miércoles, 5 de agosto de 2015

Alfred Hitchcock fue enviado a prisión



Hoy nos detendremos a recordar una divertida anécdota del gran mago del suspense. Corría el año 1905, casi en los albores del cine, cuando todo esto sucedió.

Hitchcock prefería no hablar de su infancia, sin embargo, solía repetir muy a menudo, tanto que seguramente podría haberla contado mientras dormía, lo siguiente:

Cuando tenía sólo seis años, hice algo que mi padre consideró que merecía un castigo. Me envió a la comisaría de policía con una nota. El agente de servicio la leyó y me encerró en una celda durante cinco minutos después de decirme: ”Esto es lo que les pasa a los niños malos”.

Marion Crane
Esta versión de la historia que Donald Spoto cita en “Alfred Hitchcock: El lado oscuro de un genio”, data de 1979, pero cuando Francois Truffaut entrevistó a Hitchcock diecisiete años antes, ya era lo bastante conocida como para que ambos la relataran a dúo. Sin embargo cuando el realizador francés le preguntó a qué se debía el castigo, Hitchcock se limitó a decir que no tenía la menor idea. Quizá hubiera olvidado ya si aquella encarcelación pertenecía al recuerdo o a la fantasía, pero sin duda consideraba que la anécdota explicaba su posterior interés por el delito y el castigo.

Manny Balestrero
Además, la insistencia con la que declaraba no saber qué “crimen” había cometido puede relacionarse con un elemento recurrente en sus películas, los castigos injustos: Richard Hannay en los 39 escalones (1935) se ve inmerso en una pesadilla por mostrar cierto interés sexual, Guy Haines en Extraños en un tren (1951) es castigado por desear la muerte de su esposa, Manny Balestrero en Falso Culpable (1956) es perseguido por un sistema judicial Kafkiano y, el ejemplo más crucial, Marion Crane en Psicosis (1960) muere asesinada después de decidir devolver el dinero que ha robado a su empresa, uno de los castigos más injustos de la Historia del Cine.

Por mucho que el genial director británico intentara que no se siguiera especulando sobre la anécdota de la cárcel, sea cierta o no, muestra el sello personal e inconfundible de su trabajo. 

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