viernes, 24 de noviembre de 2023

El viejo roble (Ken Loach, 2023)

 

Título original: The Old Oak. Dirección: Ken Loach. País: Reino Unido. Año: 2023. Duración: 110 min. Género: Drama.

Guión: Paul Laverty. Música: George Fenton. Fotografía: Robbie Ryan. Producción: Sixteen Films, Why Not Productions.

Sección Oficial del Festival de Cine de Cannes 2023. Mejor Actor (Dave Turner) en el Festival de Cine de Valladolid (SEMINCI 2023).

Fecha del estreno: 17 Noviembre 2023 (España).

 

Reparto: Debbie Honeywood (Tania), Andy Dawson (Micky), Trevor Fox (Charlie), Dave Turner (TJ Ballantyne), Ebla Mari (Yara), Neil Leiper (Rocco), Laura Daly (Rosie), Reuben Bainbridge (Dueño del helicóptero), Jordan Louis (Garry), Andrea Johnson (Amy).

 

Sinopsis:

El futuro del último pub que queda, The Old Oak, en un pueblo del noreste de Inglaterra, donde la gente está abandonando la tierra a medida que se cierran las minas. Las casas son baratas y están disponibles, por lo que es un lugar ideal para los refugiados sirios.

 

Comentarios: 

Tan previsible como pueda resultar el desarrollo y la conclusión del nuevo film del incombustible Ken Loach, son las críticas que pretenden defenestrarlo con los mismos argumentos peregrinos de siempre. No es ni ésta ni ninguna de sus anteriores películas tan vilipendiadas una mala cinta; no puede serlo cuando conecta con nuestras conciencias como sólo él es capaz de hacerlo, con ayuda inestimable de su inseparable Paul Laverty, otra víctima permanente de tantos osados comentaristas. Tiene alma, que tanto se ha perdido en el actual cine denominado mainstream, y es capaz de combinar muchos de los problemas que acucian a la humanidad contemporánea con tanta pericia como ingenio hasta conseguir que sus postulados se conviertan en testimonio de nuestra vida y evangelio del mundo que nos ha tocado vivir. Luchador incansable desde la era Thatcher en que comenzaron a hacerse notorios sus trabajos, a sus casi noventa años Loach sigue en la brecha, apostando por la solidaridad como única vía posible de solución a la injusticia y la desigualdad, cuando los poderes se han abandonado definitivamente a un capitalismo feroz y agresivo.

Asistimos estupefactos a cómo el nuevo alcalde de Sevilla anuncia a bombo y platillo una Navidad con más luces y atracciones que nunca, para competir con otras ciudades con iguales ambiciones. Y lo hace en un entorno en el que la pobreza es cada vez más acuciante, quizás en la misma proporción que la de la ultrarriqueza de unos pocos. Gastamos millones en circo y poco o nada en pan, de forma que el recorte de derechos y libertades pase a un segundo lugar, inadvertido frente a la prioridad que sin duda merece la alimentación de nuestros hijos e hijas, por encima incluso de la educación, siempre tan peligrosa de cara a mantener el control y el poder sobre las masas. Y cuando alguien viene a leernos la cartilla y avisarnos de lo que se nos viene encima, lo tildamos de oportunista, tremendista y efectista, cuando la verdad es que necesitamos a Loach, a los Dardenne y a Bollaín para mantenernos despiertos y contestar a la injusticia que nos rodea. The Old Oak (por una vez nuestros distribuidores no tenían que haber traducido el título, toda vez que es el nombre de un pub) es el lugar donde los dormidos y embrutecidos supervivientes del abandono de una de tantas ciudades pequeñas víctimas de la crisis minera, beben, discuten y critican, y que su bonachón dueño convertirá en centro cultural, tan necesitado donde el intercambio y la solidaridad entre pueblos en principio dispares surja vía refugiados de países en guerra o sometidos a crueles dictaduras. Con una caligrafía pulcra y sencilla, con el ánimo siempre de llegar hasta la última persona intelectualmente cuerda, Loach expone las dificultades de un grupo de refugiados sirios en plena crisis del 2016, para integrarse en una comunidad fuertemente castigada por la pobreza y la desidia de los gobernantes.

Lo estamos viviendo también ahora, la crueldad con la que un pueblo severamente maltratado hace menos de un siglo, levanta las armas contra otro oprimido masacrándolo sin miramiento alguno. Y así ha sido y parece ser seguirá siendo siempre, sin capacidad de reflexión, sin que la memoria ahonde en nuestro intelecto, oprimiendo y avasallando siempre a nuestros semejantes. Pero en el cine de este Capra moderno no cabe la desesperanza ni la rendición, aunque sea forzando finales y cambiando sensibilidades de forma casi milagrosa. El intercambio cultural y la solidaridad, a veces ejercida a través del estómago, están ahí para que el pueblo comprenda que su fuerza y su tesón están por encima de las mezquindades de una minoría que sigue sin entender que el final es idéntico para todos y todas, y nadie escapa de él. (Juan José Roldán)

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