Título original: Deux moi. Dirección: Cédric Klapisch. País: Francia. Año: 2019. Duración: 110
min. Género: Comedia Dramática.
Santiago Amigorena,
Valentin Feron (Montaje), Élodie
Tahtane (Fotografía), Cedric
Klapisch (Guión), Loik Dury,
Christophe Minck (Música), Bruno
Levy (Producción), Cyril Moisson (Sonido), Anne Schotte (Vestuario).
Estreno en Sevilla: 25 Octubre 2019
Reparto:
Ana Girardot (Mélanie),
François Civil (Rémy), Camille Cottin (Psy Mélanie), François Berleand (Psy
Rémy), Simon Abkarian (Mansour), Rebecca Marder (Capucine), Eye Haïdara
(Farida), Jeanne Areyes (Lucie), Candice Bouchet (Chloé), Brune Renault
(Charlotte), Quentin Faure (Guillaume).
Sinopsis:
Rémy y Mélanie tienen
treinta años y viven en el mismo distrito de París. Ella acude a múltiples
citas fallidas por las redes sociales mientras que él lucha por hallar una
conexión con alguien. Ambos son víctimas de la soledad de las grandes ciudades,
en una era hiperconectada, donde encontrarse debería ser más sencillo. Dos
personas con dos caminos, que sin saberlo, toman una ruta que los llevará hacia
una misma dirección…
Comentarios:
Julio Medem ya lo expresó
en una preciosa secuencia de “Los amantes del Círculo Polar” ambientada en la
Plaza Mayor de Madrid. Dos personas ansían el amor y el encuentro, la mirada
cómplice y el roce con los dedos, pero no se ven. El destino, o como se llame,
aún no los ha encontrado, el romance los ha pillado de espaldas.
¿Qué hace que dos
personas encantadas de haberse conocido y de haberse taladrado con la mirada
desde el primer minuto no hayan llegado antes a ese instante? ¿O que no lleguen
nunca? La mayoría de las veces, el azar. Porque, quizá se hayan cruzado una y
mil veces, sean vecinos de puerta en sus respectivos edificios, con balcones
contiguos pero en distintas profundidades, con el muro de la espera entre
ellos. Como los protagonistas de la notable película francesa “Tan cerca, tan
lejos”, dirigida por el veterano Cédric Klapisch, que habla tanto de la
casualidad (o de su ausencia) como de la soledad de la gran ciudad y de la
incomunicación en la era de las redes sociales. Una película quizá un tanto
desigual, pero que siempre va hacia arriba porque los grandes momentos, que los
tiene, son deslumbrantes para aquel que alguna vez haya buscado y después
encontrado en el lugar más insospechado. Justo a su lado.
Klapisch, director
irregular, no siempre escritor de sus películas, ha dependido demasiado del material
que tenía entre manos porque su estilo, más que invisible, es cambiante. Y le
suelen sentar mejor los trabajos con un coguionista que los suyos en solitario.
En sus mejores obras el libreto era compartido: “Como en las mejores familias”,
de 1996, de los entonces interesantísimos Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri; y
ahora dos producciones consecutivas, “Nuestra vida en la Borgoña”, de 2017, y
esta “Tan cerca, tan lejos”, al lado del singular artista argentino afincado en
París Santiago Amigorena, autor de una demasiado olvidada diatriba sobre el
atentado contra las Torres Gemelas: “Algunos días en septiembre”.
Con las vidas de uno y
otra, ambos alrededor de la treintena, contadas en alternancia, y sucesivos
cruces de sus cuerpos, nunca de sus ojos, Klapisch y Amigorena acaban topándose
con un tema peliagudo: la depresión, la de ambos. O mejor, un conato de
depresión, la que puede no llevar a las lágrimas perpetuas y al derrumbamiento,
pero sí a las crisis de ansiedad y, sobre todo, a la tristeza.
“Tan cerca, tan lejos”
titubea cuando se acerca a lo onírico y a lo más vulgar que cotidiano (las
carantoñas con el gato, los encuentros por Tinder), e impresiona cuando calma
su mirada en plano fijo, retratando la soledad y la esperanza (la bañera y la
aparición de “Histoire d’un amour”, en versión de la española Gloria Lasso,
cantando en francés). Y con la decisiva influencia del cine de Krzysztof
Kieslowski, maestro del relato cinematográfico sobre el azar, Klapsich redondea
en todo lo alto. La búsqueda, el encuentro, y lo que les espera después. (Javier
Ocaña)
Recomendada.
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