La figura de la escritora danesa Karen
Blixen, conocida por uno de sus pseudónimos, Isak Dinesen, y por habernos
regalado uno de los relatos con más hechizo del siglo XX, "Memorias de
África", resurge cuando se cumplen cincuenta años de su muerte con la
publicación de varias de sus obras.
La adaptación cinematográfica de "Memorias de África", protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, se convirtió en la gran ganadora de la edición de los Óscars de 1985 y Karen Blixen en una autora catapultada a la fama, cuyo carisma como reconocen los expertos en su obra "se ha agrandado" medio siglo después de su muerte.
La adaptación cinematográfica de "Memorias de África", protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, se convirtió en la gran ganadora de la edición de los Óscars de 1985 y Karen Blixen en una autora catapultada a la fama, cuyo carisma como reconocen los expertos en su obra "se ha agrandado" medio siglo después de su muerte.
Meryl Streep es Karen Blixen |
Para conmemorar el aniversario, la editorial Nórdica reedita "El festín de
Babette", al mismo tiempo que se repone su también exitosa adaptación
cinematográfica a la gran pantalla 25 años después de su estreno.
Un "festín" que Nórdica completa con la publicación por,
primera vez en España, de sus "Cartas desde Dinamarca", que recogen
su correspondencia entre 1931, año en el que la escritora abandonó Kenia, y
1962, fecha de su muerte.
El compendio, de cuya traducción y selección
se ha encargado Enrique Bernárdez, da cuenta tanto del "proceso creativo
de la autora como del desarrollo de sus ideas literarias" a través de las
misivas que intercambió con editores, colegas escritores y críticos, indica
este experto en una entrevista con Efe.
Su añorada vida en Kenia, a donde viajó en
1914 para casarse e instalarse en una plantación de café, la relación con sus
familiares más próximos y con la alta nobleza de Dinamarca, así como sus
problemas de salud, derivados del tratamiento aplicado contra la sífilis, a
base de mercurio, aparecen también en esta obra, ilustrada con un pequeño álbum
de fotos en blanco y negro.
El retrato que ofrece el texto, subraya el
traductor, permite descubrir una mujer con una "alta consideración de sí
misma" y con una personalidad que a veces recuerda a la de otro danés
inmortal, Hans Christian Andersen.
Meryl Streep en Memorias de África |
Y en el plano literario, en contra de lo que
se pueda pensar, las cartas revelan como Blixen llevó a cabo "toda su
producción literaria" en los años posteriores a su regreso a Dinamarca
tras su estancia en África. Este continente, donde se derrumbó su tempestuoso
matrimonio con su primo, el barón Bror Blixen-Finecke, y se enamoró
apasionadamente de Denys Finch-Hatton, arquetipo de aventurero inglés,
representó para la autora el cumplimiento de "un sueño".
En opinión de Bernárdez, la autora encontró
un mundo "totalmente distinto" a los estereotipos europeos: la
libertad, la naturaleza y el contacto afectivo con seres de distintas razas.
De hecho, esta entrega de cartas se cierra
con una cariñosa misiva de Blixen, fechada tan solo dos meses antes de su
muerte, a su "buen y fiel sirviente" Kamante, a quien le envía algo
de dinero para "ayudarle" un poco en los malos tiempos y le informa
de que sigue viviendo "en la vieja casa" en la que nació. "Esto
es muy bonito y estoy muy bien".
I
ResponderEliminar“Memorias de África” es una novela que me ha perseguido toda la vida. Es difícil explicar los motivos por los que para mí ha tenido siempre algo de sobrenatural, como una de estas cosas que acontecen en nuestra vida, y que, por muchas vueltas que le demos al asunto, no terminamos por encontrar una explicación convincente. Nunca la he leído. Y durante más de la mitad de los años que ahora tengo ha estado rodando por mis estanterías y apareciendo de forma sistemática cada vez que buscaba otro libro. En cada una de estas ocasiones, que han sido muchas, siempre me decía lo mismo: “tengo que sacar tiempo para leerla”. Pero por motivos que la ciencia no explica, han pasado los años y no lo he hecho, bien porque anteponía otro libro (que tenía obligatoriamente que leer), bien por cuestiones de trabajo, o sabe Dios por qué. Pero esta obra siempre ha estado presente en mi vida diaria, y siempre he querido sumergirme en sus páginas.
Curiosamente, al ver esta entrada, he ido a buscar el libro, pero resulta que ahora no lo encuentro por ninguna parte. Era de pastas blandas, color morado… Jamás esperé un final como este a mi escabrosa relación con Isak Dinesen, en la que el sentimiento de culpa nunca llegó a desaparecer (y aquí que llega Paco a ponerle la guinda al pastel, asesorado sin ninguna duda por la vidente).
Es cierto todo lo que cuento, (lo de que lo he tenido por las estanterías muchos años sin leerlo y ahora lo he perdido), aunque le haya dado a la anécdota este juego de palabras para hacerla más “graciosilla” (¿?). Podría haber dicho: “No he leído el libro todavía, lo tengo que leer…” Pero es que yo tengo mi orgullo, y más después de haber visto la estupenda entrada de Paco (hay que felicitarle). Y que no se interprete este juego humorístico con el lenguaje como una burla irónica sobre la entrada, que las palabras son diablillos como solo ellas saben serlo.
Por todo ello me centraré solo en la película. Se percibe que el filme tiene un origen literario: la recreación en los sentimientos de ella, la interiorización que hace sobre el personaje, la voz en off. Hay una buena interpretación por parte de los dos protagonistas, tanto de Maryl Streep como de Robert Redford. Lo mejor del filme y, posiblemente, de la novela, considero que está en el contraste que había entre ellos por su muy diferente forma de ser: M. Streep hacía el personaje de una mujer culta, sensible, reflexiva, comprometida, “que necesitaba pensar”, mientras que el de R. Redford era el de un aventurero, con sentido práctico, que vivía en lo inmediato y que no deseaba perder su libertad, “¿pensar para qué?”.
Toda la película trata de recrear ese trasfondo poético del salvaje mundo africano, en el que se enmarca el romance. Sin embargo, deduzco que en la novela, por las características propias de la literatura, un lenguaje diferente al cine a fin de cuentas, esto estaría más logrado. No es nada fácil elaborar películas a partir de una narrativa introspectiva. ¿Cómo llevamos a la imagen los sentimientos que nos sugiere un lugar, y más aún cuando hemos tenido vivencias en él? A pesar de ello, los planos panorámicos sobre el territorio africano, con una impactante música tras ellos, son dignos de elogio. También esa voz en off nos cuenta bastante sobre el asunto. La fotografía es espléndida, belleza en estado puro, así como los vestuarios, la ambientación, la música, etc.
II
ResponderEliminarTodo esto configura un hermoso filme de obligada contemplación. Sin embargo, y dando por hecho que es una muy buena película, no puedo evitar compararla con “Los puentes de Madison” (Clint Eastwood), un largometraje en el que el personaje de Meryl Streep mantiene una relación adúltera con el actor (y también director de la peli) mencionado en el paréntesis, y en el que, para mi gusto, había más intensidad. O con Fitzcarraldo (Herzog), otra película que también busca la exaltación poética de la naturaleza y, a mi modo de ver, con mejores resultados.
[Nota: me gustaría dejar constancia de que cuando hablo de los actores me estoy refiriendo a sus personajes en la película. Lo correcto sería buscar el nombre de dicho personaje y ponerlo junto al del actor, pero ese trabajo se lo dejo a los que hacen las entradas, que se lo tienen que currar más.]
Lástima que la Kenia de hoy no tenga nada que ver con aquella. Ahora encontraréis safaris organizados para turistas, los leones controlados por radar para favorecer los ingresos y los masáis persiguiéndote con sus lanzas, pero no para batirse, sino para hacerse una foto contigo (y cobrarte). No tenía que haberlo dicho, ya lo he estropeado todo…
[De “El festín de Babette” no digo nada pues ya tuvisteis la proyección y la tertulia. Aclarar tan solo que me gustó]
Un saludo, Galo.
[Cuando dije antes eso de “que se lo tienen que currar más” me refería a que el protocolo de la entrada exige más elaboración que el del comentario, que puede ser más informal. Que no se entienda una exigencia por mi parte de una mayor calidad de las entradas, ya que todos los que participan la tienen sobradamente. El lenguaje es diabólico y muchas veces le aparece a uno un posible doble sentido que no tenía previsto. En este caso, si soy yo, pensad siempre en la versión buena de las posibles.
ResponderEliminarUn saludo, Galo.]