El
Actor´s Studio fue ante todo un lugar de reflexión, de confrontación y de
experimentación en dónde se reunían actores consagrados y principiantes. Prolífico
vivero de actores, cuya fuerte personalidad e incluso insolencia revolucionaron
la imagen marmórea de la estrella tradicional, el Actor´s Studio se convirtió
en una escuela cuyo espíritu, a lo largo de los años 50 y 60, aportó nueva savia
al corazón algo cansado de la creación dramática y cinematográfica americana. En
la actualidad su influencia parece menos determinante.
En
la época del New Deal, Elia Kazán, por aquel entonces joven actor y aprendiz de
director, participaba en las actividades del Group Theatre, fundado en 1931 por
Harold Clurman, Lee Strasberg y Cheryl Crawford. Trabajó bajo la dirección de
Lee Strasberg, a su vez muy influenciado por el famoso “Método” del director y
teórico ruso Konstantin Stanislavski.
Elia Kazan |
Al
finalizar la Segunda Guerra Mundial, ya ha convertido en un director
prestigioso en el teatro y en el cine, Elia Kazán prosiguió su experiencia como
“formador de actores”. Con este espíritu inauguró en 1947, en Nueva York, con
ayuda de Robert Lewis y Cheryl Crawford, una especie de “laboratorio de juego”
qué fue bautizado como Actor´s Studio. En 1949, Lee Strasberg ingreso en el
centro como profesor para convertirse, dos años más tarde, en director
artístico. Tras la adquisición en 1955 de una vieja iglesia abandonada en el
número 432 de la calle Oeste 44, el Studio se fue consagrando poco a poco como
un lugar de culto.
Dos
veces a la semana, los lunes y los viernes, se convertía en escenario de una
misma ceremonia, oficiada por Strasberg hasta su muerte en 1982: los actores
interpretaban una escena o un ejercicio que habían preparado; el profesor los
interrogaba después sobre lo que habían querido representar, daba la palabra al
público para recoger las opiniones críticas y finalmente exponía sus enseñanzas,
que retomaban las grandes líneas del “Método” no dogmático de Stanislavski. El
objetivo consistía, partiendo de la personalidad de cada actor, en descubrir la
verdad del personaje con ayuda de una serie de técnicas que recurrían a la
introspección, todo ello con el objetivo de evitar los tres lastres de la
interpretación: la apatía, el convencionalismo y la mala actuación, pudiendo ir
de este modo hacia lo “verdadero”, hacia lo “vivo”.
Muchos
grandes nombres del cine americano participaron o asistieron a las sesiones del
Actor´s Studio. Representaron para la institución un elenco prestigioso:
actores como Marlon Brando, Montgomery Clift, James Dean, Robert De Niro, Jane
Fonda, John Garfield, Ben Gazzara, Dustin Hoffmann, Harvey Keitel, Lee Remick, Steve
McQueen, Marilyn Monroe o Paul Newman; autores como Edward Albee, Arthur Miller,
Clifford Odets, Sam Shepard o Tennessee Williams; y directores como Sidney Lumet,
Mike Nichols, Arthur Penn, Sydney Pollack o Martin Ritt.
Totalmente
contrapuesto al star-system, que requería de las estrellas ante todo presencia,
fotogenia y respeto a un personaje ficticio encarnado tanto en la vida real
como en la gran pantalla, el principio del Actor´s Studio consistía en
rehabilitar la noción de interpretación compuesta: Para encontrar la veracidad
del personaje a través de la suya propia, el actor debía identificarse con éste
y ser capaz de improvisar en cualquier momento. A lo largo de numerosos ensayos,
debía encontrar las actitudes y los gestos correspondientes a un determinado
estado psicológico.
Monty Clift y Lee Remick |
El
actor adquiría mayor independencia, afirmaba su papel creador y podía incluso
entrar en competencia con el director (así ocurrió con James Dean y Marlon
Brando).
Pero
las enseñanza del Studio, en un principio revolucionarias por su gran empeño en
atrapar la veracidad del personaje, mostraron cierta tendencia a derivar hacía
una interpretación paradójica, a un tiempo interiorizada y agitada, lo que se
traducía en tics (James Dean) y después en una interpretación sofisticada,
amanerada, dotada de una intensidad dramática demasiado ostensiblemente
destinada a favorecer la performance
del actor (Paul Newman en El zurdo). El
otro límite de esta escuela, que fue también el de Stanislavski, consistía en confinar el
espacio de la interpretación a la estética realista. Elia Kazán lo reconocía ya
en 1962, distanciándose de Strasberg: “Mi
gran decepción en lo que se refiere al trabajo realizado, se debe a que jamás
ha ido más allá del mismo punto: el aspecto puramente psicológico del arte de
la interpretación. Me siento tan responsable de este fracaso como mis colegas”.
Finalizamos
reseñando 10 obras cinematográficas emblemáticas del Actor´s Studio:
Blanche,
que pertenece a una rancia pero arruinada familia sureña, es una mujer madura y
decadente que vive anclada en el pasado. Ciertas circunstancias la obligan a ir
a vivir a Nueva Orleáns con su hermana Stella y su cuñado Stanley (Marlon
Brando), un hombre rudo y violento. A pesar de su actitud remilgada y
arrogante, Blanche oculta un escabroso pasado que la ha conducido al
desequilibrio mental. Su inestable conducta provoca conflictos que alteran la
vida de la joven pareja.
Elia
Kazan bucea en las relaciones de pareja, según la obra de Tennessee Williams,
para mostrar -sin ningún tipo de anestesia- un tenso y apasionante ejercicio de
sinsabores y verdades escupidas a la cara. Magistrales interpretaciones (de
Leigh, Malden y Hunter) que se llevaron el Oscar mientras Brando, que
revolucionó el mundo de la interpretación pero se quedó sin la estatuilla (se
la dieron a Bogart por "La reina de África"), sudaba una camiseta que
le encumbró en el olimpo de los mitos. Imprescindible.
Biografía
de Emiliano Zapata (1879-1919), famoso revolucionario mexicano que sublevó a
todo el país contra el gobierno dictatorial del Presidente Porfirio Díaz.
Kazan
intenta mostrar cómo los líderes revolucionarios se corrompen en cuanto
alcanzan el poder, diseccionando con pulso de cirujano la vida del mítico héroe
de la revolución mexicana. Sobresaliente filme con excelentes interpretaciones
de Marlon Brando y Anthony Quinn, éste último ganador del Oscar al Mejor Actor
secundario. El guión lo firma nada menos que el escritor John Steinbeck.
Año
1941. El soldado Prewitt (Montgomery Clift), que acaba de llegar a la base
militar de Pearl Harbor en Hawai, es un antiguo boxeador retirado del ring. El
capitán Holmes (Philip Ober), conocedor de sus habilidades como púgil, intenta
que se una al equipo del ejército, pero Prewitt rechaza la propuesta. A partir
de ese momento se ve sometido a toda clase de castigos y humillaciones tanto
por parte de sus superiores como de sus compañeros. Sólo cuenta con la amistad
y el apoyo del soldado Angelo Maggio (Frank Sinatra). Mientras tanto, el
sargento Milton Warden (Burt Lancaster) y Karen (Deborah Kerr), la mujer de
Holmes, viven una historia de amor adúltera. Pero la vida de todos cambiará con
el ataque japonés a Pearl Harbor.
Incontestable
obra maestra, una de las mejores películas de la historia del cine. Siendo
todos los apartados del film de una calidad abrumadora, si hubiera que destacar
uno sería el interpretativo, a cargo de un reparto lleno de grandes estrellas y
formidables secundarios.
Johnny
(Marlon Brando) es el carismático líder de un grupo de motoristas pendencieros
que llegan a un pequeño pueblo californiano. En medio del alboroto que montan
él y sus colegas, Johnny se sentirá atraído por Kathy (Mary Murphy), la hija
del sheriff local.
Nace
un nuevo icono del siglo: Marlon Brando, de cuero negro y gorra de medio lado.
Johnny
Friendly (Lee J Cobb), el jefe del sindicato portuario, utiliza métodos
mafiosos para controlar y explotar a los estibadores de los muelles
neoyorquinos. Terry Malloy (Marlon Brando), un boxeador fracasado que trabaja
para él, se ha visto involuntariamente implicado en uno de sus crímenes. Cuando
Malloy conoce a Edie Doyle (Eva Marie Saint), la hermana de la víctima, se
produce en él una profunda transformación moral que lo lleva a arrepentirse de
su vida pasada. A través de Edie conoce al padre Barrie (Karl Malden), que
trata de animarlo para que acuda a los tribunales y cuente todo lo que sabe.
Tal
como dice Carlos Boyero "Siempre se me saltan las lágrimas cuando escucho
a Brando: "Eras mi hermano y no cuidaste de mí, pude haber ganado aquella
pelea pero sólo me disteis un pasaporte al fracaso". Creo que es de los
momentos más extraordinarios de interpretación en toda la historia del
cine."
Un
granjero californiano tiene dos hijos, Cal y Aron, de caracteres muy
diferentes, pero ambos compiten por el cariño de su padre. La situación de Cal
se complica cuando averigua que, en realidad, su madre no sólo no está muerta,
sino que además regenta un local de alterne.
Una
película asombrosamente eléctrica, enfebrecidamente poética. No sólo uno de las películas más intensas de Kazan y
el primer papel de relevancia de James Dean, también se puede decir que es su
mejor interpretación.
Tres
jóvenes, Jim Stark, Judy y Platón, coinciden en una comisaría. Cada uno está
allí por un motivo distinto: Jim está borracho, Judy se ha escapado de su casa
y Platón acababa de matar a tiros a unos cachorros. El inspector Ray descubre
que los tres mantienen una relación conflictiva con sus familias. A Jim y a
Judy los van a recoger sus padres, pero Platón, hijo de una pareja divorciada,
tiene que conformarse con la visita de la criada negra que vive con él.
"Rebelde
sin causa" es la película de James Dean. La película que le convirtió en
un icono para la mayoría de los jóvenes de la época. Su cigarrillo en la
comisura de los labios, su chaqueta roja, su camiseta blanca y sus tejanos se
convierteron en la imagen perfecta del muchacho rebelde, del de antes y... del
de ahora. Cierto es, que se habían hecho antes otras películas con la misma
temática pero Ray aparte de usar maravillosamente la técnica del scope, contó
con el trío perfecto de rebeldes: James Dean, Natalie Wood y Sal Mineo, y,
realizó simple y llanamente una película perfecta sobre la juventud y la
sociedad del momento.
El
joven terrateniente Jordan 'Bick' Benedict (Rock Hudson) llega a su inmenso
rancho de Texas con su flamante esposa Leslie (Elizabeth Taylor), una rica y
bella muchacha del Este. No tardan mucho en descubrir que pertenecen a mundos
radicalmente opuestos y que los separa un abismo. Jett Rink (James Dean), un
joven y arrogante empleado de los Benedict, tiene la suerte de encontrar
petróleo en unas tierras que le ha dejado en su testamento Luz, la hermana de
Jordan; pero, a pesar de su inmensa fortuna, no consigue lo que realmente le
importa.
Stevens
se rodeó de lo mejorcito del star-system del Hollywood del momento para dar
forma a este conocidísimo melodrama. El reparto es colosal. El trio
protagonista forma un triángulo equilátero perfecto, donde todo resulta natural
y expresivo. El guión pincela unos personajes con una psicología que va
evolucionando al paso de los años, y que nos enamoran por lo encantadores que
llegan a ser. Los paisajes agrios de Texas se contraponen con la belleza de la
fotografía, que plasma imágenes de una belleza inexpresable por palabras y que
son de aplauso obligado. La música es preciosa, así como el exquisito gusto por
los decorados y por las localizaciones en Texas.
9. El zurdo. (Arthur Penn,
1958)
William
Bonney, alias "Billy el Niño", fue un famoso y escurridizo pistolero.
No se había visto nunca en el lejano Oeste a alguien como el problemático
adolescente que escribió su nombre con sangre en los anales de la historia.
Enérgica
cinta que recrea, desde un punto de vista bastante innovador, la vida del
famoso Billy el Niño. Buen trabajo de Paul Newman en un western realmente
original.
10. Río salvaje. (Elia Kazan,
1960)
América,
años treinta. Chuck Glover (Montgomery Clift) es un funcionario del Gobierno
del Valle del Tennessee, encargado de expropiar las tierras ribereñas, cuyos
habitantes sufren con frecuencia los devastadores desbordamientos del río. El
objetivo es, además de evitar catástrofes, construir una presa hidroeléctrica
que garantice el progreso de la región. Pero ese proyecto exige la demolición
de las viviendas de una pequeña población y la evacuación de sus habitantes. Y
el caso más difícil de resolver es el de una mujer de 80 años (Jo Van Fleet),
que se resiste con todas sus fuerzas a abandonar el hogar de sus antepasados.
Mientras tanto Chuck se va enamorando de la nieta de la anciana, la bella Carol
(Lee Remick).
Rodeado
de un buen número de actores que le resultaban próximos —incluso con Monty
Clift había trabajado previamente en teatro— Kazan, pese al batacazo “salvaje”
en taquilla que se pegó, filmó una película que más tarde habría de confirmar
en repetidas ocasiones como una de las favoritas de su filmografía. Quizás
debido a que algunos de los temas fundamentales en su carrera —la temática
social de cariz realista (que ya se apunta desde el material documental a modo
de introito) y el análisis pormenorizado de personajes y ambivalencia de
personalidades— aparecen aquí trazados con mesura y proporción. Incluso el contexto
de la América profunda, también obsesión frecuente en su cine, encuentra en
este guion acomodo para explayarse considerablemente.
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