CAPÍTULO 1. Soy el Señor, tu Dios.
Dirección: Krzysztof Kieslowski.
Guión: Krzysztof Kieslowski y Krzystof Piesiewicz.
Fotografía: Wieslaw Zdort.
Música: Zbigniew Preisner.
Sonido: Malgorzata Jaworska.
Dirección Artística: Halina Dobrowolska.
Montaje: Ewa Smal.
Producción: Ryszard Chutkowski para la Televisión Polaca.
Duración: 53 mm.
Intérpretes:
Henrik Baranowski (Krzysztof), Wojciech Klata (Pawel), Maja Komo-rowska (Irene), Artur Barcis (el vagabundo), Maria Gladkowska (la chica), Ewa Kania (Ewa Jezierska), Aleksandra Kisielewska (la mujer), Aleksandra Majsiuk (Ola), Magda Sroga-Mikolajcyk (la periodista), Anna Smal-Romanska (la mujer del lago), Maciej Slawinski (el director), Piotr Wyrzykowski (el muchacho del lago) y Bozena Wrobel (el profesor).
Fotograma de Dekalog, Jeden |
Reflexiones:
El primer mandamiento que, para los cristianos, es “Amar a Dios sobre todas las cosas” en el Antiguo Testamento, donde nos describen a Dios como terrible y justiciero es “Soy el señor tu Dios, no habrá otro dios para ti”.
La historia que narra Kieslowski, en dos palabras, es la vida de un padre con su hijo que habitan en el bloque de apartamentos de Varsovia donde se desarrollan todos los capítulos de esta serie para la televisión polaca. Además de los dos personajes principales, la tercera protagonista es la tía del niño, hermana de su padre.
Los dos adultos fueron educados en una familia muy católica y la tía lo sigue siendo pero el padre no es creyente, es muy racionalista, él cree que todo se puede contar y medir, pero claro, a veces se equivoca. Lo basa todo en la informática, piensa que un ordenador bien programado podría tener su gusto, personalidad e incluso preferencias estéticas y precisamente es el ordenador el que se encarga de resolver todas sus cuestiones. Pero ahí está el niño, su hijo, que con sólo 10 años y también loco por los ordenadores se dedica a hacer preguntas sobre la muerte, el alma, los sueños, Dios. El padre le contesta de forma racional: la gente se muere por cáncer, de otra enfermedad o de viejo. A la pregunta del niño sobre “el después”, sobre el alma, le contesta que no tenemos alma y que de esa persona quedará el recuerdo de sus acciones o de su sonrisa. A la tía le pregunta sobre la vida y ella le contesta que es poder hacer algo por los demás y así se sentirá mejor y la vida le será más fácil.
El chico sigue haciendo preguntas y más preguntas de orden metafísico y la vida continúa normalmente para los tres hasta que sucede un hecho inesperado ante el cual todo se tambalea. Para el padre, que lo primero que se le ocurre es ir a la iglesia y destrozar un pequeño altar de la virgen, algo que me parece extraño, porque al no tener ningún tipo de creencias en un ser superior o en algo a qué agarrarse opino que lo único que debe plantearse es lo efímero de la vida, pero la tía, que sí tiene fe, también se encuentra con el vacío de que su Dios le ha fallado. Es decir, ante ese hecho los dos sienten la misma frustración.
Kieslowski, que era muy poco dado a hablar de su vida y mucho menos de sus creencias, en una entrevista declaró que no creía en Dios pero que mantenía buena relación con él. Esto, que me parece un comentario irónico por su parte, pienso que se ajusta a la verdad y en el fondo le preocupó la existencia de Dios, de la fe y la esperanza.
Trabajo presentado en el Taller de Cine por Concha Moro Moraño.
Trabajo presentado en el Taller de Cine por Concha Moro Moraño.
Henrik Baranowski (Krzysztof) |
Kieslowsky nos describe, en Soy el señor tu Dios, el Decálogo 1, el mandamiento primero de Amarás al señor sobre todas las cosas, abordándolo desde las posiciones clásicas de la fe y la razón. Nos plantea la pregunta de si es verdad que hay un Dios que merece ser amado o por el contrario debemos alejarnos de él para refugiarnos en la razón como único medio para explicar nuestra existencia, preceptos que a lo largo de la humanidad han sido apoyados y a su vez denostados desde las dos posiciones. Nos dice que siempre el ser humano ha deambulado y franqueado los límites de cada una de las dos posturas. Así, en cualquier caso no hay que olvidar que al confiar en la razón a nuestra existencia estamos haciendo a su vez un acto de fe. Kieslowski nos ofrece el mandamiento y su contrapuesto, y muestra como las personas conviven con sus convicciones.
Para ello nos narra la historia del niño Pawel tutelado por dos pilares primordiales en su vida, por un lado la de su padre, que representa la razón, y por otro, la de su tía, que representa la fe. El hijo como alma inocente camina entre las estas dos vías, aceptándolas, entusiasmado con la capacidad de aprender de la ciencia pero al mismo tiempo realizándose preguntas que la ciencia no es capaz de responder. Gran parte de la película orbita sobre la relación del padre y el hijo, y la fuerza que tiene la razón, pero ésta puede fallar, puede hacernos dudar, entra la premonición, lo malos augurios, una mancha negra invade el blanco impoluto del papel, la fe en lo que se cree se puede perder.
Ante la imposibilidad de prever el futuro estas dos fuerzas absolutas reaccionan de manera inesperada al no poder controlar el azar, el destino. Todo se desvirtúa, se hace confuso y nuestras creencias tanto si son de fe como de razón se pueden desmoronar. Nuestras creencias tanto si es en lo material como en lo inmaterial nos sacuden interiormente. Vagamos en un mundo inestable en el que debemos de agarrarnos a algo, pero cuando suceden hechos extraordinarios, como puede ser la muerte, estas convicciones se vuelven a replantear y a generar dudas, intentamos siempre de una u otra manera echar la culpa de aquello que nos pasa a algo externo a nosotros o vincularlo a algo siempre que no tenemos respuesta clara y definitiva, en general a la posición contraria de nuestras creencias. Y Kieslowski para mostrarnos esto desencadena la acción en un hecho para ver cómo reaccionan esas posturas ante esa situación.
Por tanto Kieslowsky nos muestra unos hechos, unos acontecimientos unidos por una línea argumental guiada por estas dos posturas, para dejar que la mente de cada uno de nosotros sea capaz de valorar su propia existencia, y ver si estamos por decantarnos hacia un lado u otro, fe o razón, o ver si hay un poco de todo en nuestro devenir diario, no posicionándose y dejando que sea el espectador el que reflexione.
Trabajo presentado en el T. de Cine por Fernando Arredondo Arredondo.
Wojciech Klata (Pawel) |
Os dejamos con una secuencia, en la que Krzystof y Pawel, entusiasmados con la informática, consultan con su ordenador, al que consideran infalible, un tema que les preocupa. ¿Krzystof puede dejar que su hijo Pawel vaya a patinar al lago recién congelado? Para ello, hacen los cálculos a través del ordenador, para saber si la nieve del lago aguantará el peso de Pawell cuando salga a patinar.
CAPÍTULO
2. No invocarás el nombre de Dios en
vano.
http://linternamagicasevilla.blogspot.com.es/2012/04/universo-kieslowski-dekalog-dwa.html
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