viernes, 18 de junio de 2021

Tarzán de los monos (W.S. Van Dyke, 1932)

 

Título original: Tarzan, the Ape Man. Dirección: W.S. Van Dyke. País: USA. Año: 1932. Duración: 99 min. Género: Aventuras.

Guión: Ivor Novello, Cyril Hume (basado en la novela de Edgar Rice Burroughs). Fotografía: Harold Rosson, Clyde De Vinna. Música: William Axt, George Richelavie. Dirección artística: Harold Rosson. Montaje: Tom Held. Vestuario: Ben Lewis. Diseño de producción: Bernard Hyman. Producción: Irving Thalberg (Metro Goldwyn Mayer).

Top 10 películas del año de la National Board of Review 1932.

Estreno en España: 31 octubre 1932.

 

Reparto:

Johnny Weissmüller (Tarzán), Maureen O'Sullivan (Jane Parker), C. Aubrey Smith (James Parker), Neil Hamilton (Harry Holt), Doris Lloyd (Mrs. Cutten), Forrester Harvey (Beamish), Ivory Williams (Riano).

 

Sinopsis:

James Parker y Harry Holt organizan una expedición a África para hallar un cementerio de elefantes que les proporcione el suficiente marfil para hacerse ricos. La bella hija de Parker, Jane, se une a ellos de forma inesperada y despierta una atracción inmediata en Harry. Pero un hombre mono llamado Tarzán y sus amigos simios secuestran a la chica.

 

Comentarios:

Fue, en 1914, cuando se publicó por primera vez el Tarzán de Edgar Rice Burroughs (1875-1950) y el éxito fue inmediato, tardando apenas cuatro años para acceder al cine, siendo el primer Tarzán, Elmo Lincoln, con la película “Tarzán de los monos” que dirigió Scott Sidney, la cual se recuerda principalmente por eso, por ser la primera. Otras versiones mudas pasaron sin pena ni gloria, hasta que llega por fin el año 1932 -ya en pleno auge el cine sonoro-, y la MGM decide volver a adaptar las selváticas aventuras contratando al campeón olímpico Johnny Weissmuller como el nuevo Tarzán y a la encantadora Maureen O’Sullivan como su eterna compañera Jane Parker.

Es muy probable que este nuevo, “Tarzán de los monos”, haya sido hecho con el propósito de brindar un escapismo al pueblo norteamericano en tiempos de la Depresión, cuando las ciudades lucían como grandes muros que amenazaban con asfixiar a la clase obrera y a innumerables industriales y comerciantes. Pero también era ocasión propicia para reivindicar de nuevo a la generosa, verde y fascinante naturaleza, que el hombre venía destruyendo a pasos agigantados para convertirla en una masa inerme y fría, que amenazaba incluso con tapar la luz del sol.

Resulta plausible y grata, la relación fraterna y solidaria que aquel buen salvaje sostiene con los monos y los elefantes, y en general, con los animales de alimentación vegetariana y de tendencia pacífica. Con los depredadores su relación es de defensa, y Tarzán solo los mata cuando considera que de ello depende que pueda salvar su vida. Es pues el hombre haciendo lo justo, sirviéndose de la prodigalidad de la tierra, pero protegiéndola de cualquier abuso y de cualquier irrespeto que el hombre blanco, ¡nunca el nativo!, quiera hacer con ella.

Ahora, cuando llegan los ingleses James Parker, su socio Harry Holt y la hija de aquel, Jane, con afanes de llegar al cementerio de los elefantes para hacerse con un botín estimado en un millón de dólares representado en colmillos de marfil, para Tarzán es como si llegaran la desgracia y la gloria a la vez. Pero él sabrá hacerse a la gloria representada en la coqueta y adorable Jane, y será la naturaleza la que ayude a vencer el otro obstáculo que no parece ser muy complicado.

W. S. Van Dyke (“Sombras blancas en los mares del sur”, “Trader Horn”…) es el acreditado director a quien se le asigna este nuevo éxito del cine de aventuras, con el cual se inicia el más famoso ciclo tarzanesco que, gracias a la magnética presencia de Maureen O’Sullivan y de Johnny Weissmuller (en ese orden), logró conquistar a los adultos de las vespertinas, y por supuesto, al público infantil de las matinales. Yo fui uno de sus fieles seguidores. (Luis Guillermo Cardona)

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