Título original: Oblivion. Dirección: Joseph Kosinski. País:
USA.
Año: 2013.
Duración:
125 min. Género:
Ciencia-ficción, acción. Guion:
Karl Gajdusek y Michael DeBruyn; basado en una novela gráfica de Joseph
Kosinski. Producción: Peter Chernin, Dylan Clark, Barry Levine, Duncan Henderson y Joseph
Kosinski. Música: Anthony Gonzalez y
M83. Fotografía:
Claudio Miranda. Montaje:
Richard Francis-Bruce. Diseño
de producción: Darren Gilford. Vestuario: Marlene Stewart. Estreno en España: 12 Abril 2013.
Calificación por edades:
No recomendada para menores de 7 años.
Intérpretes: Tom Cruise (Jack), Olga Kurylenko (Julia), Andrea Riseborough (Victoria), Morgan Freeman (Beech), Nicolaj Coster-Waldau (Sykes), Melissa Leo(Sally), Zoe Bell (Kara).
Sinopsis:
“Oblivion” nos lleva a un futuro planeta
Tierra que ha evolucionado hasta ser irreconocible. Allí, un hombre se enfrenta
al pasado y toma el camino de la redención mientras lucha para salvar a la raza
humana. Jack Harper (Tom Cruise) es uno de los últimos mecánicos de aviones no
tripulados destinados a la Tierra. Forma parte de una enorme operación dirigida
a extraer recursos vitales después de décadas en guerra con la aterradora
amenaza que representan los Scavs. Pero la misión de Jack toca a su fin.
Recorre y patrulla el cielo a miles de metros de altura hasta que su “elevada”
existencia se derrumba cuando rescata a una preciosa desconocida de una nave
derribada. Su llegada pone en marcha una serie de acontecimientos que obligarán
a Jack a cuestionarse todo lo que sabe y que acabarán poniendo el destino de la
raza humana en sus manos.
Tom Cruise |
Habló en su favor: Jordi Costa.
Tron: legacy, secuela tardía del (paradójico) génesis analógico de la
revolución digital, fue tan aparatosa como frustrante. Cuesta recordar algún
detalle de su argumento: en ella, el clon digital de Jeff Bridges actuaba peor
que su modelo, se citaba mucho a Julio Verne y los Daft Punk no revolucionaron
el arte de la banda sonora. El debutante Joseph Kosinski ejercitaba, eso sí,
una mirada algo subkubrickiana sobre las arquitecturas inmateriales de un
neouniverso con sangre de neón. Tron: legacy garantizó a Kosinski el salto a la
gran liga del blockbuster, como sella ahora su presencia al frente de Oblivion,
película de ciencia ficción que, en realidad, pertenece a otro género: en
concreto, a Tom Cruise como género o marca garante de un nuevo ejercicio de
artillería pesada para arrasar taquillas, sin renunciar a una cierta mirada adulta
y a una cierta ambición creativa.
Una Tierra devastada tras la guerra con una raza extraterrestre sirve de
escenario a esta película que, aunque basada en una novela gráfica aún no
publicada del propio Kosinski, conviene no malinterpretar como cine de autor.
Entre otras cosas, porque la mano de Cruise parece tan presente en la voz en
off que abre Oblivion, con su obsesión por no dejar ni un cabo suelto
—imponiéndose como interferencia a lo mejor del conjunto: la mirada del
arquitecto Kosinski sobre ese mundo de ruinas, torres tecnológicas, drones y
naves burbuja—, como en las componendas de su desenlace. Oblivion confía
demasiado en la eficacia de dos giros de guión, estratégicamente colocados, que
el aficionado a la ciencia ficción ya habrá intuido antes de su revelación. La
marca Cruise da lo que uno espera —es entretenimiento sólido y generoso—, pero
ni un aliciente más.
Olga Kurylenko |
Habló en su contra: Luis Martínez.
El futuro, antes que un tiempo verbal, es un
estado de ánimo. Imperfecto, necesariamente. Así ha sido siempre. Cuando la
humanidad sudaba en frío allá en los años 50 por culpa de, precisamente, la
Guerra Fría, la ciencia-ficción hacía estallar mundos como la única réplica
posible a su atómico presente. Ahora, convencidos de que seremos lo que la Comisión
Europea decida, no queda otra que la depresión. Y por ello, el futuro es
subjuntivamente apocalíptico. O no es.
'Oblivion', de Joseph Kosinski, es el
penúltimo ejemplo que llega a las pantallas. Justo después de 'Los últimos
días' y poco antes de 'Elysium', la Tierra vuelve a sufrir el escrache de unos
alienígenas algo ariscos. La idea del director Joseph Kosinski, como ya hiciera
en su anterior trabajo, 'Tron legacy', es dejarse llevar. Si antes aniquilaba
de forma algo artera un mito de los 80 como el dirigido por Steven Lisberger,
ahora recopila todos los momentos más o menos notables del género para componer
un pastiche cuya única virtud corre a cuenta del departamento de los efectos
visuales. Y la verdad, se antoja escaso.
En un principio, que nadie se asuste, nada
tan respetable, posmoderno y rizomático (cómo son los franceses), que el
pastiche. Duncan Jones coleccionaba en 'Moon' todas las referencias sagradas
del cine marciano de todos los tiempos, desde 'Blade runner' a '2001...', y el
resultado era una magnética, inteligente y muy irónica reflexión, grave y
paradójica, sobre la vida en gravedad cero.
Ahora Kosinski, al servicio de Tom Cruise,
ensaya lo mismo. Y lo hace ampliando, si se quiere, el espectro referencial.
Esta vez no es difícil rastrear las huellas de los laberintos de Philip K. Dick
al lado de, curioso, exactamente las mismas citas que las utilizadas por su
colega Jones. Pero el resultado no puede ser más diferente. Y desolador.
Jones sacaba petróleo de su ausencia de
presupuesto para esculpir un futuro extraño y a la vez cercano a un paso de la
más común y cotidiana pesadilla. Kosinski-Cruise, en el polo opuesto, fía todo
a un deslumbrante paraíso presupuestario en el que las naves saltan de la
pantalla con la misma elegancia que las piscinas (han leído bien) flotan en la
estratosfera. Eso por no hablar del Nueva York en ruinas. Da gustillo ver lo
bien que se pueden hacer las cosas (cualquiera de ellas) cuando se tiene
dinero.
Lástima que la profesión de guionista siga
tan mal pagada. Porque, en efecto, todos los problemas están ahí, en la
escritura de una historia incapaz de tomar la suficiente distancia con lo
narrado para resultar inteligente. Cruise debe de ser el actor que más en serio
se toma del universo. Y eso le hace mucho daño.
De repente, la ciencia-ficción adquiere la
consistencia de lo triste. Y esto ya es herejía. El futuro, lejos de ser lo que
siempre ha sido -una imagen más nítida del presente-, es ahora una especie de
relato fundacional de una religión peligrosamente estúpida. Sí, lo han
adivinado, la película más parece un evangelio apócrifo de la dichosa
cienciología del dichoso Ron Hubbard. Dichoso Cruise.
Nota: No se pierdan 'Pioneros de la ciencia
ficción rusa', recién editado por Alba. Desde ya somos fanáticos de gente como
Alekséi N. Apujtin, Porfiri P. Infántiev, De Valeri Y. Briúsov y Serguéi R.
Mintslov. Aunque no sepamos pronunciar sus nombres.
Trailer de la película:
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