Título
original: The Good Liar. Dirección: Bill
Condon. País: USA. Año: 2019. Duración: 109 min. Género:
Comedia dramática.
Virginia Katz (Montaje), Tobias A. Schliessler (Fotografía), Jeffrey Hatcher, Nicholas
Searle (Guión), Carter Burwell (Música), Bill Condon, Greg Yolen (Producción), Richard Brener, Andrea
Johnston, Aaron L. Gilbert, Jason Cloth, Anjay Nagpal, Jack Morrissey, Nick
O'hagan (Producción ejecutiva),
Keith Madden (Vestuario).
Nominada a Mejor Actriz
(Helen Mirren) en los Satellite Awards 2019.
Estreno en Sevilla: 5 Diciembre 2019
Reparto:
Helen Mirren (Betty
McLeish), Ian McKellen (Roy Courtnay), Russell (Tovey Steven), Jim Carter
(Vincent), Mark Lewis Jones (Bryn), Michael Culkin (Dr. Livesey).
Sinopsis:
Roy Courtnay (Ian
McKellen) es un estafador profesional que no puede creer su suerte: ha conocido
online a la adinerada viuda Betty McLeish (Helen Mirren). A medida que ella le
abre su corazón, Roy se sorprende a sí mismo al darse cuenta de que alberga
sentimientos hacia ella, convirtiendo lo que debería ser una estafa fácil y
sencilla en una de las situaciones más complejas de su vida.
Comentarios:
Solo cabe una pregunta
tras ver “La gran mentira”: cómo puede tener una primera mitad tan interesante,
bien trazada y narrada, y una segunda parte tan académica, ñoña, caprichosa y
desviada de lo que se ha ido formulando en la mitad inicial. La respuesta debe
estar en “The good liar”, la novela de Nicholas Searle en la que se basa la
película, publicada en 2017, porque parece imposible que el adaptador del texto
original, Jeffrey Hatcher, haya podido inventarse la sarta de sandeces que
contiene ese trecho final.
Helen Mirren e Ian
McKellen están en ambas mitades, pero incluso en la segunda parecen menos
carismáticos ante los derroteros que toman sus personajes en su regreso a la
juventud, con unos flashbacks incomprensibles y un final pretendidamente
sorpresa, que se ve venir en cuanto a la personalidad del mentiroso del título
y que resulta ridículamente indigerible por sus retruécanos de conducta.
Elegantes en la puesta en
escena de Bill Condon, y elípticos y misteriosos en su narración y en cuanto a
la relación de sus dos protagonistas, los (alrededor de) 50 minutos iniciales
hablan además de temas muy interesantes. Primero, las citas a ciegas de jubilados
y personas mayores viudas, de elevada formación cultural e intelectual, en
busca de compañía más o menos sentimental o casual a través de páginas de
internet. Y segundo, la impostura de ciertas vidas, donde una falsa fachada de
respetabilidad puede esconder la más turbia de las intenciones.
Sin embargo, desde el
viaje a Berlín y la llegada de los saltos atrás, las secuencias en recuerdo de
la juventud de ambos, todo se desmadra hacia el ridículo. La preciosa banda
sonora de Carter Burwell, la calidad de la producción y la presencia de
McKellen y Mirren sostienen durante algunos minutos más una película que iba
para notable, pero acaba descarrilando por su empeño en tratar a la platea de
idiota en un juego del gato y el ratón no tanto con sus personajes como con el
propio espectador. Puede que al novelista le apeteciera ser Patricia Highsmith,
pero su historia tiene demasiados apuntes de literatura de aeropuerto y de
novela histórica barata como para llegarle a la suela del zapato. (Javier Ocaña)
No
Recomendada.
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