Los hermanos italianos Paolo y Vittorio Taviani
llevan a la gran pantalla “César debe morir”, una
adaptación del clásico de Shakespeare “Julio César”, vestido de blanco y negro
y transformado en una obra a medio camino entre el documental y la ficción, por
la que fueron premiados con el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine
de Berlín.
La pieza arranca en el teatro de la cárcel
Rebibbia de Roma, donde acaba de terminar la representación de la famosa obra
del dramaturgo inglés, fruto de los talles que el director Fabio Cavalli
organiza en este centro penitenciario. Aquí, los ensayos y la representación
teatral se alternan con la vida de los reclusos.
“El
objetivo de esta obra ha sido plantear el contraste entre la libertad absoluta
del actor y la falta de autonomía de quienes residen en una celda”, destacó
Paolo Taviani durante la presentación del filme, "todo en esta película es verdad y falso".
Cuando ya tenían el guion cerrado y atado,
fueron a esta cárcel listos para grabar. Sin embargo, "como siempre" les ocurre, una vez
que estaban allí no pudieron evitar la influencia de "la verdad de los rostros y la localización", por lo que las
cosas "se transformaron".
Aunque el filme sigue un guion y una
estructura, "se cruza y enlaza con
la fantasía de Shakespeare". "Se
mueven en este plató hecho de celdas y pasillos oscuros, como si trabajaran en
un escenario del absurdo", describe.
Fue precisamente por este motivo por lo que
decidieron rodar en blanco y negro. Por un lado, explica, "quería que el flash back fuera claro para el
público. Por otro, sentíamos horror al pensar que teníamos que entrar detrás de
las rejas de una cárcel con el color, algo muy televisivo".
Además, señala Taviani, "el color es muy naturalista y el blanco y
negro no refleja la realidad, es una violencia que se hace a la realidad,
porque esta no es en blanco y negro".
Fotograma de Cesar debe morir |
Uno de los cambios que se realizó respecto al
texto original de Shakespeare fue prescindir de mujeres en el rodaje. En
concreto, de las dos que aparecen en la primera parte: la mujer de César y la
mujer de Bruto. Esto se debe a que Shakespeare no utilizaba a las mujeres en la
interpretación, sino que eran hombres. "Es algo que no se percibe en teatro, donde desde lejos ves un personaje
y entras en el juego, en este pacto".
En el cine, en cambio, "la cámara tiene el poder de fijarse hasta en
la pequeña pelusa que tienes, así que las mujeres se convertirían en personajes
grotescos que causarían risa". "Son lenguajes primos pero no hermanos", recalca.
Durante los años 60 y 70, el cine italiano
vivió su época dorada, con directores como Bertolucci o Fellini. Después,
afirma Taviani, "hubo una época en
la que no conseguía expresar la realidad en la que estaba viviendo".
Ahora, durante los últimos siete u ocho años,
el cine italiano ha empezado a aportar unos autores nuevos, premiados en Festivales
como Cannes, siendo un ejemplo Paolo Sorrentino ('Un lugar donde quedarse'),
que "empiezan a salir del país".
Os dejamos con un tráiler del filme “César debe morir”:
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