Título original: Bell, Book and Candle. Dirección: Richard Quine. País: USA. Año: 1958. Duración: 106 min. Género: Comedia.
Guión: Daniel Taradash (basado en la obra de John Van Druten). Fotografía: James Wong Howe. Música: George Duning. Montaje: Charles Nelson. Vestuario: Jean Louis. Producción: Julian Blaustein (Columbia Pictures).
2 nominaciones al Oscar 1958 (Dirección artística y Vestuario). Nominada al Globo de Oro 1958 a la Mejor Película (Comedia).
Fecha del estreno: 25 Diciembre 1958 (USA)
Reparto: James Stewart (Sheperd Henderson), Kim Novak (Gillian Holroyd), Jack Lemmon (Nicky), Ernie Kovacs (Sidney Redlitch), Hermione Gingold (Bianca De Pass), Elsa Lanchester (Tía Queenie Holroyd), Janice Rule (Merle Kittridge), Philippe Clay, Bek Nelson (Tina, la secretaria de Shep), Howard McNear (Andy White), The Brothers Candoli.
Sinopsis:
Gillian Holroyd, miembro de una saga de hechiceros, entre los que se encuentran su tía Queenie y su hermano Nicky, se enamora locamente de un famoso editor, Sheperd Henderson, que está a punto de contraer matrimonio. La joven bruja no duda en utilizar uno de sus conjuros para conseguir que Sheperd deje a su prometida y se rinda a sus encantos. Todo sale según lo previsto pero, poco después, Gillian le confiesa la verdad sobre sus poderes a Shepherd que, indignado, pide ayuda a la extravagante señora De Pass para que rompa el hechizo. Tía Queenie toma cartas en el asunto e intenta utilizar la más poderosa magia para reunir a la pareja: el amor.
Comentarios:
“Me enamoré de una bruja” es una entretenida pero sencilla comedia, basada en la obra de teatro de John Van Druten, que transcurre en el Greenwich Village de Nueva York. Su protagonista, Gillian Holroyd, interpretada por la atractiva y sexy Kim Novak la cual la dota de una mirada felina e hipnótica que le viene que ni pintado al personaje, es una bruja miembro de una saga de hechiceros que se encuentra aburrida de su vida y de la tienda de antigüedades y objetos curiosos que regenta.
Como es bien sabido las brujas no se pueden enamorar, ni llorar, ni sonrojarse, pero Gill comienza a sentir curiosidad por su nuevo vecino, un apuesto y respetable editor llamado Shepherd “Shep” Henderson (James Steward) que está a punto de contraer matrimonio. Ante este giro de los acontecimientos, Gill decide abandonar su juego de seducción humano, para enamorar a su vecino gracias a un encantamiento, y a la complicidad de su fisgona pero adorable tía Queenie (Elsa Lanchester) y su hermano Nicky (Jack Lemmon) ambos brujos también.
A partir de aquí nos encontramos con una comedia ligera y elegante, de divertimento sofisticado que aunque nos levantará alguna sonrisa, en ningún momento nos hará reír a carcajadas, y que desaprovecha situaciones hilarantes que podrían justificarse con el uso de la magia.
En el film encontramos la segunda colaboración entre James Stewart y Kim Novak a tan solo unos pocos meses después de haber finalizado el rodaje de “Vértigo” a las órdenes de Hitchcock, en unos papeles muy diferentes a los que aquí encontramos pero con la misma química como pareja. Son sin duda las interpretaciones de ambos actores el principal atractivo de la película, ya que podemos disfrutar de una carnalidad y sensualidad dada por unos pies siempre desnudos, y la elegancia de una mirada felina retratada en especial en el plano del conjuro que realiza Novak hacia Stewart.
Stewart vuelve a dejar ver lo magnifico que es interpretando a hombres corrientes a los que les ocurren cosas extraordinarias, el héroe de lo mundano que fue el secreto de su éxito, y junto a Novak con la que gracias al aura fantasmagórica de misterio que les otorgó “Vértigo” se convirtieron en una pareja que perdurará siempre como Bogart y Bacall.
Mención especial para el siempre genial Jack Lemmon que ejerce aquí de simpático secundario, y que a pesar de que podría haber dado mucho más juego, daba pistas aquí, en uno de sus primeros papeles de lo que después sería su exitosa carrera.
Curiosamente Stewart cumple 50 años durante el rodaje de esta película, tomando la decisión de no volver a encarnar papeles de galán romántico, en este tipo de comedias que le obligaban a emparejarse con mujeres a las que por lo general les doblaba la edad.
Campana, libro y vela, es la traducción literal del título original de la película (Bell, Book and Candle) que aquí se estrenó con el título de “Me enamoré de una bruja”, tratando de emular el éxito de “Me casé con una bruja” de 1942, de René Clair, además de las palabras claves de uno de los conjuros. Un conjuro que hace referencia a la campanilla del gato Pyewaket, que es clave en la historia, al libro “Magic in Mexico”, que también tiene su parte importante en la trama, y a la vela que acompaña a la melancolía de la bruja protagonista.
La música creada por George Dunning dota la obra de una partitura rítmica y ligera, con temas de jazz pegadizos, propios de los clubs de los años 40 y 50, añadiendo fragmentos clásicos como el “Jingle Bells” de los títulos de crédito.
Mientras, el guión de Daniel Taradash, a partir de la citada obra de Broadway de John Van Druten, la dota de unos diálogos divertidos y tremendamente ágiles, que hará las delicias de los amantes de las comedias románticas de los años 50.
Esta obra pertenece a la época más fructífera de su director Richard Quine, coincidiendo con el despegue de su filmografía, y con el inicio de lo que serían posteriores colaboraciones entre Kim Novak, Jack Lemmon y Ernie Kovacs, como “Un extraño en mi vida” (1960) y “La misteriosa dama de negro” (1966), en las que participo también Novak.
Este aquelarre de hechiceros que no confían en el amor, porque el amor puede destruirles, nos deja un film que es injustamente olvidado, en pos de ensalzar aquel “Me casé con una bruja (I Married a Witch, de René Clair, 1942), con la maravillosa Veronika Lake en el papel de la bruja. En este caso, el tema principal del film es el triunfo del amor, que es capaz de sobreponerse a todas las adversidades incluso a la de las más oscuras artes de brujería. Un amor más fuerte que los poderes sobrenaturales, capaz de curar la soledad y la melancolía. Donde solo cabe que la magia más inexplicable es la magia del amor.
Podemos disfrutar en el film de escenas tan memorables como el encantamiento que la bruja Gill le realiza a Shep, acompañada de su gato Pyewaket (un nombre que solo podría llevar un gato mágico y que se convirtió en popular entre las mascotas de la época), el lanzamiento del sombrero desde lo alto del rascacielos mientras se juran amor eterno, el divertido encuentro entre Shep y la tía en el domicilio de él, o los planos subjetivos del gato, a pesar de la aparente formalidad narrativa de la película.
La película inspiro la serie posterior de televisión “Embrujada”, y después se convertiría de nuevo en película con “Bewitched”, protagonizada por Nicole Kidman, o en su reverso más oscuro, Polanski se topó con esta película mientras investigaba para “La semilla del diablo”, donde también hablaba de una comunidad de brujos vecinos. (A. Daena)
Recomendada (con reservas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario