Título original: Kuolleet Lehdet. Dirección: Aki Kaurismäki. País: Finlandia. Año: 2023. Duración: 81
min. Género: Comedia dramática.
Guión: Aki Kaurismäki. Fotografía: Timo Salminen. Producción: Sputnik, Finnish Film
Foundation.
Premio del Jurado en el
Festival de Cine de Cannes 2023. Nomimada al Globo de Oro 2023 a Mejor Película
de habla no inglesa. Premio del Público en el Festival de Cine de Morelia 2023
Fecha del estreno: 27 Diciembre 2023
(España)
Reparto: Alma Pöysti (Ansa), Jussi
Vatanen (Holappa), Alina Tomnikov, Sakari Kuosmanen, Janne Hyytiäinen (Huotari),
Martti Suosalo, Maria Heiskanen.
Sinopsis:
Ansa es soltera y vive en
Helsinki. Trabaja con un contrato de cero horas en un supermercado,
abasteciendo los estantes; luego clasifica el plástico reciclable. Una noche se
encuentra accidentalmente con el igualmente solitario trabajador Holappa, un
alcohólico. Contra todo pronóstico y malentendidos, intentan construir una
relación. Como resultado, Holappa logra controlar su adicción al alcohol.
Comentarios:
Una coherente genealogía se abre paso en la obra de Aki Kaurismäki: es la que da sus primeros pasos con Contraté un asesino a sueldo (1990), el primer film que rueda fuera de su país, y sigue después con Luces de bohemia (1992), Juha (1999) y Un hombre sin pasado (2002), hasta llegar a esta Fallen Leaves. Entre medias quedan otras obras mayores del cineasta (sobre todo, Nubes pasajeras y Le Havre), pero las citadas anteriormente comparten el hecho de narrar, en su columna vertebral, una historia de amor vivida siempre por personajes situados al margen de la confortable ‘sociedad del bienestar’: un humilde oficinista despedido de su trabajo y tentado por el suicidio, vagabundos y bohemios sin rumbo, un hombre sin memoria instalado en un campamento de indigentes o proletarios despedidos una y otra vez de su empleo. A la postre, el universo del trabajo de los obreros en los camiones de basura, en un restaurante, en una fábrica, en una obra de la construcción, en un supermercado o en una fundición retorna siempre a las imágenes de este cineasta (recordemos también Sombras en el paraíso, La chica de la fábrica de cerillas o La fundición, entre otras muchas), un director que hoy se sigue reivindicando comunista, que puebla sus películas de un atrezo deliberadamente anacrónico (dice que no le gusta la estética del presente) y de música de todo tipo, un acompañamiento que aquí se hace más presente y constante que en casi ninguna otra de sus realizaciones: karaoke, tango finlandés, rock indie, una serenata de Schubert…
El milagro estrictamente cinematográfico de la historia de amor entre los dos protagonistas de este nuevo film (auténticas ‘hojas caídas’, casi perdidas y barridas por el viento en medio de una sociedad que ni siquiera los mira) es la empatía y la ternura que destilan unas imágenes tan secas y lacónicas como en todo el cine de su director, pero cuyo encadenado en el montaje se muestra esta vez, si acaso, algo más poroso y abierto, algo más reposado y menos cortante. Una cadencia atravesada quizás por la bonhomía y por la mirada profundamente humanista de un director que, a sus sesenta y seis años, mira a sus criaturas con una amplitud, una solidaridad y un deseo de felicidad que no oculta, en ningún momento, la devastadora realidad en la que viven sin más horizonte de futuro que el de su propio amor, irrenunciable por ambas partes, a pesar de que todo en el relato conspira para separarlos.
Los protagonistas salen de ver en el cine una película de zombis (Los muertos no mueren, de Jim Jarmusch) y a la salida escuchan comentarios de otros espectadores. A uno el film le ha recordado El diario de un cura rural, de Bresson, y a otro Bande à part, de Godard. La primera vez que se encuentran frente a frente, lo hacen delante de un afiche de Breve encuentro (David Lean), lo que nos anuncia ya el futuro inmediato de su relación, de la misma manera que todas las canciones del film, varias de ellas interpretadas en directo dentro de la diégesis, comentan el desarrollo de la historia casi a la manera del coro griego. Todo en esta obra maestra incontestable respira amor por los personajes sin ceder jamás al sentimentalismo. Profundamente romántica en su interior, Fallen Leaves se desvela finalmente como una cierta relectura de Luces de la ciudad que se cierra, en el final más lacónico, hermoso y bello que hemos visto en muchos años, con un guiño de ojo, un corte de montaje y un plano de cierre en el que Chaplin aparece donde menos se le espera y a modo de emocionado tributo. Una felicidad y una hermosura de película. (Carlos F. Heredero)
Recomendada.
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