Título original: Pina. Dirección: Wim Wenders. País: Alemania. Año: 2011. Duración: 100
min. Género: Documental.
Toni Froschhammer (Montaje), Wim Wenders (Guión), Hélène Louvart (Fotografía), Thom (Música).
Nominada al Oscar a Mejor
Largometraje Documental 2011.
Proyección Especial en Sevilla:
15 Diciembre 2019
Sinopsis:
Homenaje de Wim Wenders a
la bailarina y coreógrafa alemana Pina Bausch, maestra de la danza, en un
documental que recoge principalmente los testimonios de sus colaboradores.
Comentarios:
Nacida en el contexto de
las grandes vanguardias europeas del siglo XX, la danza expresionista, también
llamada abstracta, es fundamentalmente la recuperación del movimiento libre, el
desarrollo de una relación más dinámica con el espacio, y sobre todo la
posibilidad de autoexpresión mediante el cuerpo. Es, en palabras de Pina
Bausch, evocación, una ilusoria solución a la imposibilidad de la comunicación.
La película “Pina”, de
Wim Wenders homenajea a la coreógrafa alemana, directora de obras como “Tannhäuser”,
“Ifigenia en Taúride”, y “La Consagración de la Primavera” entre otras, pero
rehúye los códigos del documental realista. “Pina”, de Wenders, elogia la
figura de una mujer innovadora que reinventó los cánones de la danza clásica
para mostrar la realidad y la capacidad del movimiento como transgresión. A
finales de los años setenta apareció el concepto de ballet postmoderno,
refiriéndose a un conjunto de rupturas, tanto estéticas como expresivas, que
Wim Wenders presenta en su película y que potencia gracias a la utilización del
3D: la eliminación de la perspectiva unidimensional en favor de los espacios
abiertos, ampliándolos; la revalorización de lo cotidiano y de los lugares
comunes; el continuo humano en su expresión más trivial, incluyendo en estos
cambios los sonidos ambientales. Y entre ellas, también el abandono de las
tablas del teatro clásico por las superficies naturales y urbanas. Todo ello es
parte de un estilo que alcanza su máxima expresión con Pina y su compañía, la
Tanztheater Wuppertal Pina Bausch.
La muerte de Pina antes
del inicio del rodaje fue un golpe muy duro, pero los bailarines decidieron
continuar con la obra de la compañía y con el proyecto de Wenders.
Interiorizaron el método de trabajo de Pina Bausch, y con sus respuestas
bailadas, con sus coreografías, dieron forma a la película. El principio básico
de la filosofía de Pina se encuentra en sus palabras: no estaba tan interesada
en cómo se movían sus bailarines, ella quería saber qué los movía. Ese
acercamiento a la danza que Wim Wenders califica de "fenomenológico",
se trasmite a la perfección en su película, que está impregnada de una
nostalgia futurista, del Sehnsucht (término alemán, para el que no existe una
traducción precisa, y que es una especie de enfermedad de la nostalgia) que
caracterizó muchas de las piezas de Pina Bausch.
Los bailarines, que son
los verdaderos motores del relato, muestran cómo se implicaban en la
construcción de las obras, siguiendo el peculiar método de la directora,
presentando sus propios miedos y deseos, poniendo de manifiesto toda su
vulnerabilidad. Lo que el documental (o esta fantasía) evidencia, es como toda
esa gestualidad de lo cotidiano, ese borboteo de gestos físicos y emocionales,
se traducían de la mano de Bausch en composiciones llenas de originalidad, y
sobre todo de cruel humanidad. Al trabajar con los miedos, los deseos, y
también los complejos, las composiciones y escenas que Wenders nos presenta
están henchidos de un desgarro total. De la mano de Pina, el ámbito de lo
terrible, toda nuestra humana intimidad, se encarna sobre el escenario. De
igual manera que lo plasmaron los expresionistas, como deja traslucir Wenders, la
obra de Pina está llena de crueldad e ironía, y también de fragilidad y de una
tremenda inseguridad, que siempre acaba materializándose en fuerza.
La película, al igual que
las obras de Pina Bausch, no sigue una estructura narrativa lineal, ambas están
construidas a partir de capítulos, representados en la película por el
discurso-composición de cada uno de los bailarines que formaban el ballet, la
intervención de cada uno de ellos se inicia siempre con una no-entrevista, un
"retrato silencioso", en la que el bailarín es presentado sobre un
fondo oscuro donde es la voz en off la que guía al espectador, para finalmente
culminar en imágenes impactantes de la
experiencia individual de cada bailarín.
Wim Wenders parece seguir
en su filmación el estilo que caracterizó a Pina. Como ella, explora las
posibilidades de la danza y del teatro, y traslada las fronteras clásicas de la
danza a lugares que antes no se habían experimentado: una montaña, el desierto,
una casa de paredes de cristal, una mina. El director hace bailar a la cámara y
sumerge al espectador en las sensaciones, valiéndose de las diferentes texturas
y materiales que se suceden en el film: el agua, la tierra, el asfalto o la
hierba. Pina de Wim Wenders manifiesta esa relación tan especial que inaugura
la película: la de la danza y el 3D, dos
lenguajes que se complementan y se retroalimentan. Los cuerpos cobran en la
pantalla una nueva forma, se abandona lo plano para alcanzar una corporeidad no
conocida hasta entonces y una voluptuosidad inusitada. (Débora García
Sánchez-Marín)
Recomendada.
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