sábado, 27 de noviembre de 2021

Giulietta de los espíritus (Federico Fellini, 1965)


 

Título original: Giulietta degli spiriti. Dirección: Federico Fellini. País: Italia. Año: 1965. Duración: 148 min. Género: Drama.

Guión: Federico Fellini, Tullio Pinelli, Ennio Flaiano. Fotografía: Gianni Di Venanzo. Música: Nino Rota. Montaje: Ruggero Mastroianni. Dirección artística: Piero Gherardi. Ayudante de dirección: Francesco Aluigi, Liliana Berti, Rosalba Zavoli. Vestuario: Piero Gherardi. Producción: Angelo Rizzoli.

2 nominaciones al Oscar 1965 (Dirección artística en color y Vestuario en color). Globo de Oro 1965 a la Mejor Película de habla no inglesa. Mejor película extranjera en el Círculo de Críticos de Nueva York 1965.

Fecha del estreno: 25 Enero 1967 (España)

 

Reparto: Giulietta Masina (Giulietta Boldrini), Sandra Milo (Suzy / Iris / Fanny), Mario Pisu (Giorgio), Valentina Cortese (Valentina), Valeska Gert (Pijma), José Luis de Vilallonga (amigo de Giorgio), Friedrich von Ledebur (Medium Fredrich Ledebur), Caterina Boratto (madre de Giulietta), Lou Gilbert (Abuelo), Luisa Della Noce (Adele), Silvana Jachino (Dolores), Milena Vukotic (Elisabeta), Fred Williams (agente Lynx-Eyes), Dany París (amigo desesperado), Anne Francine (psicodramático), Sylva Koscina (Sylva), Sabrina Di Sepio (nieta de Giulietta).

 

Sinopsis:

Giulietta, que duda de la fidelidad y del amor de su marido, acude a reuniones espiritistas buscando consejo y esperando una señal que le muestre que su marido aún siente cariño por ella y que puede recuperarlo. Por casualidad, conoce a Susy, una perniciosa mujer que sólo vive para el amor y que está a punto de destrozar las ilusiones de Giulietta.

 

Comentarios:

No tuvo buen éxito de crítica cuando en 1967 se estrenó en España Julieta de los espíritus: la mayor parte de los críticos independientes (en aquella época se definía así a quienes no alternaban la crítica con la censura ni realizaban trabajos remunerados para distribuidoras) pensaron que esta película de Federico Fellini era una mala copia de su obra anterior 8 y medio, donde ya había descubierto ese fascinante mundo de imágenes que constituye desde entonces el toque del autor. En la revista Nuestro Cine se decía, por ejemplo, que "la estructura narrativa del filme es un recurso que no corresponde a una profundización en el personaje principal y por ello se transforma en una investigación estética de dudoso alcance". Ricardo Muñóz Suay, por su parte, consideraba que Giulietta de los espíritus "se diluye en un esfuerzo psicoanalítico de excesivo significado moralizante". Es probable que así fuera, pero el paso del tiempo ha devuelto a Giulietta de los espíritus una independencia que la fortalece. Al margen de cualquier comparación con 8 y medio, Fellini desarrolla en esta película su barroquismo formal en una lluvia incesante de enloquecedoras fantasías que no permiten el menor descanso; es conveniente que quienes se dispongan a contemplarla hoy en la pequeña pantalla eviten toda distracción, en cada parpadeo se pierde una imagen irrepetible.

La historia es simple. Giulietta, mujer menuda, tímida e insatisfecha, descubre que el marido la engaña. En su obligada soledad deja libres sus fantasmas, sus recuerdos de infancia, sus atormentadas represiones, tratando de encontrar por sí misma un camino a su futuro. La invita a ello su encuentro con un extraño ganadero español (José Luis de Vilallonga), que prepara ritualmente una sangría, "la bebida del olvido"; pero la provoca con más insistencia su alucinante vecina (Sandra Milo, mal doblada al castellano), que organiza las fiestas más sensuales y mágicas del cine de Fellini. En ellas, la pobre Giulietta deja que sus atónitos ojos se paseen por un mundo que ignoraba; en su miedo, la acompañan insistentes y lejanos mitos de infancia, sobre todo el del abuelo, un enérgico anciano barbudo que liberaba a la nieta de las absurdas manías de las monjas, empeñadas en transformarla en una santa achicharrada en la parrilla. (En la secuencia de esa representación teatral aparecen, probablemente, los momentos más bellos de este filme).

Si la película comienza con un juego de espejos, en espejos deformados vemos el resto. La imaginación de Giulietta transforma en seres vivos lo que sólo es parte de su subjetivismo. Las voces que la atormentan, al principio enemigas, más tarde solidarias acompañantes, adquieren cuerpo según Giulietta avanza en su libertad. Descubre que esos fantasmas no le pertenecen a ella sólo, sino también a la infidelidad del esposo, a la estúpida educación recibida, a su represión, en suma. Quizá al final, reencontrada con su propia entidad, alcance la libertad ansiada y pierda el miedo a ser feliz. Se dice que Fellini escribió esta película como homenaje a su esposa, Giulietta Massina, con quien ya había trabajado en La strada y Las noches de Cabiria: "No es sólo un rostro, sino una verdadera alma dentro de la película", dice el autor de su protagonista. Si realmente el filme se inspira en la vida de la actriz, ésta tuvo que desvelar sus emociones más íntimas, sus secretos más ocultos. Lejana ya de los tics que prodigó en las películas anteriores, Giulietta Massina realiza en esta posible autobiografía uno de los trabajos más importantes de su carrera.

La utilización del color es también protagonista de la obra. Con Gianni di Venanzo como fotógrafo, Fellini crea en Giulietta de los espíritus un mundo insólito, producto del ensueño y la mistificación; pero justo es señalar también el trabajo de Piero Gherardi en los decorados y vestuarios, sin los que Fellini no tendría punto de apoyo. Nino Rota, frecuente compositor en las obras de este cineasta, escribe una pegadiza partitura que reafirma el tono circense que florece a lo largo de la narración. (Diego Galán)

Recomendada.




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