Título original: Judy. Dirección: Rupert Goold. País: Reino Unido. Año: 2019. Duración: 118
min. Género: Drama.
Ole Bratt Birkeland (Fotografía), Tom Edge (Guión), Tom Edge, Peter Quilter (Guión adaptado), Gabriel Yared (Música), BBC Films, Calamity Films,
Pathe, 20th Century Fox (Producción).
Globo de Oro 2019 a la Mejor
Actriz de Drama (Renée Zellweger) y 2 nominaciones a los Oscars 2019 (incluida
Mejor Actriz).
Estreno en Sevilla: 31 Enero 2020
Reparto:
Renee Zellweger (Judy
Garland), Rufus Sewell (Sidney Luft), Finn Wittrock (Mickey Deans), Michael
Gambon (Bernard Delfont), Jessie Buckley (Rosalyn Wilder), Bella Ramsey (Lorna
Luft), John Dagleish (Lonnie Donegan ), Gemma Leah Devereux (Liza Minnelli),
Gaia Weiss (Abbie), Andy Nyman (Dan), Fenella Woolgar (Margaret Hamilton), Phil
Dunster (Ben), Julian Ferro, Royce Pierreson (Burt Rhodes), Lucy Russell,
Philippe Spall, Kate Margo.
Sinopsis:
Durante el invierno de
1968, treinta años después del estreno de 'El mago de Oz', la leyenda Judy
Garland llega a Londres para dar una serie de conciertos. Las entradas se
agotan en cuestión de días a pesar de haber visto su voz y su fuerza mermadas.
Mientras Judy se prepara para subir al escenario, regresan los fantasmas que la
atormentaron durante su juventud en Hollywood. A sus 47 años, la cantante se
enfrenta a las inseguridades que la acompañaron desde su debut, pero esta vez
vislumbra una meta firme: regresar a casa con su familia para encontrar el
equilibrio.
Comentarios:
De tanto en tanto un
actor se confunde con su personaje hasta convertir la pantalla en algo así como
un ejercicio de expiación. O un simple espejo. La historia del luchador sonado
al que da vida Mickey Rourke en, precisamente, “El luchador”, de Darren
Aronofsky, es su historia. Igual de estrafalaria y recorrida por los mismos
golpes. No queda claro quién interpreta a quién. Renée Zellweger da vida a Judy
Garland y, por un momento, cuesta distinguir dónde acaba la actriz y dónde
empieza el personaje. Todo es uno o, mejor, una. La gracia no es tanto la
imitación de cada gesto como la apropiación de todos ellos. Se diría incluso,
en un intento de exageración creativa, que es Garland la que vivió una vida
entera sólo para que Zellweger tuviera un argumento décadas más tarde con el
que no tanto resucitar, que también, como simplemente vengarse, que es mucho
más humano. Y de paso, vengar al mito triste de la niña que se despeñó desde lo
más alto del arcoíris.
“Judy”, de Rupert Goold,
se presentó en Toronto como suelen hacerlo los biopics. Ya saben, cine de
prestigio pensado para los Oscar. Y, sin embargo, consigue algo más que sólo
eso. De alguna forma, la película se antoja la excusa perfecta para que su
actriz ajuste las cuentas con varios años de humillación. La película, sobre el
texto teatral firmado por Tom Edge, cuenta el último año en la vida de la que
fuera niña prodigio esclavizada por la Metro. Estamos en 1969, completamente
arruinada, Garland acepta la invitación de cantar en Londres. El viaje supone
la separación de sus hijos y la aceptación de una forma de vida con el fracaso
como algo más que una mera posibilidad. De por medio, alcohol, drogas y
soledad. Es decir, la paleta perfecta para colorear abismos. La película no
abunda en el lugar común del juguete roto más de la cuenta. Sin renunciar al
trazo miserabilista, lo que importa es lo otro. Y eso otro es la historia de
una mujer maltratada desde prácticamente el nacimiento por la obligación del
éxito. Hablamos de una industria y una sociedad como mínimo hostil. Eso o
simplemente machista.
Y luego está la propia Renée
Zellweger, que reaparece después de seis años apartada del trabajo, pero no de
los medios. Y de la forma más cruel. Hablamos, para situarnos, de la intérprete
que en los 90 consiguió tres nominaciones a los Oscar seguidas. “El diario de
Bridget Jones”, “Chicago” y “Cold Mountain” fueron los testigos de un prodigio
sólo al alcance de colegas como Meryl Streep. Luego llegó la retirada y, acto
seguido, el acoso. Primero, en 2014, una foto (mala) suya la convirtió en la
diana del escarnio público y en red. Y más tarde, con la llegada del #MeToo, la
acusación directa. ¿Cómo había conseguido tanto? ¿Acaso fue la relación con
Harvey Weinstein la responsable? Una colega llegó a decir que donde otras no
aceptaron, ella sí lo hizo. No hay que olvidar que las tres películas citadas
fueron producidas por Miramax. Y así. A lo primero contestó denunciando «el
doble rasero» con el que son sometidos a escrutinio público actores y actrices.
Y a lo segundo, la enésima novia de América, la chica de al lado, se limitó a
comentar que ella jamás se había sentido víctima ni de nada ni de nadie ni de
Weinstein.
Pues bien, todo eso está
ahí, en “Judy”. Su trabajo consiste en inventarse una Garland sin imitar más de
la cuenta. Liza Minnelli, hija ésta, se desvinculó del proyecto. Lo que importa
es la verosimilitud. Y así, lo que emerge de la pantalla se acerca bastante a
un manifiesto feminista en la era que viene después del #MeToo. La pelea tanto
de una actriz, en el presente, como de la otra, en el pasado, tiene por
objetivo reivindicarse al margen de patrones adquiridos e impuestos. Contra las
normas de un Hollywood pensado por hombres y contra los modales de una sociedad
en permanente linchamiento y sólo pendiente de sí misma en su manera más
radical. Sí, contra esa extraña liturgia del yo en que se han convertido las
redes sociales. Y ahí, la nueva Renée hace suyas cada una de las heridas de
Garland.
Casi al final,
Zellweger-Garland se atreve con la pieza más esperada y canta “Over the rainbow”.
Lo hace después de que Goold con inteligencia haya dejado que cada canción
discurriera hasta el momento casi íntegra (o eso parece). La canción en la piel
y la garganta de su nueva autora adquiere un nuevo tacto. Casi revolucionario.
Y es ahí donde gana tanto la película como la propia Zellweger. Antes venganza
que expiación. (Luis Martínez)
Recomendada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario