Título original: Sedmikrásky (Daisies). Dirección: Vera Chytilová. País: Checoslovaquia. Año: 1966. Duración: 74 min. Género:
Comedia, Cine experimental.
Guión: Vera Chytilová, Ester
Krumbachová, basada en una historia de Vera
Chytilová, Pavel Jurácek. Fotografía:
Jaroslav Kučera. Música: Jirí Slitr,
Jirí Sust. Montaje: Miroslav Hájek. Producción: Filmové Studio Barrandov.
Estreno en España: 16 de diciembre de
1968
Reparto:
Jitka Cerhová, Ivana
Karbanová, Marie Cesková, Julius Albert, Marcela Brezinová, Jan Klusák, Jirina
Myskova.
Sinopsis:
Dos chicas jóvenes
concluyen, mientras toman el sol en bikini, que "si en este mundo todo
está corrompido, estaremos corrompidas nosotras también". Así se activa el
mecanismo que pone en marcha la película: una tras otra, se irán produciendo escenas
inconexas en las cuáles las dos protagonistas juegan a ser malas con su
entorno. Engañan a hombres maduros para comer gratuitamente, escriben y dibujan
en las paredes de su casa, improvisan un baile en un cabaret para boicotear el
número que está en escena, engullen y despedazan los manjares de un banquete
preparado para otros. Rompiendo toda linealidad narrativa y empleando la
técnica collage tanto a nivel visual como auditivo.
Comentarios:
Hoy os traigo una
recomendación a todos aquellos que queráis huir del cine convencional o estéis
hartos de la narrativa clásica. Amantes del cine anarquista, si es que tal cosa
existe, de lo críptico, de lo sensorial, ‘Las margaritas’ (‘Sedmikrásky’) es vuestra
película, y lo es desde 1966, en plena efervescencia de nuevas modas y formas
en el séptimo arte, que empezaba a rebelarse contra todo y todos. Su directora,
Vera Chytilová, fallecida en marzo de 2014, se hizo enormemente popular con
esta película, una de las más recordadas de la muy interesante, y nada conocida
por estos lares, cinematografía checoslovaca.
Una película que a muchos
sorprenderá por su frescura aun habiendo pasado más de 50 años desde su
realización. En aquellos años, con la Nouvelle Vague en plena boga, para bien o
para mal, el cine se sometía a la mayor transformación que ha sufrido desde su
invención, y desde un país al que nunca se le había hecho caso en cuestiones
cinematográficas. A partir de la recién formada cultura pop, Chytilová, tiende
a la provocación, tan típica en aquellos años de libertad artística. El
resultado puede maravillar y enojar al mismo tiempo. O todo lo contrario.
‘Las margaritas’ no posee
una trama bien definida, o si queremos expresarlo de otro modo, no establece
conexión con el típico planteamiento/nudo/desenlace que nuestro cerebro tiene
ya asimilado hasta extremos impensables. Sus formas juegan a violar las leyes
de montaje y narración clásicas, tienden al anarquismo puro y duro, pero aunque
en una primera visión todo pueda parecer que goza de una libertad sin límites,
lo cierto es que la película está perfectamente calculada de principio a fin.
Incluso cuando uno quiere rebelarse contra todo lo establecido debe tener un
plan bien pensado.
Así pues, ‘Las
margaritas’ nos lleva a conocer a dos amigas que hartas de lo corrupto que está
el mundo, deciden corromperse ellas mismas, ejerciendo la provocación más
incómoda allá por dónde van. Su pasatiempo preferido es el liarse con hombres
mayores a los que prácticamente humillan, y también poner patas arriba todos
los lugares que visitan, todo ello entre risas impertinentes y falsa
condescendencia. Un trabajo que puede resumirse como destruir para construir,
algo que Chytilová parece estar haciendo con la película en sí.
El trabajo de montaje,
colores y planificación revela un perfecto dominio de la técnica
cinematográfica, y pocas veces como en esta ocasión ha servido para boicotear,
destruir y reinventar un arte que parecía haberlo dicho todo en aquellos años.
No obstante, las intenciones de la directora son bien claras, tal y como reza
la dedicatoria final, digna de aplauso, que hace un llamamiento al sentido
común, criticando a los siempre molestos bien pensantes. Curiosamente ‘Las
margaritas’, que mucho tachan de feminista, carece de ideología política
marcada, y lo más sorprendente es que no resulta tendenciosa.
Si acaso, una gamberrada
realizada con algo de mala leche, surgida de una Checoslovaquia previa a la
Primavera de Praga, y que con esta obra proclamaba la rebelión artística más
importante del séptimo arte, al lado de otras cinematografías europeas.
Atención al instante de las tijeras en la habitación. Nunca veréis nada igual,
y aunque la película cae en la repetición, quizá también buscado
intencionadamente, su importancia está más que justificada. Disfrutar o no de
ella, depende del grado de tolerancia de cada uno a las gamberradas. Un collage
tan inofensivo como interesante. (Alberto Albuín)
Recomendada.
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