Título original: Adam. Dirección: Maryam Touzani. País: Marruecos. Año: 2019. Duración: 98 min. Género: Drama.
Guión: Maryam Touzani, Nabil Ayouch. Fotografía: Virginie Surdej. Montaje: Julie Naas. Vestuario: Aida Diouri. Decorados: Pilar Peredo. Sonido: Nassim Mounabbih. Producción: Nabil Ayouch.
Sección Oficial “Un Certain Regard” del Festival de Cannes 2019. Sección Oficial de la Seminci 2019.
Fecha del estreno: 6 Noviembre 2020 (España)
Reparto: Lubna Azabal (Abla), Nissrine Erradi (Samia), Douae Belkhaouda (Warda), Aziz Hattab (Slimani), Hasnaa Tamtaoui (Rkia).
Sinopsis:
Abla regenta una humilde pastelería en su propia vivienda de Casablanca, donde vive sola con Warda, su hija de 8 años. Su rutina, dictada por el trabajo y las labores domésticas, se ve un día interrumpida cuando alguien llama a su puerta. Se trata de Samia, una joven embarazada que busca empleo y techo. A la pequeña le atrae la recién llegada desde el primer momento, pero la madre se opone inicialmente a acoger a la extraña en su casa. Poco a poco, sin embargo, la determinación de Abla va cediendo y la llegada de Samia les abre a las tres la posibilidad de una nueva vida.
Comentarios:
Con una mirada cuidadosa y precisa, a la marroquí Maryam Touzani le bastan tres personajes, una joven embarazada, una viuda al frente de una pastelería y su pequeña hija, para abordar temas tan complejos como el estigma de las madres solteras en Marruecos o la depresión y sus terribles efectos en la crianza. Una ópera prima sorprendente en la que su directora se adentra en diferentes formas del dolor y el abandono y en sus devastadoras consecuencias de cara a la maternidad. Los personajes principales están interpretados por Lubna Azabal y Nisrine Erradi, actrices cuya garra eleva a las dos mujeres perdidas que dan vida. El instinto de supervivencia, la amargura y la soledad que arrastran se contrapone con la mirada inocente de la hija de la pastelera y de forma más abstracta con el testigo mudo que está a punto de nacer.
Aunque toda la película gira alrededor de las dos mujeres, Touzani nunca se olvida del lugar de la niña ni del bebé. Son ellos quienes ponen a las dos adultas frente a un espejo agridulce. Dotada de una subterránea carnalidad, la película transita por un fondo muy oscuro que, gracias al respetuoso tono de su directora, huye de la sordidez para permitir que la película camine sin aparente esfuerzo, impregnada de una mirada íntima y cálida donde ni se juzga ni se impone nada, para dejar espacio a los sentimientos contradictorios que atrapan a los personajes.
Porque Adam habla de la amistad entre dos mujeres, de sus fantasmas y de sus heridas y, sobre todo, del combate interior que libran contra una sociedad que las aplasta. Una sociedad fuera de campo cuya sombra sentimos encima a través de la piel de ellas. Touzani, siempre pegada a los expresivos ojos de sus actrices, apunta a lo que las rodea sin necesidad de enseñarlo, desde una calculada distancia, inclusos a veces desenfocada y borrosa, que asoma desde esa simbólica ventana que representa el mostrador de la pequeña pastelería. Una sociedad opaca que castiga cualquier modelo familiar que no sea el tradicional y que deja huérfanas a las mujeres que avanzan solas. (Elsa Fernández-Santos)
Recomendada.
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