal y corrupta, o en el de los políticos, interesados en manipular la opinión pública a través de los medios de comunicación.
Destacan las interpretaciones de Emma Penella y de José Luis Gómez, recientemente investido doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid.
Quizá trata el tema desde un punto de vista más amable y con buenas dosis de humor, pero no por ello deja de ser un buen ejemplo del cine quinqui, encontrando en ella elementos habituales del subgénero: la ubicación en el extrarradio, el uso del argot propio de los ambientes delictivos, la crítica social, las notas eróticas. Supone una nueva manera de enfocar la marginalidad, evitando el tono moralizante e intentando lograr la empatía del espectador. En mi caso, lo consigue.
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