Proyección de la película “La última
noche de Boris Grushenko” (Love and Death, 1975) seguida de Mesa Redonda.
Fecha: 19 de abril de 2016
Hora: 18,30
Lugar: Círculo Mercantil e Industrial
(C/ Sierpes, nº 65)
Entrada libre hasta completar aforo
“Love and Death”, título original de “La
última noche de Boris Grushenko” (1975), resume perfectamente no sólo las
intenciones de la película en cuestión, sino buena parte de las claves de la
filmografía de Woody Allen. En el film, el miedo a la muerte genera su
particular evasión hedonista, que tiene a Napoleón, Tolstói, Dostoyevski y
Bergman como telón de fondo. Con estos referentes cualquiera diría que es su
comedia mejor calibrada entre el humor absurdo que pueblan sus escenas y los
diálogos trascendentales sobre nuestra existencia, una combinación perfecta que
serviría de puente para su obra posterior.
Desde el inicio, la presentación de su
familia conlleva la de sí mismo como autor, intelectual marginado en un mundo
que no comprende sus diatribas, demasiado complicadas para una vida mundana en
la que es suficiente con tener tierras, aunque sea un pedazo de ella. Las
conversaciones de Boris Grushenko con su prima Sonja bien podrían ser las de
cualquiera de sus films ambientados en Nueva York, siendo el situar sus
reflexiones e incertidumbres en la Rusia que se enfrentaba a Napoleón donde
reside su mayor acierto. Y en la capacidad de Woody Allen para quebrar con
comicidad cualquier atisbo de lógica, también.
No se puede ser lógico en un mundo el
que no hay lógica, matar a Napoleón para salvar la patria despierta todo un
debate interno e universal, mientras la guerra se convierte en un tiovivo
musical en el que los muertos lo son por obligación y los héroes por
equivocación. Por ello se permite hacer humor con espadas, cañonazos y duelos,
al igual que citando con descaro a los hermanos Karamazov o hablando del trigo
mediante el cine de Ingmar Bergman. Un chiste que golpee desde lo más básico
junto a otro que provoque el interés por lo más alto, al fin y al cabo no
dejamos de ser un cerebro y un cuerpo, no siempre este último se va a llevar
toda la diversión. Y es que en el fondo, su personal partida de ajedrez contra
la muerte realmente es una de damas, pero no el juego de mesa, sino el de
perseguir el amor, el romance, el sexo, satisfacer el placer carnal es lo único
que sardónicamente afirma dar sentido a nuestra existencia. Que al acabar, con
su monólogo final mirando a cámara ya desde la otra vida, Woody Allen nos
adelanta que “hay cosas peores que la muerte, si alguna vez has pasado una
tarde con un vendedor de seguros sabes exactamente a lo que me refiero”.
Después de aguantar eso, quién no va a bailar.
De Woody Allen, de su humor, de sus
claves, de su genio, de Boris Grushenko, de todo ello y mucho más intentaremos
hablar en esta nueva actividad de nuestra Asociación “Linterna
Mágica”. Mientras os dejamos con esta sabrosa secuencia de la película:
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