Título
original: Joker. Dirección: Todd
Phillips. País: USA. Año: 2019. Duración: 121 min. Género:
Thriller.
Jeff Groth (Montaje), Lawrence Sher (Fotografía), Todd Phillips, Scott
Silver (Guión), Hildur Guðnadóttir (Música), Bradley Cooper, Todd Phillips,
Emma Tillinger Koskoff (Producción),
Mark Bridges (Vestuario), Larua
Ballinger (Dirección Artística),
Shayna Markowitz (Casting).
Presentada en la sección
oficial del Festival de Venecia 2019.
Estreno en Sevilla: 4 Octubre 2019
Reparto:
Joaquin Phoenix
(Arthur Fleck/Joker), Zazie Beetz (Sophie Dumond), Robert De Niro (Murray
Franklin), Frances Conroy (Penny), Brett Cullen (Thomas Wayne), Shea Whigham
(Detective Burke), Josh Pais (Hoyt Vaughn), Bill Camp (Detective Garrity),
Douglas Hodge (Alfred Pennyworth), Marc Maron (Ted Marco), Glenn Fleshler
(Randall).
Sinopsis:
Arthur Fleck vive en
Gotham con su madre, y su única motivación en la vida es hacer reír a la gente.
Actúa haciendo de payaso en pequeños trabajos, pero tiene problemas mentales
que hacen que la gente le vea como un bicho raro. Su gran sueño es actuar como
cómico delante del público, pero una serie de trágicos acontecimientos le hará
ir incrementando su ira contra una sociedad que le ignora.
Comentarios:
En “El caballero oscuro”,
rotunda aproximación de Christopher Nolan al personaje del Joker (y al de
Batman), ya se apuntaba la actual complejidad de lo que en su día fueron
estereotipos sobre el bien y el mal: “Tu creías que podíamos ser decentes en
tiempos indecentes”. Y se hacía cada vez más fina la línea que separa al héroe
del antihéroe y a este del villano: “Es el héroe que Gotham se merece, pero no
el que necesita ahora (…). Porque no es un héroe. Es un guardián silencioso, un
protector vigilante, un caballero oscuro”.
Recogiendo el testigo de
negrura de Nolan, y llevando el universo de indecencia hasta una nueva
dimensión, aún más política e infinitamente más social, Todd Phillips ha
compuesto “Joker”, grandioso ejercicio de energía visual y sonora. Un
categórico golpe contra el sistema que, debido a su complejidad más que a su
ambigüedad, corre el peligro de malinterpretarse. Una obra radicalmente alejada
de las películas de superhéroes al uso, donde no hay un solo acontecimiento o
ambiente fuera de lo realista, que claramente entronca en su estilo con parte
de lo mejor del cine americano de los setenta, con preponderancia para dos
obras de Martin Scorsese: “Taxi Driver” (“Algún día llegará una verdadera
lluvia que limpiará las calles de esta escoria”) y “El rey de la comedia”, con
el protagonismo del aspirante a cómico, del payaso sin gracia, del acosador
loco, punteadas ambas por la presencia de Robert De Niro en el reparto.
No son los únicos
referentes de un trabajo que, de todos modos, Phillips convierte en algo
personalísimo. Hay ecos de la muy enfermiza y romántica “El hombre que ríe”
(Paul Leni, 1928), película muda basada en una novela de Victor Hugo, sobre un
hombre que no puede evitar físicamente poseer una perenne y sobrecogedora
sonrisa de oreja a oreja; una obra luminosamente lúgubre que, como “Joker”,
aspiraba en muchos momentos al sentimiento de la compasión. Y hay ecos del
cómic del año 2005 “Batman. El hombre que ríe”, escrito por Ed Brubaker y
dibujado por Doug Mahnke, del que recoge el hecho de los ataques de risa,
aunque aquí como enfermedad mental y no como veneno necesitado de antídoto (de
nuevo, la estricta verosimilitud de todo lo que ocurre); una historieta gráfica
que en una de sus viñetas definía así a un rico hombre de negocios, a la manera
de la diatriba social de Phillips: “Este hombre, al que la vida se lo ha dado
todo en bandeja de plata, sigue arreglándoselas para que los pobres lo sean aún
más”.
Desde la recuperación del
logotipo de la Warner de los años 70 y el ruido de las calles, en el primer
segundo de metraje, “Joker”, reciente León de Oro en Venecia, un galardón
histórico para una producción de estas características, aspira a la
trascendencia de aquel Nuevo Hollywood. Y la consigue. Es la demencia del
individuo como metonimia de la locura social. Es la película más incómoda que
este crítico haya visto en mucho tiempo. Desagradable, cruel, perturbadora,
tristísima. Y donde el despliegue físico de cuerpo, rostro y mirada de Joaquin
Phoenix se convierte en un recital de puro genio.
Sin embargo, pese al
activismo social y a la acusación contra el sistema de recortes del gobierno,
de abandono de los más desfavorecidos, sería un error no ver que la película es
una denuncia moral desde arriba hasta abajo, y que el “Joker”, finalmente,
rebasando por la izquierda al antihéroe Travis Bickle, se convierte en un
villano enfermo, alienado y enajenado. Y si alguien cree que los que mueren en
la película merecían morir así por sus acciones, solo puede ser dos cosas: un
peligroso radical de extrema derecha o izquierda; o un ignorante anarquista de
sofá que nunca moverá un dedo si no es para la impostura de las redes sociales.
La podredumbre moral que
lleva a Joker, un demente diagnosticado, a ser visto como un héroe habita
también en la masa embriagada de furia. Los mismos que en una de las primeras
secuencias dan una paliza simplemente porque sí al enfermo mental Arthur Fleck,
antes de convertirse en el Joker, podrían ser los que lo adoran como mito en
los últimos momentos. Es la conjura de la ira, desembocando en la
irracionalidad de la masa. Es la complicación moral de una película formidable
y retorcida. (Javier Ocaña)
Recomendada.
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